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500 AÑOS DE REFORMA - por Juan Manuel Quero

«Los misioneros de la Biblia», eran gente del pueblo

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Antiguos "colportores". Una vez realizadas las traducciones de la Biblia en lengua vernácula, quedaría pendiente un trabajo fundamental y vocacional, para que la Biblia pudiese llegar a todo el mundo, esto sería su distribución; «ponerla en manos de todos».

(JUAN MANUEL QUERO, 22/08/2016) |  «Ni Juan ni Juanillo», reza el dicho español para hacer ver que no hay que irse a los extremos. En este caso el extremo en diminutivo, hace referencia a la cercanía, y a la humildad.

Quisiera destacar que la Reforma Protestante también estaría integrada por muchos importantes personajes, que serían «juanillos», es decir, personas que caminarían con el pueblo siendo uno entre otros, sin que esto les quitara autoridad. «Juanillo» en las manos de Dios no es un donnadie, sino alguien que interiorizaba el Evangelio de Jesucristo, y que entiende lo que significaba servir a su prójimo: «Pero no es así con vosotros; antes, el mayor entre vosotros hágase como el menor, y el que dirige como el que sirve» (Lucas 22:26). Creo que somos autorizados, reconocidos y usados para bendecir a otros, cuando, no desde el tratamiento de cortesía, ni desde la posesión profesional, ya sea secular o religiosa, nos imponemos, o procuramos que se acepten las cosas. Es estando con el pueblo, como se llega a este, dando y recibiendo, y en esa participación, Dios forja y forma su iglesia.

El término «colportor» se remonta a la Edad Media, cuando los vendedores portaban colgado al cuello su pequeño tenderete, para ofrecer lo que tenían. Un colportor era una persona que se entregaba de forma ambulante a la difusión de la Biblia y literatura relacionada.

Quisiera a modo de ejemplo de lo que digo, referirme a dos personajes que aportaron mucho a nuestra historia como evangélicos, y que pueden representar a otros muchos, en esa preciosa transformación de vidas que Dios está realizando cuando somos fieles a su Palabra, y en obediencia la compartimos, no de forma mecánica, ni por motivos lucrativos o interesados, sino porque nos es impuesta necesidad para ello.

Una vez realizadas las traducciones de la Biblia en lengua vernácula, quedaría pendiente un trabajo fundamental y vocacional, para que la Biblia pudiese llegar a todo el mundo, esto sería su distribución; «ponerla en manos de todos». Este sería el papel de muchos hombres y mujeres que serían enviados por iglesias y sociedades bíblicas. Son los que yo llamo «los misioneros de la Biblia». A lo largo de la historia fueron conocidos como «colportores». Muchos serían maestros, pastores, e incluso profesionales adinerados, pero, en realidad todos tenían una característica común, su sencillez y accesibilidad para todos.

El término «colportor» se remonta a la Edad Media, cuando los vendedores portaban colgado al cuello su pequeño tenderete, para ofrecer lo que tenían. Un colportor era una persona que se entregaba de forma ambulante a la difusión de la Biblia y literatura relacionada. Así se moverían por todos los caminos de nuestro mundo. Esto no era precisamente el espacio de un lujoso púlpito de una iglesia, o una cátedra que representaba una autoridad incontestable, era un espacio humilde, para presentar algo grandioso.

Ya en el inicio de la misma Reforma Protestante, encontraríamos la figura del colportor, como alguien que tenía carga por la gente que no conocía las Sagradas Escrituras, y por lo tanto por aquellos que necesitaban experimentar la salvación de Cristo. --Esto sería mucho antes de que se formaran las sociedades bíblicas en diferentes países.

“JULIANILLO” HERNÁNDEZ

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Talla de madera que representa a Julián Hernández

Uno de estos «misioneros de la Biblia», a quién quisiera poner como ejemplo de humildad, a pesar de tener autoridad, y de ser una de las joyas de la Reforma Protestante en España, sería Julianillo, nombre con el que se haría popular, aunque se llamaba Julián Hernández. Dios ya lo estaba preparando para esta tarea, pues en tierra germana ya trabajó en una imprenta como cajista. Aunque era natural de Valverde de Campos, Valladolid, muy joven tuvo que marchar a los Países Bajos, y posteriormente a Alemania. Pudo viajar por diferentes lugares, y adquirir, una cultura bastante amplia, a pesar de no tener una gran educación reglada. Sería en estos países donde conocería el evangelio, y la labor que la Reforma Protestante estaba realizando. Ya como creyente, y protestante se afincó en Sevilla, donde fue diácono de la congregación evangélica. Sería en Ginebra donde intentaría conseguir la literatura que tanto le había ayudado a él, para pasarla a España. Según el escritor y pastor, José María Martínez, él mismo sería quien, posteriormente, también nutriría de textos de la Biblia a la iglesia reformada de Valladolid[1]

