SILBO APACIBLE

Despidiéndonos de Pedro Bonet

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guillem(Guillem Correa, 01/07/2011) Hay días y situaciones en las que los propios sentimientos nos son contradictorios. La despedida del amigo, hermano y pastor Pedro Bonet ha sido uno de esos días. Por un lado nos embarga la serenidad de saber donde ha ido y donde lo encontraremos. Por otra parte nos duele esta separación temporal que hemos empezado a vivir.

 

Pedro Bonet ha sido un pastor que se ha caracterizado por trabajar para la unidad del pueblo evangélico. Este año hace treinta años cuando fui a buscarle para proponerle que fuera el primer presidente del Consejo Evangélico de Cataluña. Y lo fui a buscar porque su trayectoria de trabajo en favor de la unidad de nuestro pueblo le avalaba. Antes de aceptar me preguntó hasta el detalle acerca de qué estábamos hablando. Una vez aclarado todo lo que se podía aclarar del proyecto, en ese momento, aceptó la propuesta.

Hay que poner en valor su decisión porque en aquellos días el Consejo Evangélico no era, ni mucho menos, ni para propios ni para extraños lo que es hoy en día. Lo que esto quiere decir es que aquellos fueron unos años de picar piedra, de construir una propuesta de la nada, de hacer camino al andar.

Pero su compromiso con la unidad del pueblo evangélico se hizo aún más patente en los años siguientes cuando más que una caminata a pie plano lo que hacíamos era escalar una inhóspita pared.

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El pastor Bonet, durante una intervención en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona

En su momento, el Consejo le agradeció públicamente su trayectoria porque los homenajes y los agradecimientos, si se han de hacer, deben hacerse en vida.

Pero la vida del pastor Bonet fue la de un ministerio compartido con Noemí Celma, su esposa. Porque Noemí no ha andado ni detrás ni delante de Pere. Ha caminado justo a su lado y lo ha hecho con esa elegancia y con ese "saber hacer" que tanto la caracteriza. Ambos ha sido bendecidos con unos hijos y unos yernos que no sólo son lo que son en la vida, que no es poco, sino que, además, han significado en su seguimiento de Jesús, en su trabajo para a la unidad de la Iglesia.

Su compromiso de colaboración con el Consejo le ha acompañado hasta el final. Todavía tengo viva en mi memoria su última, brillante y entusiasta participación en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona, ​​en la presentación del libro sobre las iglesias históricas en Barcelona, ​​cuando, con sus 92 años, sin papeles y en compañía de su bastón nos hizo revivir buena parte de nuestra historia y nos emocionó con sus palabras.

Terminado el acto, buena parte de la gente que me venía a felicitar por el evento me elogiaba la intervención del pastor Pedro Bonet. Yo, con una más bien mal disimulada satisfacción, les agradecía sus palabras con un "es que es uno de los nuestros".

Por esta realidad que he podido explicar y por toda aquella que ha quedado en la memoria y en el corazón de muchos de nosotros hoy reiteramos a Dios nuestro agradecimiento por la vida y el ministerio del amigo, hermano y pastor Pedro Bonet.

Autor: Guillem Correa

© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.