ANÉCDOTAS DE UN PASTOR JUBILADO (20) / por MÁXIMO GARCÍA RUIZ

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"¿Evangélico o protestante? La pregunta parece baladí, pero fue preciso despejarla".

Portada de MP4, publicación del CEM, de 2005, anunciando el I Congreso Protestante de Madrid

(Redacción, 04/05/2025) Había culminado las diferentes fases de estudio emprendidas en la madurez, cerrado mi larga etapa de servicio en diferentes funciones ejecutivas dentro de la Unión Evangélica Bautista de España-UEBE (salvo mi compromiso como profesor en su Facultad de Teología), ya no tenía ninguna responsabilidad pastoral, concluido mi vinculación laboral con Iberia; parecía que había llegado el momento de dedicarme con mayor intensidad a mi otra vocación, la de escritor. Y me disponía a emprender, con mayor dedicación, esa tarea.

En ese reajuste de mi vida me encontraba cuando, en el año 2001, recibí una llamada telefónica de Pedro Tarquis en nombre de la Junta directiva del Consejo Evangélico de Madrid (CEM) para indicarme que querían proponerme como secretario ejecutivo de dicho órgano evangélico, cargo no remunerado en aquel tiempo. Y aunque mi primera reacción fue negativa, terminé accediendo y ejercí como tal hasta el año 2006, año en el que, por pasar a ser remunerado el cargo, presenté mi renuncia y fui elegido presidente hasta finalizar esa responsabilidad en el año 2010.

Esta presentación se hace necesaria para introducir el tema de hoy, que girará en torno a la celebración del I Congreso protestante de Madrid, ocurrida en el año 2005.

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Se constituyó un Comité en el que se intentó que estuvieran representadas todas las sensibilidades y matices doctrinales que se dan en las diferentes denominaciones evangélicas presentes en Madrid y, consecuentemente, en España, y fui elegido presidente del Congreso.

No todo fue entusiasmo en la preparación y posterior celebración del Congreso. ¿Evangélico o protestante? La pregunta parece baladí, pero fue preciso despejarla. Pudimos constatar algo que siempre ha sido evidente, y es que algunos grupos de seguidores de las ideas y doctrinas derivadas de la Reforma del siglo XVI no asumen la denominación de protestante y se decantaban exclusivamente por la de evangélicos, más en conexión con otras corrientes de origen estadounidense y latinoamericanas. Otros, por el contrario, eran partidarios de enfatizar la denominación de protestante, más en consonancia con las tradiciones europeas.

Efectivamente, el CEM es como un mosaico compuesto por diversas influencias y tradiciones, si bien los orígenes de todas sus ramas, directa o indirectamente, arrancan de la Reforma del siglo XVI. Fue preciso invertir tiempo y energía en armonizar los diferentes matices que fueron surgiendo desde el inicio y, especialmente, fue necesario dedicarle tiempo y mano izquierda a conjuntar criterios en torno al nombre.

Yo me decanté desde el principio por denominar al congreso como protestante. No todos me seguían, aunque sí algunos, en la idea de que prevaleciera esa denominación. Representantes de algunos de los grupos denominacionales parecían irreductibles, pero finalmente hubo consenso y el congreso terminó denominándose I Congreso protestante de Madrid.

Con cierto orgullo y satisfacción hemos comprobado como a partir de entonces, se ha normalizado que, en encuentros oficiales con la Administración, seminarios y todo tipo de eventos, nuestros representantes se presenten por lo regular como protestantes, proyectando de esa forma una imagen comprensible para la ciudadanía sobre un colectivo religioso que, efectivamente, está vinculado a la Reforma protestante del siglo XVI. Y hacerlo sin ningún tipo de complejo.

Autor: Máximo García Ruiz. Mayo 2025 / Edición: Actualidad Evangélica