SIN 脕NIMO DE OFENDER

La madre de todos los derechos

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jorgito-gris"Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religi贸n; este derecho incluye la libertad de cambiar de religi贸n o de creencia, as铆 como la libertad de manifestar su religi贸n o su creencia, individual y colectivamente, tanto en p煤blico como en privado, por la ense帽anza, la pr谩ctica, el culto y la observancia" [1] .

(Jorge Fern谩ndez, 14/10/2011) La historia de la conciencia universal acerca de los derechos humanos, hasta llegar a la Declaraci贸n Universal proclamada por Naciones Unidas聽el 10 de diciembre de聽1948, est谩 escrita con sangre, sudor y l谩grimas; documentada en un pu帽ado de grandes documentos; y firmada por algunos nombres propios que ya forman parte de la historia.

Una de esas firmas lleva nombre de mujer: Anna Eleanor Roosevelt (1884-1962), viuda del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, de quien se dice, fue el verdadero motor de la Declaraci贸n Universal de los Derechos del Hombre, en su calidad de presidenta del comit茅 de redacci贸n.

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El Cilindro de Ciro

Naciones Unidas, adem谩s, en su recuento de antecedentes hist贸ricos,聽 menciona la Declaraci贸n de derechos inglesa de 1689; la Declaraci贸n de los Derechos del Hombre y del Ciudadano proclamada un siglo m谩s tarde por la Revoluci贸n Francesa y, curiosamente, cita como posible precursor de un texto sobre derechos humanos, en la m谩s remota antig眉edad, al 鈥淐ilindro de Ciro鈥聽(539 A.C.), escrito durante el reinado de Ciro el Grande, el famoso rey persa citado en la Biblia, en el libro de Esdras, al que el Dios de Israel llama 鈥渕i pastor鈥 y 鈥渕i ungido鈥.

Los conocedores de la historia b铆blica recordar谩n bien a este rey, que fue el primero en facilitar el regreso de los jud铆os a Jerusal茅n, despu茅s de 70 a帽os de cautiverio babil贸nico.

Esdras lo recuerda as铆: 鈥淓n el primer a帽o de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese la palabra de Jehov谩 por boca de Jerem铆as, despert贸 Jehov谩 el esp铆ritu de Ciro rey de Persia, el cual hizo pregonar de palabra y tambi茅n por escrito por todo su reino, diciendo: As铆 ha dicho Ciro rey de Persia: Jehov谩 el Dios de los cielos me ha dado todos los reinos de la tierra, y me ha mandado que le edifique casa en Jerusal茅n, que est谩 en Jud谩. Quien haya entre vosotros de su pueblo, sea Dios con 茅l, y suba a Jerusal茅n que est谩 en Jud谩, y edifique la casa a Jehov谩 Dios de Israel (茅l es el Dios), la cual est谩 en Jerusal茅n. Y a todo el que haya quedado, en cualquier lugar donde more, ay煤denle los hombres de su lugar con plata, oro, bienes y ganados, adem谩s de ofrendas voluntarias para la casa de Dios, la cual est谩 en Jerusal茅n...鈥. [2]

La historia secular coincide con el perfil que de 茅l nos traza la Biblia. Nos dice que Ciro destac贸 por su pol铆tica de concesiones hacia los pueblos sometidos, que en muchos casos lo hac铆an de buen grado, y a los que no se exig铆a m谩s que tributo, reclutamiento y aceptaci贸n de una guarnici贸n permanente. Rechaz贸, pues, la deportaci贸n masiva practicada por sus antecesores asirios y babilonios, y ocasionalmente por sus sucesores persas. Con Ciro el movimiento es a la inversa: a las comunidades deportadas, como los jud铆os, se les permite regresar a su tierra鈥.

Hilo conductor de la conciencia

Pero, 驴puede existir alg煤n hilo conductor entre ese remoto precursor de los derechos humanos y la mujer que, 2500 a帽os despu茅s, los abandera y cuya redacci贸n impulsa en su versi贸n actual y definitiva? Parece evidente: ambos mostraron un profundo y superior respeto por la libertad religiosa como eje de una pol铆tica basada en el reconocimiento de la dignidad de la persona.