El escritor Samuel Vila diría que: «Julianillo Hernández es el héroe por antonomasia de la Reforma española del siglo XVI»

En Ginebra tuvo la valiosa ayuda del protestante español Juan Pérez de Pineda. Sería los Nuevos Testamento publicados por Juan Pérez los que Julianillo pasaría a España. Se cuenta que lo hizo creando un doble fondo en barriles de vino de borgoña. Sería en 1557 cuando sería interceptado por la «Santa Inquisición», y encarcelado durante 3 años, durante los cuales sufrió diferentes torturas, sin conseguir ni que adjurara, ni que delatara a otros. En el segundo auto de fe de 22 de diciembre de 1560, junto a otros hermanos en Cristo de la congregación de Sevilla, sería mártir de Jesucristo, como «misionero de la Biblia», siendo quemado vivo.

El escritor Samuel Vila diría que: «Julianillo Hernández es el héroe por antonomasia de la Reforma española del siglo XVI»[2]. Sin embargo, sería «Julianillo», un hombre del pueblo, para servir a Dios, sirviendo al pueblo con gran valentía. Algunos dicen que le llamaban Julianillo por su fragilidad, delgadez y joroba que le hacía más pequeño. Pero este era uno de los hombres más fuertes de la Reforma Protestante. Incluso el historiador católico Menéndez Pelayo, en su Historia de los Heterodoxos españoles, habla de Julianillo, como alguien a quien nadie podría domeñarle. Su propio amigo, Juan Pérez de Pineda escribiría lo siguiente como carta consolatoria:

Vuestras barbas largas y enmarañadas, vuestras vestiduras inmundas y rotas de las inmundicias de las cárceles, las mordazas que os echan, las sogas y cordeles con que os atan, y los garrotes con que os aprietan, todas esas cosas las convierte Dios  en lenguas, que con gran armonía cantan alabanzas de Jesucristo y descubren que sólo  Él  es Señor y Redentor[3].

JORGE BORROW

20160823-2bTres siglos después, sería otro colportor, Jorge Borrow, conocido como “Jorgito el Inglés”, el que también se presentaría con características similares, en cuanto a su autoridad humilde se refiere. Entre 1836 y 1849, los años de la Primera Guerra Carlista; de la Desamortización; de la Primera Regencia, George Borrow viaja por cuenta de la Sociedad Bíblica Británica, por una buena parte de España, con el objeto de difundir el Nuevo Testamento en una edición sin notas ni aparato crítico, para que fuese más viable y aceptado.

Fue un colportor infatigable y aventurero, identificándose bastante con los cuáqueros, un sector del pueblo evangélico. Fue un lingüista, que supo poner sus habilidades y dones al servicio de su empresa en España. Su facilidad para aprender idiomas era evidente, pues hablaría español, francés, alemán, danés, italiano y griego. Además escribiría árabe, armenio, hebreo, galés, euskera y caló. Su deseo de contribuir con sus recursos y medios para dar acceso a una literatura más abierta y protestante, le lleva en 1837 a abrir una librería con el nombre de «Despacho de la Sociedad Bíblica y Extranjera». Lo que sería prácticamente el inicio de la Sociedad Bíblica de España. Pero este hombre era Jorgito el inglés. No era español, pero se ganó la confianza del pueblo español, inclusive de aquellos que no eran creyentes como era el caso de políticos y de gobernadores con los que pudo entrevistarse. Se relacionó con españoles de clase alta, pero también con los más marginados, como podría ser incluso el pueblo gitano, al que dedicó esfuerzo sin escatimar costes.

QUERO

Uno de sus libros más conocidos en España sería «La Biblia en España», una joya literaria entre el romanticismo y el costumbrismo, que explicaría sus viajes por nuestro país. Escrita en inglés sería introducida y traducida por Manuel Azaña quien fue político destacado, y Presidente del Gobierno de España (1936-1939). Sin embargo, no era conocido por Don Jorge, o como Mr. George, sino que era Jorgito el inglés.

