EDITORIAL

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(EDITORIAL, 13/11/2015) Escribimos estas líneas apenas unas horas antes de que se celebre la VII edición de la Gala de Premios Diaconía 2015, que reconoce la labor de los voluntarios evangélicos y premia la trayectoria solidaria de una institución y una persona que han destacado por su servicio a los demás.

En esa Gala se presentará también el Informe Acción Social 2014 de las iglesias y ONG protestantes, sobre el que también informamos hoy en Actualidad Evangélica, y del que también se han hecho eco agencias de noticias y medios seculares.

Creemos, pues, oportuno, dedicar unas líneas desde este humilde rincón para felicitar a todas las iglesias, entidades, voluntarios y profesionales cualificados que, cada día, a lo largo del año, dedican parte de sus recursos, de sus capacidades y conocimientos, para ayudar a quienes más lo necesitan.

El informe es una mirada científica a una realidad humana que, como todo lo que tiene que ver con las personas, los sentimientos y la vocación, es difícilmente cuantificable. Solo revela números y datos evaluables –dinero invertido, horas de trabajo, número de voluntarios, naturaleza de los grupos atendidos, cantidad de comedores y comidas servidas, número de beneficiarios…--, pero no puede medir el abrazo, la sonrisa, el cariño, la entrega, el esfuerzo, ni la fe, con la que son llevadas a cabo todas y cada una de estas tareas solidarias por los voluntarios y profesionales de las iglesias y entidades evangélicas.

Hace unos días, por citar un caso, escuchábamos un testimonio acerca del trabajo que están haciendo organizaciones evangélicas como la ONG Remar o Samaritan’s Purse en Croacia, asistiendo a los siete u ocho mil refugiados que llegan a diario tras largas y peligrosas jornadas de miles de kilómetros, en sus necesidades más básicas, de ropa y comida . “Es un trabajo de 24 horas al día, de Lunes a Domingo”, nos decía el pastor Jaume Torrado, que estuvo allí 40 días y, de regreso a España para ocuparse de asuntos logísticos, no ve la hora de volver. “Terminas cansado, pero sacas fuerzas al ver la necesidad de la gente”, nos decía.

Probablemente no haya tarea más noble que la del voluntariado social. Tampoco hay premio ni palabras que puedan pagar ni compensar el bien que hacen, siendo “luz y sal” en este mundo roto, con tanta gente que sufre y muere sin esperanza. Su mejor recompensa será, en el último día, recibir las conocidas palabras del Señor Jesús:

“Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo.
Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis;
estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.
Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?
¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?
¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?
Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis”.

Bendito destino. Benditos voluntarios, los voluntarios evangélicos.

A todos ellos, nuestras más sinceras gratitud y reconocimiento.

Actualidad Evangélica – Madrid, 13/11/2015