Y podr铆amos ir a煤n m谩s lejos: el Dios de Israel (en el caso de Ciro) y el Dios encarnado en Jesucristo (en el caso de Roosevelt), como inspirador de dicho respeto por la libertad religiosa y la dignidad humana.

Seg煤n la biograf铆a de Eleonor Roosvelt, su fe cristiana protestante, que practic贸 activamente hasta su muerte, influy贸 decisivamente en su formaci贸n y en su vocaci贸n social y pol铆tica.

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Anna Eleonor Roosevelt

Bautizada en la Iglesia Episcopal Calvario (Gramercy Park, New York City), y miembro de la Iglesia de la Encarnaci贸n en 1903, en Manhattan, se cas贸 con su primo lejano Franklin Delano Roosevelt en 1905. Los Roosevelt asistieron al principio de su matrimonio a la 聽Iglesia de la Encarnaci贸n y tambi茅n a la Iglesia Episcopal St. James, en Hyde Park, New York. Eleanor se mantuvo unida a esta 煤ltima iglesia el resto de su vida, llevando a sus hijos a la Escuela Dominical, participando en los cultos, practicando la oraci贸n familiar y la lectura de la Biblia. Poco afecta a las abstracciones teol贸gicas y a los debates doctrinales, Eleonor canaliz贸 su fe a trav茅s de las relaciones personales y las causas sociales.

Con los a帽os, sin abandonar en ning煤n momento su fe cristiana, desarroll贸 una perspectiva interreligiosa a trav茅s de su trabajo y sus viajes. 鈥淟a cuesti贸n vital que debe estar viva en cada conciencia humana es la ense帽anza religiosa de que no podemos vivir s贸lo para nosotros y que, en tanto estamos aqu铆 en este planeta, todos somos hermanos, m谩s all谩 de razas, credos o color de la piel鈥, afirmaba.

Eleonor Roosevelt bien podr铆a ocupar un lugar destacado entre la galer铆a de personalidades protestantes recogida por M谩ximo Garc铆a en su recientemente publicado 鈥淧rotestantismo y Derechos Humanos鈥, una obra en la que se pone en evidencia la conexi贸n entre la fe protestante y la conciencia sobre los derechos individuales y la dignidad de la persona.

Como observ贸 el Subdirector de Relaciones con las Confesiones, Jos茅 Mar铆a Contreras en el acto de presentaci贸n, al valorar esa conexi贸n tan bien descrita en el libro de Garc铆a: 鈥渞esulta evidente que esa conciencia no surge de un vac铆o, sino que hay unos antecedentes en las creencias que la inspiran鈥.

Pero a nuestro juicio, la verdadera 鈥渕adre鈥 de los derechos humanos no es la se帽ora Roosevelt, sino el respeto por la libertad religiosa.

Circunstancias de la vida, hoy asistimos a una triste paradoja. Mientras los huesos de Ciro el Grande se deben estar retorciendo de verg眉enza ajena ante la intolerancia religiosa de sus sucesores naturales聽-que condenan a muerte a un pastor cristiano por defender su libertad de creer y profesar su fe - en Espa帽a, los cristianos protestantes, tenemos que salir a la calle para recordar a nuestros gobernantes (presentes y futuros) que la falta de libertad religiosa -efectiva y real- no es un asunto menor, sino que afecta a nuestro sistema de valores, y socava nuestra conciencia ciudadana en cuanto a la dignidad humana y a los derechos de las personas.

Felizmente -y es lo que intentamos demostrar en esta humilde reflexi贸n- lo contrario tambi茅n es verdad.

Autor: Jorge Fern谩ndez

[1] (Naciones Unidas, Declaraci贸n Univsrsal de los DDHH, Art. 18)]

[2] La Biblia, Esdras 1:1-3

漏 2011. Este art铆culo puede reproducirse siempre que se haga de forma聽gratuita聽y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANG脡LICA como fuente.

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