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APRENDER A DESAPRENDER / por JUAN MANUEL QUERO

Los evangélicos no celebran misas, sino cultos

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"Este [la misa] es un concepto teológico que en otras iglesias, como la católica u ortodoxa es común, pero que no corresponde al culto evangélico ya que los evangélicos no celebran misas con la significación teológica y eclesiológica que tiene para las iglesias citadas anteriormente"

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«Culto y oración». (Imagen de dominio público)

(JUAN MANUEL QUERO, 03/02/2025) | Cuando se da alguna información o noticia en la que por algún motivo se alude a un culto evangélico, con mucha frecuencia, tanto periodistas como otros profesionales que desempeñan competencias diferentes, suelen utilizar el término «misa», cuando los evangélicos no celebramos misas, en el sentido que popularmente se entiende.

Este es un concepto teológico que en otras iglesias, como la católica u ortodoxa es común, pero que no corresponde al culto evangélico ya que los evangélicos no celebran misas con la significación teológica y eclesiológica que tiene para las iglesias citadas anteriormente, que lo asumen como uno de sus 7 sacramentos, que imparten gracia y que es de obligado cumplimiento, tanto los domingos como «las fiestas de guardar».

Sí es cierto, que si se habla de «misa» en este sentido de servicio de la eucaristía[1], podríamos concluir que tiene que ver con los cultos evangélicos donde también se celebra la santa cena, o cena del señor, pero esto que veremos en otro tema tiene también una significación muy diferente.  No obstante, popularmente se habla de ir a misa entendiendo que hay un culto donde la parte central es la eucaristía y que es de imprescindible cumplimiento que se participe los domingos y los días preceptivos para ello. Hasta tal punto es así, que es sobradamente entendido en la confesión católica y afines que, quien no guarda la misa sin motivo justificado, incurre en pecado mortal. Los evangélicos no «tenemos misas de guardar», por ello es importante que definamos lo que es culto o servicio evangélico para que se nos entienda algo mejor, en esta expresión de celebración y de adoración a Dios.

¿Cuándo celebran los evangélicos o protestantes sus cultos? Un culto evangélico se podría celebrar cualquier día de la semana pero, de forma general, el día escogido para el culto principal de los creyentes es el domingo. El motivo de que destaque este día es que este es el primer día de la semana, en el que Jesús resucitó, representando esperanza de vida y sustento básico de la fe cristiana. El teólogo protestante Dietrich Bonhoeffer hace una simbología que con un alto sentido teológico se refiere a esto: «El día veterotestamentario [sábado] comienza con el anochecer y termina con la puesta de sol. Este es el tiempo de la expectativa. El día de la comunidad neotestamentaria comienza al rayar el alba y termina con el nacimiento de la luz del nuevo día. Este es el tiempo del cumplimiento, de la resurrección del Señor. Cristo nació de noche, una luz en las tinieblas, el mediodía se convirtió en noche al sufrir y morir Cristo en la cruz, pero en los albores de la mañana de Pascua Cristo salió victorioso de la tumba. “A la mañana temprano cuando sale el sol, resucita Cristo, mi Salvador, disipada está la noche del pecado; luz, salvación y vida nos han sido devueltas”. Así cantaba la congregación de la Reforma».[2]

Lo anterior lo tenemos como una realidad que basada en la misma Biblia se constata, cuando los seguidores de Cristo en la iglesia naciente se congregaban el primer día de la semana (Hechos 20:7). No obstante, no lo tenemos como un día de obligado cumplimiento o que sea preceptivo. Se entiende que el creyente se congrega no para cumplir con el precepto, sino para expresar «el precepto» de vida en Cristo en un compromiso de servicio. Hay iglesias que celebran varios cultos el domingo; otras solamente tienen un culto principal por la mañana; y otras lo tienen por la tarde. Se da culto a Dios con un sentido muy natural, sencillo y bíblico, con la base de la celebración de la resurrección de Jesús, que implica redención y vida eterna para los creyentes.

El culto, o servicio dominical, no es algo aislado de la vida del creyente, es decir, del que es hijo de Dios, porque por voluntad propia acepta al Salvador, quien regenera y transforma nuestras vidas para ser llamados «hijos de Dios» (Juan 1:12). El creyente vive enfocado al cielo, a la vida eterna. Esto es una dinámica diaria de servicio o culto, en la forma de trabajar, estudiar, proyectar o vivir, siendo su mayor compromiso y trabajo con el reino de los cielos. Es así que el domingo es un tiempo especial para ponerse delante de Dios y buscar unidos, como hermanos, la voluntad de Dios, ofrendando todo lo realizado y ajustando todo lo necesario para caminar acorde a lo que el Espíritu Santo muestra.

