Un pacto imprescindible…
(JORGE FERNÁNDEZ, 11/03/2016) | Temo que con la palabra “pacto”, tan aludida en estos días de austeridad política (sí, también política), acabe pasando como con tantas otras palabras que, por su mal uso o abuso, terminan devaluándose o pervirtiéndose, hasta perder su significado más noble y cabal.
Nuestros abuelos nos hablaban con nostalgia acerca de un tiempo, que tal vez en su forma más pura solo existió en su imaginación, pero que, nuestra generación ni siquiera es capaz de imaginar (eso ya es toda una diferencia). Un tiempo cuando “la palabra” era “un documento” más valioso que cualquier contrato ante Notario, y un apretón de manos equivalía a la “elevación a público” de ese documento.
Hoy los pactos tampoco son lo que eran; son de usar y tirar y la mayoría de las veces aceptamos como normal aquello de “donde dije digo, digo Diego …”. Tamaña falta de palabra, apenas nos escandaliza.
Lo que está pasando en Europa con temas como la pobreza, la desigualdad y, de modo particular, con los refugiados, es buena prueba de ello. Los Estados no respetan las directrices de la UE y, cuando la cosa se pone fea… la misma UE no duda en traicionar y violar sus principios y valores fundamentales (como son la prestación de auxilio humanitario, el reconocimiento al asilo, las garantías jurídicas, los derechos humanos, etc.).
“No tardaremos en tener que recurrir a la ‘desobediencia civil’ para hacer el bien que los gobiernos no nos dejan hacer”. |
Todo esto está abriendo profundas grietas en los cimientos de Europa. Una de esas grietas es la creciente falta de confianza de los ciudadanos en sus gobernantes, jefes de Estado y políticos en general. ¡Algo gravísimo para el futuro de nuestro sistema democrático!
Ante esta situación, una parte de la sociedad civil, aún minoritaria, empieza a reaccionar y a “pasar” de los políticos, actuando por su propia cuenta. Las oenegés, iglesias y emprendimientos ciudadanos, van muy por delante de sus gobernantes en el rescate a los náufragos del Mar Egeo, la asistencia humanitaria en los campos de refugiados y en las ofertas de plazas para la acogida, por poner algunos ejemplos. Mientras tanto, los jefes de Estado de la UE, no solo que no cooperan con estas iniciativas ciudadanas, sino que en muchos casos, las dificultan o las impiden.
No tardaremos en tener que recurrir a la “desobediencia civil” para hacer el bien que los gobiernos no nos dejan hacer.
Por supuesto, esto no es nada deseable, pero, lamentablemente, es el horizonte que, hoy por hoy, parece aguardarnos.
No cabe esperar que la regeneración política preceda a la regeneración moral y espiritual; ni que a su vez éstas se produzcan de arriba hacia abajo… Al contrario: la regeneración moral y espiritual será una regeneración ciudadana, o no será…
“... la regeneración moral y espiritual será una regeneración ciudadana, o no será…” UN PACTO POR LA CONVIVENCIA…
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De izq a der: Ryay Tatary (Comisión Islámica), dialoga con Raphael Benatar (Comunidad Judía de Madrid), en presencia de Manuel Barrios (Arzobispado de Madrid) y Enrique del Árbol (Diaconía) / Foto: Actualidad Evangélica
Tuve la oportunidad y el privilegio de compartir mesa, ayer, en la Universidad Autónoma de Madrid, con representantes de la sociedad civil de primera línea del ámbito de las confesiones religiosas, del Tercer Sector (acción social), del mundo académico y de los medios de comunicación. Fuimos convocados por la plataforma Pacto por la Convivencia, que coordina la profesora Ana Ruiz (una buena amiga, gran profesional, de fe evangélica). El resultado de esa reunión ha sido la renovación de un pacto que hoy cumple exactamente 10 años, y que se fraguó en torno a un documento –La Declaración de Marzo (2006)-- cuya vigencia y actualidad no ha hecho más que aumentar con los años a la vista de los retrocesos que se han producido en la calidad de nuestra democracia y de nuestra ciudadanía.
Se trata de un pacto abierto, apolítico, que invita a toda la sociedad civil a sumarse y nos compromete a trabajar en el diseño de una hoja de ruta, que sea propuesta y sirva de “brújula” a nuestros gobernantes y jefes de Estado, tan desorientados ante los desafíos contra la paz y la convivencia que afronta el proyecto europeo.
Se trata de un pacto por la convivencia y contra toda forma de violencia; de modo particular, contra la violencia terrorista.
Se trata de un pacto serio y realista, que condena al terrorismo sin fisuras, que reconoce los elementos, tanto ideológicos, como socioeconómicos y culturales, de los que se nutre el terrorismo, una forma criminal de violencia que nunca puede ser justificada, pero que tampoco debe ser instrumentalizada para estigmatizar a ningún colectivo, étnico, religioso o social. El terrorismo ha sido empleado históricamente por radicales nacionalistas, radicales de la lucha de clases, radicales religiosos, etc., pero su naturaleza última es “humana”. Tiene que ver con la condición humana misma.
Mariano Blázquez (Ferede), la portavoz de la Fundación Pluralismo y Convivencia y Ana Ruiz / Foto: Actualidad Evangélica
Se trata de un pacto necesario… imprescindible, esperanzador. Un pacto desde abajo hacia arriba.
Como cristiano, de fe evangélica, me adhiero a este pacto a nivel personal, como beneficiario y partícipe de “otro pacto” suscrito mucho antes: el “Nuevo Pacto” en Cristo Jesús, que entiendo me obliga y me compromete a amar a mi prójimo sin exclusiones, a ser luz y sal de la Tierra, a trabajar por la justicia y la paz, a proclamar las buenas nuevas de la reconciliación (¡posible!) con Dios, con la Creación y con los hombres...
¿Te sumas?
(IMPORTANTE: Si te interesa saber más sobre el Pacto de Convivencia, y vives en Madrid, este próximo Martes 15 de Marzo, el Foro Tender Puentes (Cristianos Socialistas) organiza un encuentro en el que participará la profesora Ana Ruiz para hablar del mismo. Aquí puedes informarte)
Autor: Jorge Fernández
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