500 AÑOS DE REFORMA - por Juan Manuel Quero
Reinas protestantes en territorio de España
(JUAN MANUEL QUERO, 02/12/2016) | Las «placas tectónicas de la geografía política» estaban en pleno movimiento en tiempos de la Reforma Protestante. El feudalismo consolidaría reinos, y estos avanzarían y retrocedían con sus castillos, con sus iglesias y con sus vulnerables y explotadas sociedades.
tos movimientos, estaban sacudiendo las soiedades europeas del Renacimiento; pero en España se daba con una característica muy peculiar. A pesar de que los Reyes Católicos fuesen símbolo de unidad, por vincular los reinos de Castilla y de Aragón, con el matrimonio de Isabel y Fernando, esta unidad todavía sería un símbolo, más que una realidad. La unidad todavía no estaría bien definida, y aún pasados los años, e incluso, llegando a nuestro tiempo, la idiosincrasia de España todavía tendrá esta característica de «diferentes reinos». El esfuerzo hegemónico de estos reinos conllevaba la unidad católica, en el que la mujer, recordemos, tenía un trato bastante discriminatorio.
En este tiempo también había en España una reina que era protestante, se trataba de Juana III Reina de Navarra, conocida también como Juana de Albret. Era hija de los reyes protestantes Enrique II rey de Navarra y Margarita de Angulema o de Navarra, los cuales también habían abrazado el protestantismo. |
Pero, la paradoja se da incluso en estos reyes, que tendrían el apelativo de «Católicos». La unidad se veía atacada, pues cuando todo el mundo parecía ser católico, ahora, habría que distinguir, de ahí el apelativo. La paradoja también estaría integrada en esta dinastía Trastámara, incluso en la forma en la que solía nombrarse a los reyes, ya que Isabel solía ser nombrada antes que Fernando, dejando incluso entrever el papel preponderante de ésta con respecto al rey.
Dominico Fancelli, escultor del sepulcro que se puede ver en la Capilla Real de los Reyes Católicos, en Granada, nos hizo un significativo «guiño escultórico» sobre esto. Se puede ver que la cabeza de Isabel está notablemente más hendida en su almohada fúnebre, que la de Fernando, queriendo denotar «el mayor peso» de la inteligencia de la reina católica, toda una mujer «de armas tomar».
Unos 25 años antes del inicio de la Reforma Protestante, es decir, en 1492, fue reconquistado el último reducto de Al-Ándalus en Granada, siendo evidente que los moros también dejaron su impronta social, con atavismos muy fuertes en cuanto a la mujer se refiere. Recordamos las palabras de la madre de Boabdil el Chico, ‒ último rey de la dinastía nazarí‒, cuando tuvo que entregar las llaves de Granada: «Llora como mujer, lo que no supiste defender como hombre». En esta frase se destacaría de forma indirecta, el papel de la mujer en este tiempo. Todo esto ocurría el mismo año que se descubría América, y que incluso se ordenaba la expulsión de los judíos de España. En este contexto, España vivía extravagancias muy curiosas. Al mismo tiempo, se permeaba la sociedad de machismo, lo que significaba que la mujer habría de estar en una constante tensión, para poder destacar en su faceta intelectual, o simplemente en su empeño de tener los mismos derechos que el hombre.
En este tiempo también había en España una reina que era protestante, se trataba de Juana III Reina de Navarra, conocida también como Juana de Albret. Era hija de los reyes protestantes Enrique II rey de Navarra y Margarita de Angulema o de Navarra, los cuales también habían abrazado el protestantismo. Margarita fue una protectora de muchos protestantes de la Reforma, entre ellos del mismo Juan Calvino[1], quien dedicaría a ella su trabajo de las «Instituciones»[2]. Navarra fue incorporada en 1512 al conjunto de los reinos que iban conformando la España actual. La reina Margarita que destacaba por ser una mujer muy avanzada en su época, sabía griego y latín, y además era escritora. Buscaría una buena educación, para su hija Juana. Esta educación conllevaba también la orientación en los principios de la fe evangélica. Juana III sería fruto de todo este cuidado y de sus propias y firmes decisiones. Fue una mujer que era protestante, que era reina, y que además era de un reino de España. Habría que tener en mente, que el plenipotenciario Felipe II de España, le pediría matrimonio, pero esta lo rechazó, con todo lo que esto le podría suponer.
