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SAMUEL ESCOBAR | Sobre "El estado de la Misión" (I Parte)

“Ha habido siempre une tendencia a confundir colonización y misión"

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Pastor y profesor Samuel Escobar / foto: CrearenSalamanca.com

(AUDIO, 10/06/2015) Samuel Escobar es catedrático emérito de misionología en el Seminario Teológico Palmer, en Pensilvania, EEUU, y profesor de la Facultad de Teología de la Unión Evangélica Bautista Española (FTUEBE), en Madrid.

Nació en Arequipa, Perú. Estudió en las facultades de Letras y Educación de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. Es doctor en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid y doctor honorario en teología por la Universidad MacMaster de Canadá. Es miembro de la American Society of Missiology, que presidió en 2002, y colabora habitualmente en publicaciones en castellano y en revistas especializadas en inglés.

También es miembro de la Iglesia Evangélica Bautista de la calle Quart, en Valencia.

Esta es la segunda parte de una entrevista más amplia que hemos subdividido en tres bloques. El primero, publicado la pasada semana, sobre “Protestantismo y Política”; y los otros dos (la de hoy es la primera parte) sobre El estado de la Misión.

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El profesor Samuel Escobar, en los estudios de Radio Encuentro (Cadena de Vida) / Foto: Mateus Rodrigues

ACTUALIDAD EVANGÉLICA: ¿Cuál es “el Estado de la Misión” en la actualidad? En su libro, “Cómo comprender la Misión”, citando al historiador Kenet Scott Latourette, señala que en la historia de la expansión misionera del cristianismo se cumple un principio histórico de “expansión / recesión”. Y que, a la luz de las estadísticas, hoy es difícil precisar si estamos en uno o en otro período…

SAMUEL ESCOBAR: Al hablar de la misión cristiana, en esta segunda década del siglo XXI, tenemos una situación nueva. Los países de los cuales iban misioneros a otras partes del mundo, es decir, los países que enviaban misioneros, que estaban sobre todo en Europa y en Norteamérica, tenían “territorios de misión” a los cuales enviaban a sus misioneros. Hoy la Iglesia ha crecido tanto, en esos territorios de misión, que ya desde esos territorios están enviando misioneros a otras partes del mundo. Y nos encontramos con la paradoja de que, una Europa que se está descristianizando, que está perdiendo su raíz cristiana, está recibiendo ahora inmigrantes, que vienen con un fervor (misionero) y un entusiasmo que aquí ya se ha pasado.

Tenemos también otras paradojas. Cuando en 1949 Mao Tse-Tung llegó al poder en China, una de las primeras medidas que tomó fue expulsar a los misioneros. Entonces se hablaba en Occidente de la “Iglesia del Silencio”, la muralla…, etc., pensando que la Iglesia, sin la presencia de los misioneros estadounidenses, iba a desaparecer. Resulta que pasan diez o veinte años, y se empieza a saber… ¡no han desaparecido, al contrario, se han multiplicado! Es como si, hasta cierto punto, la presencia de los misioneros extranjeros llegó a ser un obstáculo para la evangelización del país. Y hoy la realidad de la Iglesia en China es notable.

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El libro "Cómo comprender la Misión" (Ed. Andamio), en el que se basa esta entrevista.

AE: Pensando en esto que usted señala, y recordando lo que hemos oído y conocido acerca de Hudson Taylor y la “misión interior de la China”… ¿quizás es que también se hizo un buen trabajo, no? Porque, se tuvieron que ir los misioneros pero ahí quedó la misión… además del Espíritu Santo, por supuesto.

¡Sí! ¡Evidentemente!  Ahí quedó un pueblo con visión, con fidelidad, y que empezó a vivir los hechos de la misión, de alguna manera un poco más parecida al modelo del Nuevo Testamento, sin depender de grandes sumas de dinero que venían de afuera para instituciones, etc., etc. De manera que eso ha sido una sorpresa para los que nos dedicamos a estudiar este tema de la misión.

AE: “Barro y Gloria” es el título del segundo capítulo de este libro, en el que se resume desde una perspectiva “crítica” el avance misionero desde sus orígenes neotestamentarios, hasta los cambios que se producen cuando la misión se convierte en un “programa” subordinado a la política imperial, fundamentalmente española, desde el siglo XVI; y luego británica-norteamericana, desde el siglo XVIII hasta finales del XX… ¿Cómo nos ha determinado ese matrimonio de hecho, entre “colonización y misión”; entre “imperio y misión”?

SE: Un gran teólogo se preguntaba una vez, “¿cómo entró Poncio Pilato en el Credo?”. Que cuando los cristianos profesamos nuestra fe decimos, “padeció bajo el poder de Poncio Pilato”. Y es que, para la Biblia, la realidad del Imperio Romano que rodeaba el crecimiento de aquella iglesia primitiva y el ministerio de Jesús de Nazaret, es una realidad a la que no se cierra los ojos. Esto era lo que pasaba en el mundo. Y sin embargo, esto que parecía un poder omnímodo; un poder que iba a durar por una eternidad, resultó que no pudo aguantar el impacto del crecimiento de la Iglesia. Y que también vino, por supuesto, una decadencia del Imperio, que en el ámbito moral fue tremenda pero que, por contraste, la conducta de los cristianos resultó atractiva.

