EN PERSPECTIVA

Rebajas 70% o una «ética mínima»

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quero125(JUAN MANUEL QUERO, 19/07/2012) Con la llegada de la globalización los valores humanos se han analizado aplicando perspectivas diferentes, también desde la misma  metamodernidad. Este es el tiempo que queramos o no, nos ha tocado vivir.  Este es el turno de la crisis en el sentido de cambios muy importantes, también en lo económico. Esta es una época de buenas oportunidades para hacer tanto lo bueno como lo malo. Es el tiempo de las megas, y de las gigas, de los grandes viajes, de los grandes acontecimientos; la época en la que hoy más que nunca «el mundo es un pañuelo». A muchos se les queda pequeño este planeta, siendo protagonistas el estrés, la tensión y el agobio.

Sin embargo, esto puede significar una gran oportunidad para multiplicar lo bueno. Esta es una época única y muy especial para reproducir el evangelio de forma multitudinaria, exponencial, y hacerse eco de forma imprevisible.  Pero en este tiempo de autopistas de la comunicación y del encuentro intercultural e interreligioso, también se plasman las miserias más profundas del ser humano. De la discusión de la laicización, de colocar crucifijos, medias lunas, o llevar «burka», «hiyab» u otros símbolos religiosos en lugares públicos, se ha pasado a algo mucho más profundo: la convivencia en su sentido más esencial, pero también más cotidiano.

20120719-8En lo globalizado no se puede presentar algo diferente a lo que existía en la autarquía o en lo más aislado, pues no son las estructuras sino el pensamiento, el corazón de hombres y mujeres, los valores personales que se expresan en diferentes oportunidades. Esta es una oportunidad que tiene repercusiones muy fuertes, y que pueden ser muy peligrosas o muy benignas, según lo que anide en nuestro foro interno.

Por este motivo, los filósofos y pensadores de nuestra época –entre los que destacan Adela Cortina--, comienzan a hablar de una «ética mínima», ya que para no destruirnos se hace necesario un mínimo. Parece que en la crisis también se da el oportunismo, la ocasión para justificarnos, de iniciar REBAJAS, que no solamente comienzan en El Corte Inglés. Cuando la ética alude a la convivencia del ser humano, se piden unos mínimos, se baja el listón,  ante los choques culturales, religiosos, económicos y étnicos. El teólogo Häns Küng en su Proyecto de una ética mundial, constata que es posible una ética mínima.  Esto hace referencia a respetar a nuestro prójimo independientemente de su cultura, etnia, religiosidad, etc. Es saber convivir sin pensar que el que es diferente a nosotros, por alguno de los motivos expresados anteriormente, es peor que nosotros. Esto implica hacer una «ciudadanía cosmopolita» más abierta. Y en esto creo que los cristianos tendríamos que ser una avanzadilla especial, piedra de ángulo, para anunciar el evangelio, y ser sal y luz en este mundo, respetando al otro, sea quien sea. Es más, el cristiano tendría que ser ejemplo, pionero no de una simple ética mínima, sino de una ética máxima. La ética máxima, es para mí, lo que realmente enseña el evangelio, es amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos, entendiendo por nuestro prójimo, al necesitado, al que sufre, al que tiene menos, al pecador que necesita la ayuda de Dios.

Pero para llegar a una ética máxima, tenemos que superar la mínima. No se llega a la mínima cuando la oportunidad de nuestra época globalizada se aprovecha para vejar y hablar mal de nuestro prójimo, cosa que no ocurre solo entre partidos políticos antagónicos, sino que ocurre entre aquellos que en una falta de respeto, de ética mínima, dan cabida a la crítica y a la murmuración. Esto es lo que se convierte en esa pequeña chispa que enciende un gran fuego, y que en nuestro tiempo globalizado entraña un gran peligro por la fácil propagación, y el mucho daño que produce, aunque la palabra se haya soltado de forma gratuita y sin medir sus consecuencias.

Esto nos lleva a otra reflexión de «cortafuegos» en un mundo que se incendia con facilidad. Cuando las iglesias quieren ser significativas, y llegar a una ética máxima, es muy importante, que sus líderes, pastores y dirigentes hagan cortafuegos, que confronten todo aquello que pueda obstaculizar una ética máxima. Que sean valientes, y corten la propagación de los fuegos de la murmuración y de la intransigencia, basada en éticas personales que tienen distintas varas de medir, y que dañan a las personas. Esto nos ayudará a cumplir nuestro cometido en este tiempo, y llegar a la ética máxima de bendecir incluso a quién nos maldice, en obediencia al mandato bíblico, y así desarmar el mal con el bien, y rechazar el pecado amando al pecador.

Autor: Juan Manuel Quero

© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA

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