OPINIÓN | SIN ÁNIMO DE OFENDER - por Jorge Fernández
“Ignacio Echeverría, el español que venció al ISIS”
Ignacio Echevarría, "el héroe del monopatín"
(JORGE FERNÁNDEZ, 08/06/2017) El 12 de Julio de 1997 la banda terrorista ETA asesinaba al joven concejal vasco, Miguel Ángel Blanco, con dos disparos en la cabeza. Los asesinos no lo sabían pero, con ese acto, se habían pegado un tiro en el pie. La indignación popular que provocó ese asesinato dio a luz el llamado “espíritu de Ermua” y marcó el inicio del fin para ETA.
Hoy, 20 años después, otro joven español se ha convertido en el involuntario héroe que, con su vida y con su muerte, nos señala el camino para acabar con otra banda de asesinos terroristas; en este caso, ISIS-Daesh. Y puede que, algún día, las hemerotecas y los libros de historia recuerden su acto de arrojo con un titular como el que hoy, desde una intuición muy personal, aventuramos aquí.
¡estaría bien que así fuera!, que la imagen de Ignacio con su monopatín se convirtiera en un icono que reemplazara, por ejemplo al Che Guevara, en las camisetas de millones de jóvenes europeos, tan necesitados en estos momentos de referentes éticos. |
La imagen del ferrolano Ignacio Echevarría, intentando defender con su monopatín a una mujer que estaba siendo apuñalada por un terrorista, quedará grabada para siempre como un poderoso icono en nuestro imaginario colectivo contra la barbarie criminal de ISIS. Y, puestos a dar ideas, ¡estaría bien que así fuera!, que la imagen de Ignacio con su monopatín se convirtiera en un icono que reemplazara, por ejemplo al Che Guevara, en las camisetas de millones de jóvenes europeos, tan necesitados en estos momentos de referentes éticos.
Y digo esto porque, por todo lo que hemos sabido tras su muerte, Ignacio era la viva encarnación de muchos de los mejores valores humanos universales. Era un joven abogado de 39 años, Licenciado en Derecho en la Universidad Complutense de Madrid y con un máster en La Sorbona de París. Era un hombre sociable y familiar, amante del skate, la pesca y el surf, que hablaba con fluidez cuatro idiomas (español, inglés, alemán y francés), y trabajaba en el Banco HSBC como analista de prevención de blanqueo de capitales. Su especialidad era, precisamente, expulsar del sistema bancario las operaciones con origen o destino en países no colaboradores con la lucha con el terrorismo, como Siria o Yemen.
La demostración de su valor y arrojo (...) contrasta con la cobardía de asesinos que atacan a mujeres indefensas por sorpresa, y deja claro quién es un verdadero mártir: no aquel que se inmola matando inocentes, sino al revés, aquel que es asesinado protegiendo inocentes. |
Era «un trabajador infatigable», «humilde y muy ético», «muy religioso, iba todos los domingos a misa. Era muy solidario». Ese es el perfil que han trazado uno de sus hermanos y sus amigos.
¡Vamos!, que si los terroristas hubieran querido encontrar una víctima como con la que tropezaron fortuitamente, que encarnara lo valores que en su enfermiza lógica tanto desprecian, ¡no hubieran podido encontrar a nadie más indicado! O... ¡quién sabe!, quizás, como en el caso de Miguel Ángel Blanco, a nadie más “contraindicado” para sus intereses.
Sí, porque la muerte heroica de este joven español-europeo podría (y debería) servir para reforzar nuestra moral ciudadana contra las amenazas de aquellos que no tienen nada más que exhibir, aparte de su odio enfermizo y su manifiesta cobardía. Debería servirnos para recordarnos que, con nuestros “monopatines” (símbolo de alegría sencilla y de libertad), nuestro trabajo honesto y nuestros mejores valores humanos, terminaremos por vencer al terrorismo; igual que pasó con ETA.
Pero, además, la muerte de Ignacio también debería servir para avergonzar, desmoralizar y disuadir a potenciales reclutas o cómplices de ISIS-Daesh. La demostración de su valor y arrojo al arriesgar su vida por salvar a una mujer desconocida, enfrentándose a dos o más asesinos armados con cuchillos, sin más armas que su ética, su valor y su monopatín, contrasta con la cobardía de asesinos que atacan a mujeres indefensas por sorpresa, y deja claro quién es un verdadero mártir: no aquel que se inmola matando inocentes, sino al revés, aquel que es asesinado protegiendo inocentes.
Ignacio ya venció al ISIS. Imitémosle nosotros también, afirmándonos en nuestros valores espirituales, ejerciendo nuestra libertad con normalidad y trabajando cotidianamente, cada uno desde nuestro lugar de influencia, por combatir las injusticias y ayudar a los necesitados. Ese es el camino por el que, con la ayuda de Dios, nosotros también, y de forma completa y efectiva, venceremos al terror.
Autor: Jorge Fernández
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