RELIGIÓN / ISRAEL

Gafas para cegarse a la tentación

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Algunos judíos ultraortodoxos gradúan mal sus lentes para difuminar la silueta femenina

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Ultraortodoxos por las calles de la localidad israelí de Bnei Brak

SAL EMERGUI / Bnei Brak (Israel) | Especial para EL MUNDO

(EL MUNDO / Israel, 25/09/2012) En una callejuela de Bnei Brak, loca­lidad con mayoría jaredí (temerosos de Dios), el refrán «ojos que no ven, corazón que no siente» se traduce en «ojos que no ven bien, tentacio­nes que se evitan». Varios señores con barba y gafas caminan como si condujeran un coche en la espesa niebla. La graduación de sus lentes es menor de la que exige su vista, pero acorde a su interpretación de la fe para evitar ver de lejos -o mejor dicho de cerca- una silueta femeni­na con generoso escote.

En el barrio de Mea Shearim de Jerusalén, se rumorea incluso que los más rígidos venden gafas con pegatinas que filtran el horizonte excluyendo imágenes cercanas y no deseadas. Tienen la peculiaridad de permitir que uno no se tropiece y, al mismo tiempo, convierten a una mujer desconocida en una figura borrosa. Solución de seis dólares contra los pensamientos carnales.

«La mayoría de jaredíes suele agachar la cabeza ante una mujer que viste de forma provocativa, pe­ro hay algunos que encargan dos gafas: las que necesitan y las de menor graduación, pero que les permiten ver lo suficiente para po­der caminar», revela a EL MUNDO Loren, propietario de una óptica en Bnei Brak. «Son minoría pero refle­jan su necesidad de vivir sin distrac­ciones ajenas», añade sobre la venta de anteojos para ver y para no ver.

Un joven accede a dialogar con la condición de no ser fotografiado: «Como no obligo a alguien de Tel Aviv a llevar tirabuzones, me deben dejar vivir como quiero. Una vida basada en la Tora y la modestia en el vestir». A pocos metros, Uzi Matar aconseja: «No se quede en este morboso detalle. Ya no se puede ir sin ver mujeres casi desnudas. ¿Dónde está su honor? Puedo en­tender a los que intentan esquivar­lo». Hace cinco años dejó de ser ju­dío laico para cumplir los 613 pre­ceptos del judaísmo. «La gente cambiaría de opinión si supiera y no sólo creyera que Dios existe». En Bnei Brak, los iPhone se mezclan con los móviles kosher, que no permiten ni Internet (¿ven­tana pornográfica?) ni sms con­vertidos en lanzas de perdición. «Es un camino a la perdición», denuncia el rabino Haim Kanie-vsky. Preocupado por los conteni­dos desconocidos que fluyen de la joya preciada de Apple, ha llega­do a pedir a los suyos que que­men los teléfonos inteligentes.

El problema es cuando no tienen más remedio que salir de su cerrada comunidad y pisar la tierra pe­cadora del resto de Israel. Las me­didas obedecen también al miedo por la creciente integración social de sus jóvenes. «Vivimos en dos mundos», concluye un rabino de­seando mantener el abismo que se­para a un chaval de Tel Aviv de su vecino de Bnei Brak.

La bloguera Alisson Kaplan Sommer se pone lentes de optimismo: «Estas gafas son un refrescante cambio ya que limita la libertad del hombre y no de la mujeres».

 

Fuente: EL MUNDO / SAL EMERGUI

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