500 AÑOS DE REFORMA - por Juan Manuel Quero
Mujeres jóvenes, nobles y valientes, lucharon por su fe en Cristo
(JUAN MANUEL QUERO, 17/02/2017) | Todavía sigue siendo significativa la rémora que, sobre la femineidad, sigue existiendo en todos los ámbitos. Uno de los síntomas para afirmar esto, es que todavía la mujer tiene que seguir peleando por sus derechos como mujer, como si la razón de sexo tuviera todavía fuerza normativa al respecto.
Hablar sobre este tema, a muchos les parece desproporcionado, porque lo normal es hablar más bien de los derechos del hombre de forma singular, y de la mujer como una regulación derivada. Pero quisiera que volviéramos a reflexionar sobre este tema con el trasfondo de la Historia del Protestantismo; pero, en especial, teniendo en cuenta la Palabra de Dios que es la que nos impulsa en la fe y en las convicciones para cambiar los corazones de las personas, y por extensión el de las sociedades, también en estas cuestiones.
«Huida de una hereje, 1559» de John Everett. [Consultada el 08 de diciembre de 2017]. |
En el contexto de mi país, España, que lleva más de 30 años adherido a la Unión Europea, y que se proyecta como un país desarrollado con una democracia moderna, en su propia Constitución vigente se puede también vislumbrar la discriminación sexista, como se constata en la sucesión de la monarquía[1]; aunque este sea otro tema. Que en pleno siglo XXI se siga considerando a la mujer de esta manera, ya no es algo cultural. Lo cultural siempre ha sido tratado por la teología protestante con cierto respeto, sobre todo para poder llegar con el evangelio al corazón de las personas, procurando que los mores[2], o tradiciones incardinadas en los pueblos no sea un obstáculo, como incluso también abordaría el mismo apóstol Pablo: «A los débiles, me he hecho como débil para ganar a los débiles: A todos me he hecho todo, para que de todos modos salve a algunos» (1ª Cor. 9:22). Pero esto ya no es una cuestión cultural, sino de poder, de machismo y de «voluntad imperialista» que intenta someter a la mujer a los designios del hombre, ya no tanto por creer que la mujer vale menos, sino para hacer ver que el hombre tiene preeminencia, como si tuviera cierto complejo de inferioridad y necesitara instrumentalizar a la mujer para adquirir un sentido de preponderancia.
Por todo ello, creo que sigue siendo importante hablar de la relevancia que tantas mujeres han tenido en la Historia de la Humanidad, y cómo el protestantismo también le ha dado un trato menos discriminatorio, buscando que la igualdad entre hombres y mujeres pueda ser una realidad. La falta de una hermenéutica adecuada, y dentro de corrientes fundamentalistas, ha influido para que se llegue a creer que la Biblia habla de la mujer como quien, por deseo y voluntad divina, es la que tiene que someterse al hombre, y esto puede ser aplicado de manera muy perniciosa; pero, no hace falta profundizar demasiado para hacer ver que la Biblia enseña algo muy diferente a esto. Una proclamación abierta y libre de hermenéuticas esclavistas e interesadas fue llevada a cabo por el protestantismo, haciendo que la verdad bíblica prevaleciera.
En España también la Reforma del Siglo XVI tendría mujeres excelentes, que lucharían para que el evangelio cundiera en los pueblos españoles. Mujeres como María de Cazalla, de mediados del siglo XV, originaria de Palma del Río (Córdoba), que fue identificada como «alumbrada» y que aceptó las enseñanzas protestantes y las enseñó, destacando entre su familia teólogos y luchadores que en Valladolid procuraron centros de divulgación del evangelio de Jesucristo. La sevillana María Bohórquez, de mediados del XVI, también participó en difundir la Biblia, siendo reconocida como una de esas protestantes dentro de lo que llamaban la «herejía dogmatizante». Su lucha en pro de la libertad de conciencia, de creer lo que personalmente una considerara necesario, le convertiría en una de las mártires ejecutadas en la hoguera por la Inquisición española. Serían muchas las mujeres que destacarían, y que desde las filas del protestantismo arriesgaron sus vidas, sin escatimar el esfuerzo y su integridad física como algo que fuese suficiente para frenar el avance de su fe y expresión de la misma. Mujeres como Francisca Chaves, María de Virués, María Coronel, María Gómez, Leonor de Vivero, Ana Enríquez, Beatriz de Vivero, Francisca de Zúñiga, Isabel de Estrada, Juana Velazquez, Juana de Silva, Catalina Ortega, y un largo etc., formarían parte de este elenco de protagonistas que, sin quererlo ser, lo fueron y manifestaron que la mujer también era relevante a pesar del machismo y la ceguera espiritual.
