MATANZA Y TERRORISMO ULTRADERECHISTA EN ALEMANIA

Un informe revela que el terrorismo ultraderechista se ha triplicado en Occidente

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“Es una epidemia y no va a pararâ€, advierten los expertos

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Agentes de la policía inspeccionan un local, tras los dos tiroteos de Hanau. Foto: ARMANDO BABANI (EFE)

(ALEMANIA, 21/02/2020) La matanza de ayer en la localidad alemana de Hanau, cerca de Fráncfort, en el oeste de Alemania, ha conmocionado a toda Europa y ha encendido todas las alarmas sobre el crecimiento del “terrorismo†de ultraderechista en Alemania y en Occidente.

Eran las diez de la noche cuando Tobias R., un alemán de 43 años, abrió fuego en un bar frecuentado por extranjeros cerca del centro. Al primer tiroteo le siguió un segundo en otro bar, causando un total de nueve muertos. Horas más tarde, las fuerzas especiales localizaron el vehículo con el que el atacante se había dado a la fuga. Subieron al domicilio y encontraron el cadáver del presunto autor junto al arma homicida y a su madre, de 72 años, también sin vida. Ambos presentaban heridas de bala.

NO ES UN CASO AISLADO

Esta matanza, perpetrada en principio por un “lobo solitarioâ€, está lejos de ser un caso aislado. Esta misma semana la policía alemana desarticulaba una banda de 12 individuos, todos nacionales y entre ellos un policía, que preparaban una cadena de atentados contra mezquitas en hasta 12 localidades distintas.

"Lo que ha salido a la luz con estas detenciones es terrible y refleja lo rápidamente que se produce la radicalización en los círculos de la extrema derecha", declaró el portavoz del ministerio de Interior, Björn Grünewälder. El Gobierno de Angela Merkel, quien declaró que “el racismo es un venenoâ€, ha anunciado que se tomarán medidas para proteger todos los lugares de culto y asegurar que la práctica de la religión en este país se hace libremente, sin miedos ni amenazas. Hasta ahora, sólo las sinagogas reciben protección especial por parte de la policía en Alemania.

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Manifestantes ultraderechistas

Las cifras son incontestables: el terrorismo de extrema derecha está en auge en Occidente. Los ataques ultras han experimentado una subida del 320% en los últimos cinco años en Europa, América del Norte y Oceanía.

Poohl cree que hay más reticencias a calificar de terroristas a los ultras, a diferencia de los lobos solitarios yihadistas.

Son, además, cada vez más letales. Si en el 2017 se cobraron 17 vidas, al año siguiente fueron 26 y se dispararon a 77 en el 2019, según recoge el índice de terrorismo global que elabora el Institute for Economics and Peace (IEP).

“El terrorismo es un instrumento político que la extrema derecha lleva utilizando desde hace décadas en Occidente. Sin embargo, tenemos una tendencia a tratar este tipo de atentados como casos aislados y no como una campaña en cursoâ€, advierte Daniel Poohl, director de la revista sueca Expo, la publicación de referencia sobre los movimientos ultras en el norte de Europa que fue fundada en 1995 por el fallecido Stieg Larsson. Según Poohl, Occidente debe abrir los ojos: “Estamos ante una epidemia de terrorismo de extrema derecha. No va a pararâ€, señala.

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Todas las miradas están puestas en Alternativa para Alemania (AfD), el partido de extrema derecha al que el resto de la clase política alemana acusa de incitar al odio y legitimar desde el Parlamento la xenofobia con su discurso antiinmigración. / FOTO: EMMANUELE CONTINI

El camino lo marcó Anders Breivik. El ultra noruego, que en julio del 2011 mató a 77 personas en un doble atentado en Oslo y en un campamento laborista, es “a la vez precursor y referente de esta nueva ola de violenciaâ€, ha escrito el experto francés en terrorismo Jean-Pierre Filiu.