La Biblia requiere personas, preparadas, esforzadas y valientes, pero humildes, que tengan la sensibilidad no solamente de imprimir Biblias, o distribuirlas por Internet, sino que además sean personas que estén con el pueblo, guiadas por el Espíritu Santo, como lo fuera el evangelista Felipe, pues todavía quedan muchos «etíopes» que no entienden el mensaje de Cristo (Hch. 8:26:40).Como Julianillo siglos antes, también Jorgito fue sometido a la encarcelación, pero su esfuerzo tuvo fruto. No solamente distribuyó el Nuevo Testamento, sino que además lo enseñaba, y facilitaba su comprensión dedicando también sus esfuerzos en la alfabetización.

Autor: Juan Manuel Quero

[1] José María Martínez. La España Evangélica ayer y hoy: Esbozo de una historia para una reflexión. Barcelona: Publicaciones Andamio; Editorial Clie, 1994, pp. 92, 93.

[2] Samuel Vila. Historia de la Inquisición y la Reforma en España. Terrassa (Barcelona): Editorial Clie, 1977, p. 125.

[3] Daniel Puente. «Julianillo» En 1 de febrero de 2013. [En línea]. Disponible en:  <http://54n743i3li4.blogspot.com.es/2013/01/julianillo-hernandez-he-peleado-la.html> [Consultada el 03 de agosto de 2016].


© 2016. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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Todos los cristianos evangélicos debemos mucho a la Reforma Protestante, estando más unidos a esta de lo que podríamos pensar. Yo no me considero ni luterano, ni calvinista, ni zwingliano, ni seguidor de algunos de los reformadores más o menos destacados de ese tiempo tan significativo; pero,  me puedo identificar con una buena parte de sus enseñanzas, pues, hay algo común, y es la base de Las Escrituras.

Muchos evangélicos podríamos decir que nos convertimos en un contexto que nada tiene que ver con la Reforma Protestante, y que Cristo se nos reveló a través de la lectura de la Biblia, o de una predicación o mensaje que tenía esta base, sin más datos, o planteamientos de terceros. Esto que es lo que yo llamo «evangelicalismo», es decir, el surgimiento de creyentes e iglesias por un encuentro con el evangelio, y por tanto con Cristo, no está ajeno de una realidad, que queramos o no, nos une con la Reforma Protestante, --a pesar de que esto no suponga que seamos iglesias reformadas en el sentido histórico a lo que se refiere esta clasificación.

El encuentro con la Palabra de Dios ha sido facilitado, porque muchas personas no escatimaron esfuerzo, --especialmente desde esta Reforma del siglo XVI--, para que la Biblia pudiera ser asequible a todas las personas. Esto significaría traducirla a las lenguas vernáculas, en el idioma de cada pueblo, pues solamente podría encontrarse la traducción en latín, de La Vulgata, realizada por uno de los Padres de la Iglesia, como fue San Jerónimo.

Pocos, sabían leer, pero más distante se haría el conocimiento de la Biblia en latín, que solamente estaba al alcance de muy pocos, además del clero. Por otro lado habría que liberalizarla de la posesión de los que habían hecho de ella un monopolio de su traducción, lectura e interpretación, para que pudiesen adquirirla y leerla todas las personas. Por ello entre las «cinco solas» de Reforma Protestante, que marcan los énfasis de la misma, la primera era «Sola scriptura».

Así podríamos hablar de La Biblia de Lutero, de la que ya he comentado diferentes cuestiones en otras reflexiones. Esta última, en la que trabajó hasta su muerte, sería la base para muchas versiones y biblias en el idioma germano y en otros lugares.



Juan Manuel Quero Moreno. «Un nuevo descubrimiento relacionado con la Biblia de Lutero». En: Actualidad Evangélica. [En línea]. Disponible en: <https://www.actualidadevangelica.es/index.php?option=com_content&view=article&id=8501:un-nuevo-descubrimiento-relacionado-con-la-biblia-de-lutero&catid=37:pensamiento> [Consultada el 10 de junio de 2016];

Nathalie Rabines Rodríguez. «Proceso de la traducción de la Biblia de Martín Lutero». Facultad de Traducción e Interpretación Universitat Autònoma de Barcelona. [En línea]. <https://ddd.uab.cat/pub/tfg/2015/tfg_25863/RABINES_RODRIGUEZ_NATHALIE_1268864_TFGTI1415.pdf>. [Consultada el 10 de junio de 2016].

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