EN PERSPECTIVA / por Juan Manuel Quero
Semana Santa y reviviscencias de la Contrarreforma
(JUAN MANUEL QUERO, 30/03/2015) | Hace un par de días, recibí en la 1ª Iglesia Evangélica Bautista de Málaga a una hermana protestante, intérprete de profesión, y procedente de Hamburgo. Necesitaba consejo, así que estuvimos hablando y orando por una situación. Estaba de vacaciones, y éstas le coincidieron con la Semana Santa malagueña, que como es común en Andalucía, tiene mucho movimiento de tronos y procesiones de diferentes estilos. Se quedó muy sorprendida cuando pudo ver esos tronos acompañados de penitentes con capirotes.
Me decía con tono de confusión, que veía a personas con gorros iguales a los que ella había visto en antiguos cuadros que describían escenas de la Santa Inquisición. Le tuve que explicar algunas cuestiones al respecto.
La Semana Santa que se celebra en España, es una actividad con un mensaje muy folclórico, e impregnado de una devoción y de una enseñanza muy de la Iglesia Católica. La fecha en la que se celebra cada año tiene un cómputo específico, que en los países muy impregnados por el catolicismo, como es España, suele ser entre los meses de marzo y abril; aunque, para la Iglesia Ortodoxa, que tiene un cómputo diferente se celebra en fecha diferente.
En España, al menos, pero también en otros muchos países, el trasfondo de la Semana Santa comprende un mensaje muy contrario a lo que la Biblia enseña. Tiene sus raíces en la misma Contrarreforma del Siglo XVII. |
En España, al menos, pero también en otros muchos países, el trasfondo de la Semana Santa comprende un mensaje muy contrario a lo que la Biblia enseña. Tiene sus raíces en la misma Contrarreforma del Siglo XVII. El propósito de ésta tenía algunos efectos buenos, ya que buscaba también una reforma en el seno de la misma Iglesia Católica. La Reforma Protestante, puso bajo relieve muchos de los defectos y pecados existentes; por lo que habría que intentar cambiar algo. Pero por otro lado, conllevaba un intento de contrarrestar el desarrollo del protestantismo.
El movimiento artístico del «Barroco», es difícil entenderlo sin la influencia de esta Contrarreforma, donde nace la Semana Santa según el modelo de procesiones, y de todas las actividades que intentan ir de la mano de la tradición y de la cultura de nuestro país; aunque otros no estemos de acuerdo con esta forma de celebración, ni con las creencias que encierran. Si bien el protestantismo cundió, inicialmente a través de la clase social más alta, la Contrarreforma tendría un énfasis entre el pueblo más llano.
Al igual que en otras épocas, se intenta mover a todos tocando sus emociones; por lo que se realiza una producción ingente de imaginería de todo tipo. Se realizarían esculturas fijas, tan famosa como el «Éxtasis de Santa Teresa» de Bernini; pero la producción más fuerte sería en imaginaría de madera, que comprendería abalorios de todo tipo, entre los que destacan las joyas preciosas, telas bordadas con oro, etc. Todo, esto con expresiones de mucho dolor, de lágrimas, sangre, etc. Las imágenes tendrían unas torsiones específicas; una forma de hablar a voces, por medio de este arte. Hasta las columnas de los altares se retorcerían, realizándose las características columnas salomónicas.