Claro, si yo digo que “mi país es cristiano”, entonces la conducta de mi país es “cristiana”. No veo contradicciones. Eso es lo que ha pasado. Y de ahí la importancia de lo que el apóstol Pablo habla, de “nuestra ciudadanía está en los cielos”


Entonces, la alianza entre misión e Imperio ha ido tomando diferentes aspectos a lo largo de los siglos. Cuando los españoles descubren América, se construye una especie de “teología de la misión” que consiste en que, “bueno, Dios nos ha permitido llegar hasta allí para evangelizar a estos pueblos”. Y había gente que sinceramente lo creía. Entonces, el Papa reparte el Continente entre los españoles y los portugueses. Pero, ¿cuál es la finalidad? La finalidad es que evangelicen. Tenemos una institución como “la encomienda”, (mediante la cual) se le asigna a un español una cantidad de territorio que va a ser suyo, que va a estar bajo su autoridad y poder, pero con la encomienda de evangelizar a los indígenas. Y claro, esa encomienda se hacía a veces por la fuerza.

AE: Sí, porque, para ser justos, usted señala también que había algunas órdenes católicas que iban allí con la mejor voluntad de evangelizar; algo que queda muy retratado en esa película, que usted también cita en su libro, “La Misión”, protagonizada por Jeremy Irons y Robert De Niro …

SE: Eso es. Y hubo discusiones muy sutiles. Algunos teólogos españoles del siglo XVI, decían: “el Evangelio es algo tan sublime, que estos indígenas que son tan primitivos, no lo van a entender; primero hay que civilizarlos. Y, si bien no podemos evangelizarlos a la fuerza, ¡civilizarlos sí!”; podemos hacerlo a la fuerza”. Entonces vino la tesis: “primero vencer, después convencer”. Lo que pasó fue que nunca llegaron al convencimiento.

Pero, ese es un aspecto. Hay que reconocer, tal como se ve en la película La Misión, la labor de los jesuitas, que había otra forma de hacer las cosas. Hay un libro muy bonito, escrito en el siglo XVI por José de Acosta, que se llama: “De procuranda indorum salute: Salvación y Liberación del Indio”, y es una crítica tremenda hacia la forma en que se pretendía hacer la misión. Y es un regreso al Nuevo Testamento, y a decir, “¡Así no se hace la misión! Habría que hacerla de esta otra manera”.

AE: En la parte que nos toca a las misiones protestantes, podemos estar muy orgullosos de algunos aspectos que han caracterizado nuestra labor misionera, llevando la Biblia y la alfabetización de muchos pueblos sin alfabeto. Pero también es verdad que no hemos sido ajenos a ese matrimonio entre “misión y política imperial” de la mano de la cual se ha hecho la misión, ¿verdad?

SE: Sí, ha habido siempre una tendencia a confundir. Claro, si yo digo que “mi país es cristiano”, entonces la conducta de mi país es “cristiana”. No veo contradicciones. Eso es lo que ha pasado. Y de ahí la importancia de lo que el apóstol Pablo habla, de “nuestra ciudadanía está en los cielos”. Porque, si bien hay que cumplir con los deberes ciudadanos acá, y al Imperio hay que pagarle lo que hay que pagarle --impuestos y servicios-- [el Imperio] no es Dios. Nuestra ciudadanía y nuestra esperanza están en otra parte. Y eso relativiza nuestra lealtad a nuestro pueblo y nuestra cultura.

La idea de que unos hombres nacen para ser amos, y otros nacen para ser esclavos… ¿qué podía haber más antidemocrático? Y esa idea está ¡en los griegos! Está en Platón, y está en Aristóteles. Al hablar de una “sociedad ideal”, ellos hablan de una sociedad donde gobiernan “los mejores”, los de arriba. En cambio, la sociedad judía es igualitaria.

AE: Hoy, con un escenario marcado, como usted mismo señala, por “la secularización de Europa; la paganización de Norteamérica; y el traslado de la fuerza misionera al hemisferio sur” (África, Latinoamérica, Asia…), ¿volvemos a una situación más parecida a la de la Iglesia Primitiva?

SE: Yo creo que sí. Yo escucho historias todos los días de mujeres inmigrantes, que han venido (a España), que cuidan ancianos, y que por su manera de cuidarlos dan testimonio, y a veces tienen oportunidad de hablar de su fe. Y hablan de la manera más natural porque, su conducta es tal, que se han ganado el derecho a ser escuchadas.

AE: Usted señala que hay “algo de misterio” en el éxito de la empresa inicial de evangelizar al mundo romano. Alguien ha subrayado la superioridad cultural greco-latina sobre la judía, señalando que cuando Clístenes organiza la democracia ateniense en 508 AC, los judíos acababan de concluir la reconstrucción del segundo templo y aún no habían reconstruido las murallas… También cabría mencionar la superioridad económica y social… ¿Se atreve a aventurar cuál es ese misterio?

SE: Bueno, esto lo tenemos que analizar con un poco más de cuidado. ¿Por qué? Le digo. La idea de que unos hombres nacen para ser amos, y otros nacen para ser esclavos… ¿qué podía haber más antidemocrático? Y esa idea está ¡en los griegos! Está en Platón, y está en Aristóteles. Al hablar de una “sociedad ideal”, ellos hablan de una sociedad donde gobiernan “los mejores”, los de arriba. En cambio, la sociedad judía es igualitaria. Así que aquí tenemos un valor superior. En algunas cosas, técnicamente, etc., podían estar mejor los griegos, pero en otras, evidentemente, los valores que provenían de la fe revelada judía eran más sólidos y más conducentes a la creación de una sociedad más justa.

Es un placer estar reflexionando con el pastor Samuel Escobar en esta segunda, de tres entregas, de esta interesante entrevista. Muchas gracias, pastor.

ESCUCHE AQUÍ LA ENTREVISTA COMPLETA:

Este es un extracto del programa semanal Actualidad Evangélica (Radio), producido por la Oficina de Prensa de FEREDE, en colaboración con Radio Encuentro (Radio Cadena de Vida), y que puedes escuchar completo pinchando aquí.

Fuente: Actualidad Evangélica

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