SIN ÁNIMO DE OFENDER

El escándalo de la cruz

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"... pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; mas para los llamados, así judíos como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios" (1 Corintios 1:23-24)

(JORGE FERNÁNDEZ, 04/04/2012) ¿Qué pensaríamos de una señora elegante que adornara su cuello con una “silla eléctrica de oro”..., o los delicados lóbulos de sus orejas con un par de "horcas de platino", con engastes de rubíes y diamantes a modo de pendientes?

¿Verdad que resulta inimaginable que alguien pudiera ostentar tan “mal gusto”? Y, si resultara que esa señora imaginaria fuera una dama de la alta sociedad, y se presentara luciendo el mencionado look en una cena de beneficencia, o una gala en el Teatro de la Ópera..., ¿no provocaría un verdadero escándalo y sería pasto de las llamas de la prensa rosa (y de la otra)?

Sin embargo, al menos en Occidente, no nos parece nada escandaloso lucir una joya en forma de cruz. Más bien al contrario. ¿Por qué? Porque para nuestra cultura “cristiana”, tan distante en el tiempo y en las circunstancias de las realidades del primer siglo,  la cruz ha perdido el carácter “escandaloso” que tenía para aquellos que, en las calles, en las plazas y por cada rincón del Imperio Romano, escuchaban a los primeros cristianos “predicar a Cristo crucificado”.

Para comprender el impacto que causó en aquellos primeros oyentes del evangelio del siglo I, necesitamos hacer un viaje cultural imaginario de 2000 años, y despojar a la cruz del ropaje religioso, espiritual, místico y romántico del que la hemos revestido.

La cruz era para los habitantes de aquella cultura un elemento bien conocido –y temido- de tortura, muerte y castigo, al que estaban destinados los malhechores.

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Para los judíos, además, tenía un agravante, ya que la Ley de Moisés profería una dura maldición sobre los condenados a ese tipo de muerte: “Maldito todo el que es colgado de un madero” [1]. ¿Cómo explicar que, aquel Maestro bueno, referente moral e inspirador de los más elevados ideales, hubiera sufrido tan indigna muerte?

Pues... no lo explicaban. O, al menos, no gastaban energías en lamentar “el error” que se había cometido. Más bien al contrario, comprendían que esa cruz fuera “tropiezo a los judíos y locura a los griegos”[2], pero la presentaban como el instrumento del sabio Dios para la salvación de todos los hombres.

jorgito-grisHan pasado más de 2000 años. El mundo ha cambiado en muchos sentidos y la cristiandad ha convertido a la cruz en un elemento cultural inofensivo, vacío de contenido, e inocuo. Y probablemente ese sea el mayor escándalo y la mayor tragedia de nuestra cultura “cristiana”.

Probablemente, también, ese sea el mayor desafío para los cristianos comprometidos del siglo XXI:  redescubrir y proclamar el verdadero significado –poderoso y ‘escandaloso’- de la cruz de Cristo. Aquel que fue "hecho por nosotros maldición" [1] y "Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo"[3].

¡Empieza Semana Santa! Una inmejorable oportunidad, sin duda, para ponerse a ello.

Autor: Jorge Fernández

[1] Gálatas 3:13

[2] 1 Cor. 1:18; Gálatas 5:11

[3] S. Juan 1:29

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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