Lo mencionado anteriormente produce un culto genuino y sincero, que no es un fin para el cristiano sino una parte de su vida en Cristo. Por ello, también, el culto es una expresión de adoración en un contexto cultural o social, donde se socializa, se trabaja, se adquieren compromisos, y se tienen unos mores o costumbres que forman parte de la idiosincrasia de un lugar y un tiempo vital. Esto implica que la congregación de los creyentes, llamados a adorar, facilite a todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos, expresarse según sus necesidades y conocimiento. Al mismo tiempo es una invitación a los no creyentes a formar parte, pues la iglesia no es un fin en sí misma sino que se tiene que definir por inclusión los que son parte y los que han de formar parte, todos aquellos que también necesitan a Cristo.

Es por esto que el culto también es una oportunidad evangelizadora, de amor y esperanza para todas las personas. Como dice Eduardo Nelson, «cultura» viene a significar cultivo de la civilización; y culto, tiene la misma raíz. Está bastante relacionado, aunque muchas veces los significados se usan de forma muy limitada. La misma adoración está influida por los elementos más básicos de la cultura: lenguaje, costumbres, arquitectura, ocasiones especiales en el año y religiosidad. Todo ello, ha de ser usado por la iglesia para dar un culto a Dios que sea genuino, y que dé a conocer de manera clara al Dios que se adora (Romanos 12:1)[3].

¿Cuáles son los elementos más importantes para definir el culto evangélico? La liturgia en la mayoría de las iglesias evangélicas no es muy rígida, aunque suelen identificarse en su expresión elementos que son característicos de la iglesia local, o de la denominación o agrupación de iglesias de fe evangélica o protestante que tienen proyectos en común. Lo más importante y que se destaca en todos los cultos evangélicos sería lo siguiente: 1) Adoración; 2) lectura y predicación o reflexión bíblica; 3) oración; 4) ofrenda; 5) comunión. Estos temas, en su conjunto, implican un servicio dominical muy genuino.

Es necesario que la iglesia adore, es decir, que cada persona pueda expresar en la congregación, junto a la congregación, lo que Dios está haciendo en su vida y lo que cada persona está haciendo para Dios, con los altibajos y necesidades que nos afectan a todos. Esto último implica confesión, manifestando la necesidad de dependencia de nuestro Dios. La Biblia nos expresa la voluntad de Dios para nuestras vidas y no de una forma mecánica, sino que se da en el dinamismo del mover del Espíritu Santo en el culto y en las personas que adoran. Hemos de obedecer y ajustar en nosotros todo lo necesario ante lo que Dios nos muestra.

La ofrenda es lo realizado durante la semana, pero en definitiva son las mismas vidas entregadas a Dios, tanto en actitud, como en las decisiones más prácticas que suponen cambio y arrepentimiento. Además, nuestras ofrendas se hacen tangibles también con nuestros diezmos y compromiso en el proyecto de la iglesia local, marco más cercano de nuestro contexto de adoración. Todo ello entraña comunión, caminar juntos, amarnos y preocuparnos los unos por los otros: «24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca.» (Hebreos 10:25).

Este es el culto evangélico, en el que algunas iglesias celebran también la cena del Señor o santa cena (eucaristía en la eclesiología católica) todos los domingos, mientras otras lo hacen mensualmente, y otras durante acontecimientos especiales que se celebren en el transcurso del año. Independientemente de esta celebración conmemorativa, todas las iglesias evangélicas destacan en sus cultos a Cristo como cabeza de la iglesia siendo todos los cultos dominicales válidos para adorar y expresar la fe, aunque no en todos se tenga esta celebración.

Los cultos evangélicos son con poco boato, aunque hay iglesias, de las conocidas como «históricas» o «reformadas» que suelen tener una liturgia más rígida y con elementos muy propios que incluso siguen un servicio que es común a su propia denominación.  No obstante, en su expresión cúltica el marco es alegre y de gozo. Por ello, muchos de los que visitan las iglesias destacan esto, comentando la música, los cánticos y la celebración. Pero además del festejo, comprende también tiempo para el recogimiento y la restauración.

Juan Manuel Quero5 Entremos por sus puertas y por sus atrios con alabanzas y con acción de gracias;
¡alabémosle, bendigamos su nombre!

¡El Señor es bueno! ¡Su misericordia es eterna!
¡Su verdad permanece para siempre! (Salmo 100:4-5).

*** Notas

[1] Cf. L. Bouyer. Diccionario de teología. Barcelona: Editorial Herder, 1977, pp. 447,448.

[2] Dietrich Bonhoeffer. Vida en comunidad. Buenos Aires: Methopress Editorial y Gráfica, 1966, pp. 33- 34.

[3] Cf. Eduardo Nelson G. Que mi pueblo adore: bases para la adoración cristiana. El Paso, Texas, EE. UU. Editorial: Casa Bautista de Publicaciones, 1998, pp. 109-119.

Autor: Juan Manuel Quero Moreno


© 2025. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.

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