SIN ÁNIMO DE OFENDER

Las lecciones de MLK

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jorgito-gris(Jorge Fernández, 04/11/2011) En una semana de especial recuerdo a la memoria de Martín Lutero, en el Día de la Reforma Protestante, y a falta de pocas horas para la celebración de una concentración de las Iglesias evangélicas en Cataluña, que será el colofón de una semana de movilizaciones y protestas por los obstáculos a la libertad religiosa en nuestro país, mi mirada se dirige a “otro Lutero”, estrella luminosa del siglo XX, activista de la no violencia y adalid de la defensa de los derechos humanos: Martin Luther King Jr.

Guardo en mi biblioteca una breve biografía de MLK, obra del francés Vincent Roussel, publicada por la editorial Desclée dentro de la colección “Testigos” que, a pesar de su brevedad, describe bien la evolución del pensamiento y de la acción de este joven pastor bautista negro que no rehuyó a su cita con la historia, ni por la calle de una religiosidad desencarnada, ni tampoco por la avenida amarga de la acción violenta.

Al releer esta pequeña reseña biográfica, a la luz de la situación que hoy nos afecta a las iglesias evangélicas de España –salvando todas las distancias, por supuesto- de restricciones, atropellos y agravios contra nuestros derechos y libertades, me parecen especialmente importantes algunas de las lecciones que MLK aprendió durante sus 13 años de lucha y que resumo a continuación.

PRIMERA LECCIÓN. No basta con tener los derechos reconocidos en la Ley

martin_luther_king_gaze“Hace un siglo, un gran americano, a cuya sombra estamos hoy simbólicamente, firmó la Proclamación de la Emancipación. Este decreto capital se levanta como un faro que ilumina de esperanza a los millones de esclavos negros que habían sido torturados por las llamas de la injusticia (...). Pero, cien años más tarde, el Negro sigue sin ser libre. Cien años más tarde, la vida del Negro está aún disminuida por las esposas de la segregación y las cadenas de la discriminación. Cien años más tarde, el Negro vive aparte en su islote de pobreza en medio de un vasto océano de prosperidad material. Cien años más tarde, el Negro sigue languideciendo aún en los rincones de la sociedad americana y se encuentra exiliado en su propio país. Por esta razón hemos venido aquí hoy a denunciar de manera dramática una condición humana vergonzosa...” (Fragmento del célebre discurso de MLK titulado “I Have a dream” – “He tenido un sueño”, Washington, 28 de agosto de 1963).

En otras palabras: cien años de reconocimiento jurídico de los derechos de los afroamericanos habían sido papel mojado para acabar con la segregación racial y para que esa emancipación proclamada por las leyes, fuera “real y efectiva” en la sociedad.

Verdad que habría de quedar patente y muy clara para King cuando, en el 17 de mayo de 1954, después de una larga batalla jurídica por parte de las asociaciones de defensa de los derechos de la gente de color, la Corte Suprema de los Estados Unidos decreta que “la segregación es contraria a la Constitución”. Aquello fue muy importante, pero nada cambió en la vida cotidiana de los afroamericanos, que seguían padeciendo escandalosas discriminaciones.

No fue hasta después de una dura y larga batalla, como resultado del famoso boicot contra los autobuses urbanos de Montgomery, cuando empezó el camino hacia la verdadera emancipación de los afroamericanos y el respeto real y efectivo de sus derechos humanos y ciudadanos.

Pero no fue un camino fácil. De hecho, el boicot fue una prueba de fuego para el activismo no violento liderado por Martin Luther King. No fue hasta después de 382 días... ¡Sí! Hicieron falta TRESCIENTOS OCHENTA Y DOS días de boicot ininterrumpido -de organizar transportes paralelos diarios para 42.000 personas, de caminatas de hasta 20 km, por parte de muchos ciudadanos de raza negra, para no coger el autobús, etc.- y pérdidas del 75% de los ingresos de las compañías de transporte, que les llevaron a la quiebra..., para que finalmente se aceptara eliminar la segregación racial en los autobuses.

Tiempo después, al mirar hacia atrás hacia éste hecho, MLK afirmaría convencido: “Si la historia tiene algo que enseñarnos, es que el mal es por naturaleza feroz y recalcitrante, y que nunca deja voluntariamente una presa sin presentar previamente una resistencia casi fanática (...). Sería engañoso imaginar que el recurso a la ética y a la persuasión, sin más, conseguirá hacer reinar la justicia. No es que sea inútil apelar a la moral, pero es preciso, al mismo tiempo, apoyarse en una fuerza de presión real.

¿Algún paralelismo que pueda aplicarse a nuestra situación como evangélicos en España?

Las distancias resultan evidentes, pero nos parece legítimo señalar las coincidencias, que también las hay.

Después de siglos de persecución, cárceles, exilio y muerte, por causa de nuestra fe, los protestantes españoles celebramos poder gozar de un reconocimiento pleno de nuestros derechos en las leyes que regulan la libertad religiosa y consagran la igualdad para todos los ciudadanos; fundamentalmente, la Constitución y la Ley de Libertad Religiosa LOLR 7/1980. Sin embargo, 30 años después, estamos viendo cómo esos derechos, reconocidos en las leyes, están siendo papel mojado frente a la realidad que nos afecta. Una realidad que restringe, obstruye y discrimina a las iglesias evangélicas y a las minorías religiosas de forma recurrente y creciente.

“El mal es por naturaleza feroz y recalcitrante, y nunca deja una voluntariamente una presa...”, decía King.

Quizás por esa misma convicción, Guillem Correa, secretario general del Consejo Evangélico de Cataluña y columnista de ACTUALIDAD EVANGÉLICA, ha titulado su último artículo “5-N, primer aviso”, previo al acto de protesta convocado para mañana sábado, en Barcelona, consciente de que deberá haber un segundo, un tercero... O quizás, 382, ¡quién sabe!

Continuará...

Autor: Jorge Fernández

© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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