POR JORGE FERNÁNDEZ

ENTREVISTA A JUAN CARLOS ORTIZ

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(Jorge Fernández, 08/03/2013) El pasado sábado 2 de marzo, Actualidad Evangélica tuvo la oportunidad de entrevistar en exclusiva al pastor Juan Carlos Ortiz, durante su participación en el Congreso Nacional de FADE.

20130308-8bRecientemente retirado de su ministerio como pastor en la Catedral de Cristal -“¡Ya va la tercera vez que me jubilo!”, dice-, se muestra relajado y en plena forma, sin aparentar en absoluto los 78 años que dice tener. Sobre todo, cuando se sube al púlpito, su hábitat natural, desde donde lleva décadas alumbrando las conciencias de generaciones de creyentes evangélicos, desafiándoles a repensar su fe y “dejar los biberones” en busca del “alimento sólido”. No ha perdido el paso, que siempre pareció ir un poco por delante de los demás, lo que le ha hecho ganar fama de provocador y algún que otro dolor de cabeza. Amable y campechano en las distancias cortas, elegantemente vestido y dotado de una aire venerable por las huellas del tiempo, cualquiera diría que es el mismo hombre que en los 70 sacudió el rígido andamiaje del denominacionalismo evangélico con su famoso mensaje “Puré de papas” –incluido en su célebre libro, “Discípulos”-, que le hizo famoso en todo el mundo.

PREGUNTA: ¿Cómo prefiere que le llame? ¿"Pastor...", "Dr. Ortiz"...?

JCO: Llamame Juan Carlos, ¡soy tu hermano!

P: De acuerdo, Juan Carlos...

Para ser un hombre de ámbito tan... universal, participar en este 50 Aniversario de las Asambleas de Dios de España es, de alguna manera, como conectarse a las raíces, ¿no?

JCO: Sí, efectivamente, mi madre –que procede de los Hermanos (Hermanos Libres, les llamamos en Argentina)-, se bautizó cuando me tenía en la barriga, y yo nací y crecí en la Iglesia. Aunque nuestra aproximación a las Asambleas de Dios fue un poco casual, ya que nos mudamos de casa y resultó que el dueño era pastor de una iglesia Pentecostal; invitó a mi madre y fuimos, no fue por otra cosa.

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Entrevistador y entrevistado... | FOTO: M.Gala

P: ¿Cómo recuerda aquellos años de su infancia y juventud, en la Primera Iglesia Pentecostal Italiana de V. Devoto (Buenos Aires)?

JCO: Lo recuerdo con mucho cariño; era una Iglesia italiana, por lo tanto se predicaba en italiano, se cantaba en italiano y se enseñaba en italiano. Curiosamente, fue una iglesia fundada por hermanos de Chicago, que vinieron a Argentina a evangelizar a sus familiares. Luego, los que se convirtieron se quedaron como pastores. No tenían formación ni nada, pero supieron transmitir lo que recibieron. Allí asistí a la escuela dominical, al grupo de jóvenes, al coro y... ahí prediqué mis primeros sermones

P: Con 20 años ejerció de secretario de Tommy Hicks, allá por los años 50, en el primer gran avivamiento [1] que se recuerda en Argentina. Eso debió ser una experiencia muy impactante en la vida y ministerio de un hombre tan joven como era usted, ¿no?

JCO: Sí, sí. Tuve esa oportunidad porque él necesitaba un secretario, alguien que le tradujera en el hotel, y una de las personas de la organización se enteró de que yo hablaba un poco inglés y me llamaron. Sobre todo, quedé impactado por la vida de Tommy Hicks, un hombre que tenía una lucha permanente con el alcohol. No era alcohólico, pero tenía esa lucha como todos los alcohólicos... Sin embargo, era un hombre con una vida espiritual muy rica, muy intensa. El atendía igual al  presidente de la República, Juan Perón, que a cualquier otra persona, por humilde que fuese. Y sí, presencié muchos milagros durante ese tiempo.

P: Aquello pareció un hecho aislado. Hubo que esperar a la década de los 80 –con excepción de alguna campaña de Luis Palau-, para que aparecieran los Annacondia, Freidzon, Mottesi...

JCO: Sí... resulta sorprendente lo que Dios ha hecho en Argentina, levantando tantos evangelistas importantes... como en pocos países de nuestro entorno. No tiene una explicación natural para mí... Es algo diferente cómo Dios ha obrado en mi país...

