CONCEDE UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD A LA ENTIDAD

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El Papa se había planteado la desaparición del IOR, una entidad salpicada por todo tipo de escándalos

(ROMA, 10/04/204) Se imponen la prudencia y el pragmatismo. Tras el anuncio de la eventual desaparición del Instituto de las Obras de la Religión (IOR) –también conocido como Banco vaticano--, hecho por el papa Francisco a poco de asumir su cargo, parece que ahora se lo ha pensado mejor y se ha inclinado por una “reforma prudente”de la polémica entidad.

Así lo explicaba esta semana el nuevo responsable de finanzas del Vaticano, el cardenal australiano Georfe Pell, quien anunció que el Banco Vaticano no se cierra, sino que se trabajará “con prudencia” para “proporcionar servicios financieros especializados a la Iglesia Católica”. Escenario de los escándalos más mundanos de anteriores papados —malversación de fondos, lavado de dinero, capitales de dudoso origen e intrigas diversas—, Francisco incluso se había planteado su desaparición. Sin embargo,  ha optado por mantener la entidad, aunque con el compromiso de aplicar los estándares internacionales que se le exigían y que ya aplican, por obligación, las entidades financieras de todo el mundo.

"Credibilidad". Del éxito de las reformas impostergables que se plantea el papa Francisco, depende la credibilidad de su voluntad reformista y la satisfacción de las enormes expectativas de cambio que ha generado.

“La opacidad de esta institución ha sido, justamente, el origen de muchos de los escándalos e irregularidades que la han perseguido en el pasado. La transparencia tendrá que ser en el futuro la clave para alinearse con el resto de esas entidades”, opinaba EL PAÍS el pasado 8 de abril, en un artículo editorial. Pese a la moderación evidenciada por Francisco, EL PAÍS considera que se trata de un paso trascendental que indica las intenciones renovadoras del papa argentino, si bien los tiempos son los habituales de esta vetusta institución: al igual que las cuestiones dogmáticas se hacen esperar, la aplicación de las normas financieras para el Banco Vaticano también se realizarán a ritmo lento”. Ya lo dice el viejo refrán: “las cosas de palacio van despacio”.

Pero, “es importante, en todo caso, que la demora no sea excesiva. El Instituto de las Obras de Religión sigue hoy en día sin aplicar los estándares internacionales. Renunciar a un banco propio que gestiona todos los recursos de la Iglesia católica seguramente no era una opción viable: la supervivencia económica de la Iglesia católica depende de la administración de un organismo como este. Pero de la profundidad de esta reforma —en marcha desde que en febrero se creara la nueva estructura de coordinación para los asuntos económicos— depende en gran parte la credibilidad de la voluntad de renovación de este papado que tantas expectativas de cambio ha generado”, opina EL PAÍS.

Fuente: EL PAÍS (Editorial, "Pasos adelante en Roma", 08/04/2014) | Redacción: Actualidad Evangélica