Los tribunales de la Santa Inquisición condenaban a los condenados a ser paseados por las calles con una túnica que se llamaba sambenito, y con un gorro en forma de capirote, que formaba parte de la penitencia y humillación de éstos |
Toda esta creación habría que sacarla a la calle, por lo que aquellas figuras sobre ruedas, o en hombros, eran sacadas por las ciudades acompañadas por las personas más representativas de la zona y de la Iglesia Católica. Además estarían presentes los penitentes, que irían vestidos con la indumentaria propia del mismo tiempo de la Santa Inquisición. Los tribunales de la Santa Inquisición condenaban a los condenados a ser paseados por las calles con una túnica que se llamaba sambenito, y con un gorro en forma de capirote, que formaba parte de la penitencia y humillación de éstos, y que era similar a la de los penitentes de Semana Santa, pues aquí comienza esta tradición. Aunque la Santa Inquisición comenzó en el Medievo, a principios del Siglo XII, para combatir a los albigenses, habría otros episodios diferentes. La Inquisición Española se resistiría a sucumbir, y harían diferentes intentos para suprimirla, hasta que en la regencia de María Cristina, y bajo el Gobierno de Martínez de la Rosa en 1834, sería suprimida definitivamente; al menos en teoría.
Todavía, parecen resurgir algunas acciones, que nos traen ciertos recuerdos inquisitoriales; tal como me indicaba la hermana que recibí en Málaga, que parecía sentirse transportada a una época pasada, donde todavía existían esas celebraciones. España fue el último país del mundo en poner fin a la Inquisición, pero, todavía notamos resistencias y discriminaciones. Podemos ver los parecidos de estas procesiones con muchos de los registros históricos que existen. Son muchas las pinturas y grabados de Francisco de Goya, que nos muestran los parecidos de aquellos penitentes inquisitoriales, con los de las procesiones actuales[1].
Por otro lado, toda esta imaginería, es una fuerte invitación a difundir la idolatría, que de una forma tan firme y taxativa es condenada por la Palabra de Dios[2].
¿Por qué han de decir las naciones: "¿Dónde está su Dios?"
¡Nuestro Dios está en los cielos! ¡Ha hecho todo lo que ha querido!
Los ídolos de ellos son de plata y oro, obra de manos de hombres.
Tienen boca, pero no hablan; tienen ojos, pero no ven;
tienen orejas, pero no oyen; tienen nariz, pero no huelen;
tienen manos, pero no palpan; tienen pies, pero no andan;
no emiten sonido con sus gargantas.
Como ellos, son los que los hacen y
todos los que en ellos confían[3].
Los evangélicos nos sumamos a la Semana Santa, pero no participando de todo lo que entendemos que es un error, tanto histórico como cristiano. Aprovechamos estos días para recordar que Jesús está vivo, que resucitó. A pesar de los muchos crucifijos sangrientos, y de las muchas flagelaciones y coronas de dolor que se dan en estos días, nosotros queremos enfatizar que, sí es verdad que Jesús murió en la cruz por nuestros pecados; pero que la cruz está vacía, porque él resucitó. Anunciamos que, puesto que Jesús vive, nosotros también podemos vivir de forma abundante, y eterna. En la cruz, si aceptamos la redención de Cristo, nuestros pecados son perdonados.
Con demasiada frecuencia, actualmente, tenemos resistencias, y obstáculos, para tener autorización para que las iglesias evangélicas salgan a las plazas, para invitar a todo el mundo a vivir la salvación que nos ofrece Cristo. En diferentes ocasiones se nos ha dicho que las actividades religiosas no podemos celebrarlas fuera de las iglesias; pero, sin embargo, vemos la gran contradicción, y discriminación que se da especialmente en Semana Santa, con las procesiones que corren por todas las calles. Pero, seguiremos anunciando ese mensaje que es luz y vida, porque esa es la celebración constante de lo que experimentamos.
En realidad, para los protestantes el recuerdo de esa Semana Santa, de pasión, que supone bíblicamente esos últimos días de Jesús, desde que entró a Jerusalén anunciando paz y salvación, hasta que venció la muerte resucitando, forma parte de nuestras vidas, al experimentar esa salvación. Es por ello que cada domingo celebramos que Cristo resucitó, independientemente de la fecha del año.
[1] Las representaciones de Goya, así como una instantánea de penitentes de Semana Santa, pueden contrastarse en la ilustración del artículo.
[3] La Biblia. Salmos 115:2-8.
Autor: Juan Manuel Quero
© 2015. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
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