El patrón Breivik se ha ido repitiendo: un terrorista que actúa en solitario y que deja un manifiesto â€“en forma de carta o vídeo– donde desgrana sus motivaciones y su visión del mundo. “Hay un evidente elemento narcisista, la oportunidad de convertirse en héroes en su burbuja, y por eso una parte muy importante de la organización del ataque es pensar cómo este será explicado y recordadoâ€, señala Poohl.

Son lobos solitarios en cuanto su modus operandi –no tienen ninguna organización detrás, ni han recibido entrenamiento o armas– pero es evidente que comparten referencias y se sienten parte de un movimiento global, aunque sea una nebulosa conspiranoica y racista.

Poohl cree que hay más reticencias a calificar de terroristas a los ultras, a diferencia de los lobos solitarios yihadistas.

Como hizo Breivik, Brenton Tarrant, autor de la masacre antimusulmana de Christchurch, dejó un texto titulado “La gran sustituciónâ€, en el que arengaba sobre una conspiración para perpetrar un “genocidio blanco†mediante la inmigración musulmana. El mismo término empleó John Earnest, el atacante de una sinagoga en California, pero culpando a los judíos. Antes de matar a 22 personas en El Paso, Patrick Crusius colgó un manifiesto en la red en el que decía estar combatiendo “la invasión hispánica†de Texas. Y Tobias Rathjen, el asesino de Hanau, también dejó un “mensaje al pueblo alemánâ€, donde deplora la presencia de “grupos étnicos, razas o culturas en nuestro medio destructivas en todos los sentidosâ€.

Son lobos solitarios en cuanto su modus operandi –no tienen ninguna organización detrás, ni han recibido entrenamiento o armas– pero es evidente que comparten referencias y se sienten parte de un movimiento global, aunque sea una nebulosa conspiranoica y racista.

Poohl insiste en que el terrorismo es un instrumento al servicio de una ideología política. “La ultraderecha abomina de la sociedad multicultural. Si vives convencido de que la inmigración es una amenaza, cada vez que ves alguien que no es del color o la cultura que tú quieres te parece que estás a un paso del colapso total. Y siempre habrá una minoría radical que llegará a la conclusión que hay que pasar a la acción. Ya sea matándoles, en el caso más extremo, o simplemente acosándoles. Todo forma parte de una estrategia para que estas minorías no tengan un lugar en nuestra sociedadâ€, señala el experto.

Poohl detecta una mayor reticencia a calificar a los atacantes de extrema derecha de terroristas, a menudo tachados de desequilibrados, a diferencia de los lobos solitarios yihadistas.

Advierte además que no puede desligarse de un contexto en que otros partidos, y no sólo los de extrema derecha, han aceptado el principio de que los problemas de la sociedad europea tienen que ver con la inmigración o concretamente con los musulmanes. “Esto no significa que todo el mundo que critique la política migratoria esté a favor del terrorismo o la violencia, pero tenemos que entender que hay elementos radicales que sí que están dispuestos a utilizarlaâ€, afirma.

Poohl detecta una mayor reticencia a calificar a los atacantes de extrema derecha de terroristas, a menudo tachados de desequilibrados, a diferencia de los lobos solitarios yihadistas. “Un ataque islamista siempre tendemos a verlo como parte de un patrón más amplio. Entendemos que forma parte de la estrategia de una ideología política malévola. Con la ultraderecha, en cambio, solemos olvidarnos de este patrón e intentamos entender al individuo detrás del ataqueâ€, reflexiona el director de Expo . “Eso ocurre porque le vemos como un miembro de la sociedad y queremos entender los factores individuales que le han llevado a cometer este acto. De los yihadistas no nos interesan tanto estas particularidades, los vemos como soldados leales dentro de una campaña. Es un error, porque todo atentado se inscribe en un patrón más grande pero también tiene una dimensión individual. Deberíamos ser capaces de contemplar ambas perspectivas, hay mucha información que podemos extraer para evitar más atentadosâ€.

Fuente: La Vanguardia / Edición y redacción: Actualidad Evangélica