P: Volvamos a usted. Sus predicaciones, desde la Iglesia de la calle Hidalgo en la capital porteña, y luego su libro “Discípulos”, le convertirían en un profeta moderno de fama internacional. ¿Cómo vivió todo eso, y cómo le afectó?

"... les dije a los diáconos que necesitaba tomarme un día a la semana para estar a solas con Dios. Y ellos me preguntaron: “¿Para orar y leer la Biblia y preparar sermones?". "No", les dije. [...] ¡Y no me dejaron!"

JCO: Bueno, yo no era muy consciente de todo eso. Cuando me invitaron a ser pastor en la iglesia de la calle Hidalgo... -no sé si lo recuerda aquel lugar, aquello era un corralón, pero allí vivimos cosas gloriosas-, yo predicaba y la gente tomaba apuntes y grababa cassettes. Luego esos apuntes se convertían en libros ¡que yo no había escrito! Llegó un momento en que hablé con los diáconos y les dije que necesitaba tomarme un día a la semana para estar a solas con Dios. Y ellos me preguntaron: “¿Para orar y leer la Biblia y preparar sermones?". "No", les dije. "Pero... ¿va ha hacer visitas o a hacer algo?". Y yo les dije, "No, solo voy a estar sentado escuchando lo que Dios me diga".  ¡Y no me dejaron! Así que, se lo dije a la Iglesia, que los diáconos no me dejaban un día para estar con Dios... Pero, ya desde esa época me tomo los lunes para estar sentado sin hacer nada, escuchando a Dios. Es increíble cómo, cuando paré del todo, dejé de hacer cualquier actividad -¡incluso orar y leer la Biblia!-, Dios me empezó a dar y a dar... Luego sí, escribí “Discípulos” y empecé a recibir invitaciones de iglesias... incluso Billy Graham me invitó a Lausana (en 1974) y, ¡claro!, aquello hizo que me invitaran de todo el mundo.

P: Ha escrito un libro autobiográfico “De la Selva a las Catedrales” (Ed. Zondervan). ¿Es esa una ‘evolución’ natural? Y, ¿después de las Catedrales, qué viene?

JCO: Para mí lo fue, porque yo empecé a trabajar entre los indios en Formosa. Yo le dije al Señor: “Señor, mandame adonde no haya nadie”. Y fui allí, a Formosa, más allá de donde acababan las vías del tren. Y luego, ya más adelante, a raíz de lo de Lausana, me invitaban de muchos lugares... Prediqué en casi todas las catedrales del Reino Unido y en otros países. Incluso, el Obispo de una catedral donde había predicado Calvino me invitó, aunque me decía ¡que él no creía ni en la resurrección ni en los milagros! Sin embargo, ¡quería que fuera a predicar sobre la vida en el Espíritu! Luego, ya en los últimos años, estuve como pastor en la Catedral de Cristal, en Los Ángeles, donde iniciamos la congregación de habla hispana.

P: El humor es un elemento que está siempre muy presente en sus predicaciones. A veces puede hacer exhortaciones muy severas, que remueven las conciencias, pero las “anestesia” con un poco de humor. ¿Así duelen menos?

JCO: Sí, ¡jajá! el humor es como una anestesia. Hacés reír y, ¡zás! Les clavás el puñal. Yo creo que es la herencia andaluza de mi madre, que incluso se me nota en los movimientos. No lo hago conscientemente, es algo natural. También creo que pasa, porque en un sermón hace más gracia, ya que la gente no se lo espera, al prepararse para escuchar algo serio. Si decís lo mismo en otro ámbito, la gente no se ríe igual.

P: También fue “víctima” del humor, al ser presuntamente “protagonista involuntario”  en un capítulo de Los Simpsons [2], ¿qué le pareció eso?

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Fotograma de un capítulo de Los Simpsons, en el que la Catedral de Cristal y uno de sus predicadores (¿Juan Carlos Ortiz?) son protagonistas de un involuntario cameo.

JCO: ¿Ah sí? No, no fui consciente de eso; no sabía.

P: ¿Sigue siendo tan crítico con las “Santas Tradiciones Protestantes”? ¿Cree que aún hace falta serlo?

