RESEÑA BIBLIOGRÁFICA / por ALFONSO PÉREZ RANCHAL
"Liderazgo en la iglesia primitiva". Christopher A. Beeley. Publicaciones Kerigma, 2022.
«El ministro es un siervo y en todo momento debe tenerlo presente. No se mueve por reconocimiento ni por el impulso de traumas pasados que lo llevan a la necesidad de ser considerados, tampoco a despojar de la libertad a su rebaño como si él o ella tuvieran todas las respuestas»
(Alfonso Pérez, 26/3/2025) El liderazgo en la iglesia, he aquí un tema esencial y a la vez muy delicado. Sin duda, en el presente las iglesias necesitan responsables que combinen en sí mismos una serie de capacidades que no son fáciles de encontrar: sabiduría, habilidad, conocimiento, madurez, compromiso y tantas otras cosas que son requisitos indispensables para las personas llamadas a este ministerio.
Decía que al presente las iglesias necesitan de estos responsables ya que parece que existe una auténtica crisis para encontrar personas adecuadas. Tengo que decir que “no son todos los que están" y me he topado con demasiada frecuencia con líderes que parecen que no han entendido el carácter de su llamado, y esto es de suma gravedad.
Personas con graves deficiencias en su madurez, en su vida interior, otros con poca habilidad en su trato con el prójimo, y no faltan los que fallan en su preparación teológica. Por si fuera poco, existe también el mal entendimiento del llamado, de lo que significa la autoridad espiritual. Estos la han confundido con autoritarismo, con ser ellos los que determinan qué decisiones tomar, qué se debe realizar, y todo ello pontificando sobre la base de textos bíblicos malinterpretados. No basta con decir que uno es humilde en su labor, hay que serlo.
El ministro es un siervo y en todo momento debe tenerlo presente. No se mueve por reconocimiento ni por el impulso de traumas pasados que lo llevan a la necesidad de ser considerados, tampoco a despojar de la libertad a su rebaño como si él o ella tuvieran todas las respuestas.
Por supuesto, no hay que caer en el error contrario, pensar que todos debemos ser iguales en el sentido de que no son necesarios tales ministros.
En las Escrituras ya se habla de ellos y es imposible que una realidad como es la Iglesia pueda avanzar sin una organización adecuada.
Por ello, es bienvenido un libro como el presente. Además, tiene una particularidad que debe ser resaltada desde el principio: el periodo que comprende no es solo el siglo primero, algo que podría ser así entendido ateniéndonos a su título, sino a los primeros siglos de la era cristiana avanzando así en la llamada patrística. De esta forma, el autor -que es director de la Sociedad Norteamericana de Patrística y antiguo director de la Sociedad Americana de Historia de la Iglesia- nos presenta las enseñanzas a este respecto de figuras tan ilustres como Agustín de Hipona, Gregorio el Grande, Crisóstomo, Ambrosio de Milán y otros.
Para ello, el autor va a dividir su obra en cinco capítulos titulados:
1. El liderazgo de la Iglesia
2. Espiritualidad para el liderazgo
3. La cura de almas
4. Escritura y teología
5. El ministerio de la Palabra
En estos capítulos Beeley va a presentar las bases bíblicas para el liderazgo. De allí tomaron los Padres de la Iglesia primitiva para comprender la propia responsabilidad de su cargo y pondrán por escrito su comprensión del mismo.
También el autor nos expone la formación de los ministros, cómo eran elegidos, las funciones que llevaron a cabo, cómo impartían la enseñanza y la predicación.
No podría faltar información sobre de qué trataba el cuidado pastoral, cómo atendían a los creyentes a su cargo. Finalmente, extraen enseñanzas para ser traídas a nuestros días, para que podamos tener información de primera mano de aquellos tiempos y qué podría faltarnos actualmente.
Todo un recorrido tanto histórico como teológico para dejar establecidos principios esenciales para el correcto desarrollo del liderazgo en la Iglesia.
Apuntaba al principio de esta reseña que el presente volumen abarca los primeros siglos de la era de la Iglesia y que era este precisamente uno de los puntos destacados. La Patrística como asignatura está ausente en algunas de las instituciones docentes no católicas de teología, un enorme hueco que parece que no hay interés en cerrar. Ante esto y ante el desconocimiento que existe en el creyente medio de la obra de estos Padres de la Iglesia se evidencia el valor de los mismos cuando son citados y explicados por A. Beeley.
Es posible que a san Agustín se lo conozca como doctor de la Iglesia o por su controversia con los pelagianos, pero no así como pastor, como alguien preocupado y ocupado en su labor de cuidado de los creyentes que tenía a su cargo.
Si también al inicio apuntaba la necesidad de la humildad en el ministro, de tener asumir que es un siervo, voy a cerrar esta reseña con una cita de nuestro autor. Así, en la página 53 de este recomendable libro dice: "Hay una virtud pastoral que merece nuestra cuidadosa atención aquí, por su centralidad en la espiritualidad del pastor así como su constante dificultad: la de humildad y la de mansedumbre".
Autor: Alfonso Pérez Ranchal
© 2025- Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
Alfonso Pérez Ranchal es Diplomado en Teología por el CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas), Licenciado en Teología y Biblia por la Global University y Profesor del CEIBI. Vive en Cádiz.
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