OPINIÓN / CARLOS MARTÍ ROY

La verdad que esconde la mentira

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(CARLOS MARTÍ, 04/07/2018) José Saramago, Premio Nobel de Literatura en 1998, afirmó en su día: “La humanidad ha vivido diferentes etapas: la era de piedra, la era de bronce y así sucesivamente hasta llegar a la actual, la era de la mentira. Y es que la mentira ya se nos ha hecho una costumbre, un hábito, casi me atrevería a decir una cultura”.

Esta afirmación me ha hecho pensar mientras escuchaba en una tertulia televisiva a una política española usando la peor de las mentiras, que son las medias verdades, que son dañinas no por lo que dicen sino más bien por lo que esconden y no dicen, todo ello, para tomar ventaja sobre su oponente, para desacreditarlo, da igual las consecuencias sociales de esas medias verdades, que no dejan de ser mentiras, más allá de los discursos de miedo y odio que alimentan y de sus consecuencias, en términos de convivencia, que debamos pagar entre todos.

¡Qué lástima que nuestros políticos no sean honestos y responsables! La corrupción moral del individuo y de las sociedades, en mi opinión, empieza sacrificando la verdad, haciendo una interpretación partidista de los hechos, querer tomar ventaja mediante el uso del lenguaje y/o conductas, sacrificando el propio lenguaje y su finalidad que es la comunicación entre iguales, y en consecuencia la cohesión social.

El uso irresponsable del lenguaje que hacen nuestros políticos no es el mejor de los ejemplos para una sociedad cohesionada.

Cuánto daño hace la mentira y cómo ha pasado a formar parte de nuestra cultura diaria, algunos hablan para minimizar sus efectos de “mentiras piadosas”, no existen las mentiras piadosas, aunque por desgracia si hay “piadosos” que mienten.

La mentira no solo son palabras, son actos mediante los cuales tratamos de encubrir la verdad, en algunos casos puede convertirse en un estilo de vida.

¿POR QUÉ MENTIMOS?

La gente mentimos porque queremos quedar bien, excusarnos, para obtener lo que se quiere, para no perder ciertos derechos, para dar una mejor imagen de uno mismo, para no ofender o hacer sufrir a otras personas con la verdad, porque no saben o no pueden decir que no, para postergar decisiones, por temor al rechazo o al castigo.

Si nos damos cuenta, la mayoría de las veces que mentimos, no pensamos en los demás, pensamos en nosotros mismos, en las consecuencias que decir la verdad tendrá sobre nosotros. Lo cierto es que la mayoría de las veces que mentimos es para tener ventaja sobre los demás. La mentira, por tanto, al que más beneficia es a quien la práctica y no al conjunto de sociedad que le rodea, al menos en el corto plazo. Porque, a la larga, compromete la credibilidad y confianza de quien miente y de lo que representa, ideológica o institucionalmente.

Por otro lado, la mentira provoca un gran esfuerzo para la persona que miente porque todo lo que dice y todos los hechos falsos explicados comprometen su futuro para siempre.

¿QUÉ OCURRE CUANDO SE DESCUBRE LA MENTIRA?

Decepcionamos y quebramos la confianza de las personas a las que hemos mentido, y nos preguntamos ¿se puede confiar en alguien que miente?

¿Se puede confiar en alguien que miente a su esposa o esposo, a sus hijos, a sus amigos, a la familia, a sus compañeros de trabajo?

La respuesta es que no, y me pregunto ¿la crisis de confianza en las instituciones no tendrá que ver con esto?

La Biblia en Efesios 4:25 dice: “Así que dejen de decir mentiras. Digamos siempre la verdad a todos porque nosotros somos miembros de un mismo cuerpo.”

Una de las cosas que trata de enseñar Pablo a los Efesios en esta carta, es el daño que nos hacemos a nosotros mismos como sociedad o comunidad cuando nos mentimos y no decimos la verdad. Es fácil mentir cuando a la persona que tratas de engañar o sobre la que intentas tomar ventaja no la consideras como a ti mismo. Así pues, en la mentira, la opinión que tenemos de nosotros mismos y de los demás, juega un papel importante. Si consideramos al otro un igual a nosotros, es más, parte de nosotros, será más difícil engañarle.

¿Quiero decir que cuando nuestros políticos nos engañan es que no se sienten parte de la sociedad que representan? Sí, eso mismo es lo que quiero señalar, que la mentira empieza en la desafección del otro, cuando me siento y veo diferente al otro, ajeno a su vida y a lo que le pueda acarrear mi mentira. Viéndoles actuar, creo que su problema es que se creen por encima de la sociedad que representan, ajenos a lo que vivimos en sociedad, de ahí la infravaloración de los representados y la ocultación de la verdad por bien de los mismos.

Lo grave es que esto ocurre también en el ámbito de la religión, y vemos comportamientos éticos de algunos líderes religiosos que se alejan de la verdad de su fe.

carlos marti

Carlos Martí, pastor evangélico

Jesús le dijo a un veterano político como Pilato: “para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad” (Juan 18:37). Testimonio que lo llevó hasta las últimas consecuencias.

La salida de Pilato fue preguntarse, “¿Qué es la verdad?”, como si le importara la verdad, lo único que le importaba era su cargo, posición, reputación y el estilo de vida que esto le permitía tener.

Lo que esconde la mentira es un acto de egoísmo brutal, una ambición desmedida, una pobre idea u opinión de nuestro semejante, una pobre idea de nosotros mismos, y esta es la verdad de la mentira: solo se puede vencer la mentira, amando la verdad en singular. Porque cuando “todo es verdad” es que vivimos una gran mentira y lo que menos importa es la verdad. Dejemos de mentir y de minimizar sus efectos utilizando calificativos impropios e incompatibles con la mentira. 

 

Autor: Carlos Martí Roy, Julio 2018. El autor es pastor evangélico de la Iglesia Comunidad Cristiana El Camino, de Alcalá de Henares (Madrid).


© 2018- Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.