SILBO APACIBLE / por GUILLEM CORREA

50 años sin MLK

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28 de marzo de 1968. EL Dr. Martin Luther King Jr y el Reverendo Ralph Abernathy (d) guían la marcha en apoyo de la huelga de los trabajadores sanitarios en Memphis. Solo unos días más tarde, el 4 de abril, MLK sería asesinado en esa misma ciudad. (AP Photo/The Commercial Appeal, Sam Melhorn, Archivo) /Ampliar

GUILLEM CORREA, 16/04/2018 | Los medios de comunicación nos han recordado que ya hace 50 años que asesinaron Martin Luther King: el apóstol de la no violencia.

El pastor MLK quería luchar contra lo que él consideraba una injusticia: el racismo. Y para luchar contra el racismo organizó una revuelta. Sus famosas marchas a favor de la igualdad y en contra del racismo no sólo eran mal vistas por sus conciudadanos, sino que eran violentamente combatidas por las fuerzas de orden público.

Y eran combatidas por las fuerzas de orden público por dos razones: primera, porque las marchas se oponían al orden constitucional estadounidense y, segunda, porque eran la manifestación de una revuelta ciudadana.

Su revuelta no violenta le costó una muerte violenta e inmerecida.

 

La diferencia entre la revuelta ciudadana de MLK, y la gran mayoría de revueltas organizadas por otros, consistía en responder con no violencia a la violencia de las fuerzas de orden público y de todas aquellas personas que se oponían a sus planteamientos.

Su revuelta no violenta le costó una muerte violenta e inmerecida.

Quienes querían mantener el orden establecido acabaron con él de forma violenta. Pero su muerte no significó la muerte de la revuelta que encabezó. Su sueño de un mundo de igualdad entre blancos y negros hizo cambiar muchas leyes en Estados Unidos. Su sueño permitió que un negro llegara a ser presidente de su país.

Pero su sueño, 50 años más tarde, todavía está incompleto. Todos los informes sobre la situación de la población negra en Estados Unidos a día de hoy nos cuentan que todavía hay mucho trabajo por hacer.

Su revuelta no violenta le permitió cambiar leyes.

GUILLEM

Lo que aún queda por cambiar es el corazón de todos aquellos que creyeron, y siguen creyendo, que el orden es más importante que la convivencia porque cuando el orden social se ha de imponer quiere decir que la convivencia se ha roto.

El corazón de los Estados Unidos sigue roto por la bala asesina que mató MLK porque el odio que la disparó aún no ha entendido que odiar sólo destruye a  quien odia.

Hacemos nuestro el sueño de MLK e impulsamos una revuelta no violenta, tal y como él hizo, donde hombres y mujeres seamos iguales ante la ley y del resto de la sociedad tal y como somos iguales a los ojos de Dios.

Autor: Guillem Correa Caballé

© 2018. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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