Hay una obra de arte pictórico, de óleo sobre lienzo, del pintor John Everett Millais del XIX (1857), es decir, de estilo romántico, que se titula «Huida de una hereje, 1559»[3]. Recoge una muy interesante escena, que nos muestra a una joven mujer, condenada a muerte, a la hoguera, ya que tenía colocado el sambenito que muestra un busto en la hoguera y demonios alrededor, lo que indicaba este tipo de «relajamiento»[4]. Pero esta joven valiente, está siendo liberada de una cárcel de Valladolid por un monje, mientras otro está atado por su propio rosario. En la imagen que congela la escena, se puede observar un dominico atado por su propio rosario con su inconfundible hábito blanco y negro. Su boca es amordaza precisamente por su símbolo de talla, que parece evocarnos el Salmo 115, en el que la Biblia nos aclara que las imágenes (ídolos) tienen boca, pero no pueden hablar, y de la misma forma ocurre con los que los crean. El joven monje franciscano, en realidad es un luterano: Muchos monjes agustinos y franciscanos se convertirían a la fe protestante. Bajo el hábito de este, se puede ver el puño de la vestimenta que lleva debajo, en el que se impresiona el símbolo de un corazón con la flor lis, el símbolo creado por Lutero. Así, Millais identifica a este joven como un converso que de forma ferviente arriesga su vida para salvar a aquella joven protestante. La mujer se quiere identificar con María Juana Acuña y Villajos, que según el hispanista inglés William Stirling, fue señalada como una hereje obstinada. El pintor del romanticismo del XIX, Millais, tuvo correspondencia con Stirling, por lo que se cree que esta fue su fuente de información para esta pintura, que corresponde a 1559. Este año fue cuando se celebraron tres autos de fe donde se condenaron a muchos protestantes. Dos de ellos serían en Valladolid, como indica Stirling, presidido este por el mismo rey, Felipe II. Según el relato de Stirling, Juana Acuña saldría de la prisión vallisoletana con los hábitos del dominico, ya que con su capucha pudo esconder su rostro y salir así sin ser identificada. Algunos creen que el nombre de la mujer no corresponde al indicado, por no haberse encontrado en los archivos de los condenados, y que podría ser ficticio, para simplemente identificar, algo que era común; esto es que fuese una mujer noble, pues Acuña era un apellido muy conocido en Valladolid como perteneciente a esta clase. Se plasmarían también los métodos que también podrían haber sido identificados después, en otros muchos casos de protestantes que pudieron escapar de la prisión y de la hoguera[5].
Esta escena, representativa de lo otros muchos sucesos que buscaron erradicar la Reforma Protestante del Siglo XVI de España, nos muestra valentía; pero también amor por el Señor, y por aquellos que también eran los hermanos en la fe, por quienes arriesgaban sus vidas para apoyarles. Una lucha por la defensa de una fe, y la unidad de un pueblo que procuraba seguir a Cristo de forma libre, y no bajo las imposiciones de quienes se creían tener el monopolio de la fe.
[1] «Constitución Española». Título II «De la Corona»; Art. 57. En este artículo se regula quiénes podrán ser los herederos de la corona, y entre las diferentes pautas, y siguiendo la prelación de edad de los hijos, se explica que el hombre tendrá prevalencia sobre la mujer en este sentido.
[2] Término sociológico, que aun siendo de etimología latina, nos viene del inglés, introducido por William Graham Sumner (1840–1910. Hace referencia a todas esas normas sociales que pueden configurar una moral en un lugar determinado.
[4] «El relajamiento» para la Inquisición tenía el significado de quitar la vida por condena a muerte.
[5] Cf. Ignacio Panizo Santos. «Aproximación a las fuentes iconográficas relativas a la Inquisición en las exposiciones temporales de arte. Observaciones al cuadro de Millais “La huida de una hereje, 1559”». [En línea. Disponible en: <http://www3.ufrb.edu.br/simposioinquisicao/wp-content/uploads/2016/04/Ignacio_Panizo.pdf> pp. 7-21. [Consultada el 8 de diciembre de 2017].
Autor: Juan Manuel Quero
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