BUEN FIN DE SEMANA
Cupere
CRISTIAN FRANCO, 28/12/2012 | Se la pasan esperando. Toda la madrugada. Todo el mediodÃa. Toda la media tarde. SÃ, sÃ, sÃ. Es cierto. Hacen otras cosas mientras esperan. Pero lo que más les interesa, lo que en verdad capta su atención, lo que consume gran parte de su tiempo no es ni más ni menos que esperar. Ahora bien, si por esos impulsos de la curiosidad uno decidiera preguntarles qué es lo que aguardan con tanto ahÃnco, seguramente obtendrÃa una respuesta… digamos… al parecer… algo difusa y tal vez un poco ambigua.
Ocurre cada doce meses: los mil doscientos treinta y siete habitantes (menos uno) de BahÃa Cupere se preparan para encontrarse con el solsticio, ese que renueva sus esperanzas y los invita a vislumbrar lo que con probabilidad sucederá en un momento u otro. Al menos hasta el siguiente solsticio, en donde haciendo caso omiso de la frustración renovarán sus anhelos y serán invitados nuevamente a presentir lo que eventualmente ocurrirá en un perÃodo u otro. Aunque más no fuere hasta el próximo solsticio, en donde ocultarán sus ilusiones quebradas debajo de la alfombra para volver a soñar…
Ejemplos hay a montones. Allà está RemÃn –custodio de las voluntades populares que lo condujeron hasta el sofá rector de la ciudad– esgrimiendo discursos de realidades que sin duda todos podrán disfrutar muy pronto. O por aquà la tenemos a Decalia, siempre con un anotador en sus manos pronta a redactar las diez cosas que necesita alcanzar para poder ser –¡por fin!– una persona feliz. También merece una mención especial Jontero, a quien siempre se lo escucha decir que logrará ser alguien cuando consiga llegar a una posición que le permita esperar el momento para obtener la realización que tanto desea. Y quién podrÃa obviar a Menara, la que todos señalan como la mejor soñadora despierta de la región, señora que no detiene su marcha mientras predice que “lo mejor está por venir†(aunque todavÃa nadie sepa por dónde).
Es que en BahÃa Cupere ocurre algo singular, un hecho que hasta el momento no se ha visto en lejanÃas ni cercanÃas: sus pobladores transcurren la vida con expectaciones y miradas futuras de fuerte tonalidad optimista y, al mismo tiempo, desatienden lo que deberÃa realizarse para concretar sus deseos…
“Vaya que resulta complejoâ€, dirá el bahiacupense “menos uno†que prefiere mantenerse en el anonimato. “Son muchas las seducciones y no pocas las tentaciones. Pero mientras mis mil doscientos treinta y seis vecinos descorchan ilusiones de ocasión entre solsticio y solsticio, prefiero echar mano de los tres ingredientes que solÃa utilizar mi abuelo: sensatez, humildad y perseverancia. El primero para sopesar mis actos y decisiones, el segundo para conocer mis aristas y salientes, y el tercer para mantener el rumbo en cada temporadaâ€.
Y asÃ, en ese correteo al que todos se lanzarán frente a la rotación, traslación y demás pesares reiterados de la vida, será aquel anónimo quien no cese de multiplicar concreciones paulatinas en base a la suma cotidiana y silenciosa de anhelos, compromisos y refuerzos.
Autor: Cristian Franco
© 2012. Este artÃculo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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