OPIINIÓN / por DANIEL BORES
Balones fuera
"... cada vez que trato de echar balones fuera, pienso primero en mi responsabilidad. Porque sé que pensar en la de otros debilita mi conciencia, la cauteriza. "
Foto de Sven Kucinic en Unsplash
(DANIEL BORES, 04/02/2025) Tu equipo va ganando por un gol y quedan solo cinco minutos de partido. Tienes los tres puntos en el bolsillo, pero sabes que cualquier error puede provocar el empate y la reacción del rival.
A estas alturas, tienes mucho que perder y no hay duda de que aguantar el resultado será la mejor opción, para no correr riesgos innecesarios. El equipo contrario está asfixiándote, haciendo una presión muy alta y metiendo balones a tu área a la desesperada. El mensaje es claro: hay que echarlos fuera, lejos. Cada segundo que el balón está en las inmediaciones de tu portería es un peligro. En otras circunstancias tratarías de sacarlo controlado, con pases cortos para asegurar la posesión y el ataque posicional, bien medido. Pero no puedes permitirte esos lujos hoy, no si quieres sumar los tres puntos. Despejas con todas tus fuerzas, con la parte del cuerpo que sea.
“La gente”, “Los otros”, “Ellos”… son algunas de las expresiones comodín que solemos utilizar para despejar el balón. Para echarlo fuera del área. Como Pilatos, nos lavamos las manos con agua, con cuidado de que no nos salpique el agua del prójimo. No podemos tolerar la responsabilidad de haber hecho las cosas mal y pasamos la patata caliente rápido antes de que la música se pare y el mundo vea nuestra cara de culpabilidad. Porque nos sabemos culpables, aunque solo de piel para adentro. Nunca admitiríamos de nosotros mismos lo que sí gritamos de otros, sin anestesia. Nos sabemos débiles, malos en defensa, y para escurrir el bulto de nuestra propia miseria evitamos evidenciar nuestras carencias con despejes largos. Que corran los extremos y los delanteros, que la grada les pite a ellos, no a nosotros.
Las opciones políticas se necesitan, porque es necesario un contenedor al que echar la basura propia y la ajena, aunque siempre dando impresión de que es la segunda. Asimismo, se necesitan mutuamente las clases sociales, los sexos, las razas, las naciones y las mil y unas opciones y gustos artísticos, filosóficos, ideológicos, culturales y religiosos. Vemos al otro como un punto limpio para nuestras excrecencias.
Al ser humano siempre se le ha dado bien el arte del escaqueo. El relato de Génesis 3 es una obra maestra de despejes a la desesperada. Adán culpa a Eva, Eva a la serpiente y la serpiente ya no sabe a quién culpar. Pero Dios lo tiene claro. Conoce nuestros vicios y nuestras virtudes, aunque nos tapemos las vergüenzas con hojas de higuera.
Imaginemos por un momento una escena posible: en un restaurante hay diez personas comiendo. Nueve de ellas comienzan a discutir acaloradamente y la intensidad del enfrentamiento alcanza cotas tan elevadas que terminan llegando a las manos, destrozando el mobiliario del local. Cuando el propietario del establecimiento llama a la policía y esta se persona en el lugar de los hechos, al único que se llevan detenido es al que había permanecido en su mesa, comiendo en silencio mientras los otros nueve se mordían entre sí. Uno pagando por todos. Y no cualquiera, sino el único que no tenía culpa ninguna.
Y aquí está la belleza del Evangelio. Que Jesucristo, el Hijo de Dios, se dio a sí mismo por nosotros (Romanos 5:8). El justo por los injustos. El limpio por los harapientos. El puro por los andrajosos. El creador por los creados.
Y yo, cada vez que trato de echar balones fuera, pienso primero en mi responsabilidad. Porque sé que pensar en la de otros debilita mi conciencia, la cauteriza. Y no quiero vivir como si todo lo malo del mundo fuera provocado por el resto, no por mí. Porque no es verdad. Porque yo soy “los otros”, “la gente” y “ellos”. Yo soy culpable, pero Cristo me ha justificado.
Autor: Daniel Bores García /
Daniel Bores García (1987), natural de Valladolid, es Doctor en Educación, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Diplomado en Magisterio de Educación Física. Tiene un Máster en Teología, un Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria, el Título Profesional de Música y es Experto en Musicoterapia. Es profesor e investigador en la Universidad Rey Juan Carlos... [Leer más...]
© 2025. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
Otros Articulos de Daniel Bores |
---|