A pesar de la inestabilidad de estos reyes borbones, Juana fue coherente, y aun arriesgando su vida por mantener su fe, luchó y dejó un interesante legado. |
Se data la conversión de Juana al calvinismo en 1560, y en 1572 la fe protestante se reconocería como oficial en el Reino de la Baja Navarra (transpirenaica), después de diversas situaciones adversas. Su reinado en tiempo de complicadas batallas en Francia, le hizo también participar, encabezando tropas protestantes (hugonotes) en Bearne, ya que, como vizcondesa tenía competencias de regencia. Esta mujer marcó la historia tanto de España como de Francia, dejando un legado de coherencia respecto a su fe protestante. Educó a sus hijos Enrique y Catalina en los principios protestantes que ella creía, Recibió en su residencia al protestante Antonio del Corro, quién daría clases de castellano a su hijo Enrique. Sin embargo, los componentes de esta familia no fueron tan fieles como ella. Su marido Antonio de Borbón también era protestante (en la genealogía borbónica de los actuales reyes de España también hubo protestantes), aunque fue bastante inestable según intereses políticos y personales. A pesar de ello, y de la oposición que este infligió a su esposa Juana, la Reina Protestante se mantuvo impertérrita en su decisión de ser cristiana como enseña el evangelio[3]. Uno de sus hijos, Enrique III de Navarra y IV de Francia, también era protestante, pero siguió de alguna forma los pasos de su padre Antonio. Fue a este rey, Enrique, al que se le atribuyeron las palabras de «Paris bien vale una misa», volviéndose al catolicismo, para poder reinar como Enrique IV en Francia, ya que de otra manera no se lo permitirían.
A pesar de la inestabilidad de estos reyes borbones, Juana fue coherente, y aun arriesgando su vida por mantener su fe, luchó y dejó un interesante legado. Aunque éste fue amplio, cabe mencionar que hizo que se publicara un catecismo de Calvino; fundó una academia protestante, y procuró que hubiese una educación para todos; y también facilitó, lo que fue la primera traducción de un Nuevo Testamento al euskera, que realizaría Joanes Leizarraga, pastor de una iglesia reformada en Navarra. Juana III recibiría humanistas, y reformadores, teniendo contacto como sus padres, con Calvino mismo. Su hija Catalina seguiría el ejemplo de su madre, a pesar de las presiones de propio hermano Enrique III de Navarra o IV de Francia, que incluso le amenazó de quitarle su protección si ella no abjuraba de la fe protestante, a lo que ella respondería con convicción y entereza: «Si me desamparáis, Dios nunca lo hará: esa es mi confianza. Prefiero ser la más miserable en la tierra, que dejarle por los hombres.»[4]
Mientras en Sevilla la Inquisición intentaba quemar y borrar cualquier vestigio de la Reforma, por el Norte se abría una puerta, que sería pasillo para proyectar el evangelio a Francia y a España |
Mientras en Sevilla la Inquisición intentaba quemar y borrar cualquier vestigio de la Reforma, por el Norte se abría una puerta, que sería pasillo para proyectar el evangelio a Francia y a España. Desde aquí, no solamente se daría cobijo a la Reforma Protestante, sino que sería lugar estratégico para catapultarla. Shakespeare, ante todo lo que se fraguaba en Navarra, diría que esta sería el «asombro del mundo», palabras que diferentes historiadores unen a los modernos proyectos de la Corte Protestante de Navarra.
Fueron tres mujeres regentes, tres generaciones, tres heroínas de la fe protestante en Navarra, Margarita, Juana y Catalina; abuela, madre e hija. La fe no tiene ni signo femenino, ni masculino, la fe se desarrolla de la misma forma, cuando ésta se deposita en el Dios de la Biblia. Él es el único que tiene poder para trascender los designios y políticas humanas, y acercar su reino, que es eterno, y que no admite la manipulación de aquellos que quieren erigirse en sus protagonistas.
[1] C.H. Irwin. Juan Calvino: Su vida y su obra. [Traducido del inglés por Carlos Araujo García]. Madrid: Sociedad de Publicaciones Religiosas, s.f., pp.23-24.
[2] Williston Walker. Historia de la Iglesia Cristiana. Missouri: Casa Nazarena de Publicaciones, s. f., p. 391; Kenneth Scott Latourette. Historia del Cristianismo, tomo 2. El Paso, Texas: Casa Bautista de Publicaciones, 1979, p. 116; Valerie Foucachon. «Margarita de Navarra (1492-1549)». En: Cinco mujeres importantes de la Reforma sobre las que debemos saber. [En línea]. Disponible en: <https://evangelizadorasdelosapostoles.wordpress.com/category/iglesia-presbiteriana/> [Consultada el 16 de noviembre de 2016].
[3] Félix Benlliure Andrieux. Los Hugonotes: Un camino de sangre y lágrimas. Viladecaballs (Barcelona): Editorial Clie, 2006, pp. 74 ss.
[4] «Catalina de Borbón». En: La Fe viva en las mujeres (1). [En línea] Disponible en: <http://protestantedigital.com/magacin/11846/Catalina_de_Borbonarla> [Consultada el 16 de noviembre de 2016]; Roldán Jimeno. «Shakespeare afirmó que la Corte protestante de Navarra sería el asombro del mundo». Navarra, 14 de junio de 2012. [En línea]. Disponible en: <http://protestantedigital.com/ciudades/27530/Shakespeare_afirmo_que_la_Corte_protestante_de_Navarra_seria_el_asombro_del_mundo> [Consultada el 16 de noviembre de 2016].
Autor: Juan Manuel Quero
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