EN PERSPECTIVA / por Juan Manuel Quero
Protestantismo y proyección educativa en el Siglo XVI
(JUAN MANUEL QUERO, 29/12/2014) | El protestantismo tuvo a la escuela como una de las instituciones más importantes de la sociedad. Prácticamente con una iglesia se abría una escuela.
La Biblia fue el motivo por el que surge la «Pedagogía de la Reforma». El hombre se hace responsable de su fe, siendo la Biblia el centro de toda regla espiritual para su vida. Por ello era necesario que todos pudieran leer la Biblia, buscando dirección en su fe por su razón personal, lo que conllevó la necesidad de una educación para todos, sin distinción de edad, raza, clase social o sexo.
La Reforma Protestante presentará un desarrollo diferente dependiendo de la vertiente de la que parte, así como sus efectos serán distintos según los países en los que se produce. Dentro de la reforma luterana que comienza en Alemania, se proyectará como una de las consecuencias más importantes la educación pública. Con Lutero a la cabeza, se destacaría la importancia de la educación desde el hogar y con los padres como máximos responsables. Aboga así por un control de la enseñanza centrado no en la iglesia, sino en la autoridad laica.
En los postulados de la Reforma y del mismo Lutero, se presenta la universalidad de la instrucción elemental. Aquí no cabría distinción de sexo ni de clase social, pues sería un derecho para todos, una escuela que fuese popular y pública. Con ello encontramos de forma inherente a este principio, la gratuidad escolar, pues si es para todos, hay que ofrecer los recursos para quienes no los tienen.
En los postulados de la Reforma y del mismo Lutero, no cabría distinción de sexo ni de clase social, pues sería un derecho para todos, una escuela que fuese popular y pública. Con ello encontramos de forma inherente a este principio, la gratuidad escolar, pues si es para todos, hay que ofrecer los recursos para quienes no los tienen.
Así mismo la pedagogía protestante rechaza estricta y visceralmente cualquier método violento o constrictivo. Los niños tendrían que disfrutar con los estudios, como si de juegos se trataran.
Melanchton y otros muchos reformadores del siglo XVI colaborarían en un cambio de rumbo de la enseñanza y su pedagogía. Juan Calvino mismo, que fundaría diferentes colegios en Ginebra, abogaría y trabajaría por una escuela que tuviera el propósito de formar buenos ciudadanos. Este último a partir de su foco de acción inicial que sería Suiza, se extendería por toda Europa. Su propósito también era la creación de escuelas y la enseñanza en lengua vernácula.
Conocer la Biblia, es decir, la voluntad de Dios para nuestras vidas, era uno de los objetivos principales que impulsaría la creación de escuelas asequibles a todos. Hoy parece que el objetivo de las escuelas pasa por otros idearios. Actualmente casi todo el mundo sabe leer, y comprender lo que lee; pero, no hay un gran interés en leer la Biblia, y menos por buscar en ellas las directrices evangélicas para nuestras vidas. La escolarización de todos no es el mayor problema, sino que el mal parece radical, en que esta escolarización no aporta lo necesario.
En nuestro tiempo necesitamos impulsar una nueva pedagogía. Si bien muchos de los principios de la Reforma Protestante, siguen siendo aplicables, es necesario crear nuevas motivaciones, que surjan de una ética cristiana, de fe, y de esperanza forjadas en la experiencia de los hogares y de la misma iglesia. La implicación de los padres en la educación de sus hijos, ha de seguir siendo un principio destacado, pero revisado en los planteamientos educativos. La pedagogía necesita ir acompañada de una nueva evangelización de la familia; entendida esta no como una enseñanza deontológica rígida y arcaica, que pertenezca a criterios culturales ya pretéritos. Esta nueva educación, debe de integrar elementos espirituales, prácticos y coherentes con nuestra realidad, la de nuestro tiempo, donde el Evangelio ha de ser aplicado de forma renovada.
Autor: Juan Manuel Quero
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