JCO: Bueno, no se trata de criticar por criticar. Siempre trato de ser constructivo. Aunque, por decir ciertas cosas ¡me echaron de las Asambleas de Dios! (Ríe). Pero bueno, después nos amigamos (ríe otra vez). Me decían, “Juan Carlos, ¡tenías razón!”. Y ahora muchas iglesias hacen lo que yo decía que había que hacer hace 40 años... Es que, yo valoro mucho todo lo que hicieron nuestros mayores..., los misioneros que emigraron sin un peso y se la jugaron por lo que creían. Pero, ¡no debemos conformarnos! Uno tiene que intentar mejorar lo que ha recibido... Yo veo a mis nietos, por ejemplo, como manejan las computadoras y los teléfonos ¡mucho mejor que yo! ¡Y así debe ser!

P: Después de haber transitado por las selvas y las catedrales, si tuviera que elegir entre ser párroco local,  o apóstol de una Mega-Iglesia, ¿con qué se quedaría?

JCO: Bueno, te voy a contestar que, si tuviese otra vez 20 años y supiera todo lo que sé ahora..., podría hacer muchas más cosas..., seguro. Pero, volver atrás porque sí, ¡nooo!... ¡qué me lleve el Señor! Además, yo nunca me he promocionado ni he tenido una estructura de ministerio, como por ejemplo Luis Palau, Billy Graham, o Alberto Mottesi. Me parece fantástico lo que hacen ellos, pero yo...¡Ni sitio web, tengo! Y menos ahora, que tengo 78 años y puedo decir lo que quiera sin temor de que afecte a mi reputación... ¡Si ni siquiera tengo una reputación que proteger!, ¡jajá!- bromea y ríe con gesto pícaro.

P: Aunque está jubilado, se mantiene activo, viajando y predicando... ¿También escribe?

JCO: ¡Yo ya me he jubilado tres veces! Aunque me siguen invitando, y algunas invitaciones las acepto; otras no. El médico me dijo: "ahora se tiene que cuidar usted". Siempre escribo... y desde que me he jubilado, tengo más tiempo; pero escribo para mí. Le dejaré a mi hija, que también es pastora, mi computadora con todo lo que he escrito... Aunque (confiesa), tengo una carpeta que dice "Comida sólida"; ¡esto no se debe publicar!

Mis hijos hacen un chiste... Dicen que cuando los predicadores van al cielo, San Pedro les hace predicar. Y, que cuando vaya yo, empezarán a escucharme y, de pronto, el Señor Jesús empezará a tomar notas. Entonces Pedro le preguntará: “¿Pero, Señor, tú tomas notas?"; y que Jesús le responderá: "Sí, éste dice cosas que yo no había oído nunca!", ¡jajá!

Pero, en serio, yo solo predico lo que vivo. No puedo predicar sanidad porque no tengo ese don ¡Y yo voy al médico! Pero lo que Dios me da a mi, eso es lo que doy.

P: Gracias, Juan Carlos..., Pastor...

JCO: Gracias a vos.

Fuente: Actualidad Evangélica / Jorge Fernández | FOTOS: M.Gala

* * * * *

[1] El evangelista estadounidense Tommy Hicks llegó a Buenos Aires en 1954, siguiendo un llamado personal de Dios y con la seguridad de que tenía que entrevistarse con el entonces presidente, Juan Domingo Perón. Pese a que los pastores locales intentaron disuadirle, considerando la iniciativa una temeridad, Hicks consiguió que Perón le recibiera amablemente y obtuvo permiso para predicar en dos estadios de fútbol de la capital. Predicó durante cincuenta y dos días, con una asistencia total de cerca de dos millones de personas. Un diario de Buenos Aires estimó que la asistencia al culto de clausura se elevó a doscientas mil personas. Aunque también cooperaron otras denominaciones religiosas, los cultos eran típicamente pentecostales, destacándose con prominencia la sanidad divina. Los historiadores coinciden en que estas campañas de avivamiento espiritual marcaron un antes y un después en el clima espiritual y religioso de la República Argentina.

[2]20130308-8d En un capítulo de Los Simpsons, la famosa serie animada de TV, Hommer sobrevuela accidentalmente la Catedral de Cristal mientras uno de los pastores (con rasgos latinos, que podría ser una caricatura de J. C. Ortiz), se encuentra predicando a la Iglesia. La secuencia puede verse en: http://www.youtube.com/watch?v=daifXC1HaXg