OBITUARIO / por LOLA CALVO
A DÁMARIS RODRIGO, con recuerdo entrañable
En este texto la autora, amiga de toda la vida de Dámaris Rodrigo (fallecida esta madrugada), le dedica unas palabras de recuerdo y homenaje llenas de cariño y de ternura.
Dámaris Rodrigo / Foto: Facebook
(Lola Calvo, 25/11/2024) En la vida nos toca pasar por momentos en los que los sentimientos afloran tan bruscamente que los roces amargos desgarran nuestra piel. Así nos sentimos hoy quienes hemos compartido vida con Dámaris.
Desde la infancia hasta el presente hizo de la convivencia algo fácil, porque en ella no había ni amarguras ni rencores, aun pasando por situaciones que para otros hubieran sido justificación para revolverse.
Madre de sus cachorros, a los que supo transmitir valores y confianza en sí mismos. Pero sobre todo esa compañera de viaje que se subió desde muy joven a un tren con velocidad de crucero. Porque su Josep Lluis[1], tenía energía sobrada para los dos. Cuando él se enamoró de ella para no dejar de hacerlo nunca más, Dámaris le siguió hasta las antípodas. Australia fue un arranque de vida que ella recordaba siempre. Los niños fueron apareciendo y enriqueciendo sus vidas; y ella, sin experiencia y con mucho amor, salió de los atolladeros de madre primeriza y fue llenando su hogar de más niños que, hasta hoy, han entendido que un hogar son más que cuatro paredes.
Dámaris Rodrigo / Foto: Instagram
Trabajadora incansable, con ella compartí años no solo en la iglesia, sino también en la Sociedad Bíblica. Nunca usó su posición de esposa del secretario general para tomar ventaja, al revés, se sometió siempre a servir allí donde se le requería. Aprendí de ella, discreción y tenacidad. Como un ratoncito silencioso cumplía con sus metas, sin jactarse de ello. Tenía su propio criterio, lo que no le impedía aceptar órdenes de buen grado. Mucha humanidad y empatía por los sufrientes, especialmente los niños.
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Lola Calvo |
Siempre observé en ella, en los gestos, en sus manos, en sus formas aparentemente discretas, la elegancia de quien se mueve con el corazón, sin pensar en lucimientos fatuos.
Doy gracias a Dios por la solidez de su persona. Porque en ella se confirma el valor de que la fe bien vivida florece con fuerza, lo inunda todo, deja frutos y su perfume traspasa la muerte.
Lola Calvo / Castellón a 25 de noviembre de 2024
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*** Notas:
[1] José Luis Andavert, esposo de Dámaris Rodrigo López, fue entre otras cosas pastor evangélico, director general de la Sociedad Bíblica de España y presidente de la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE)
Autora: Lola Calvo | (Lola Calvo es miembro de la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Madrid).
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OPINIÓN
Mi paso por el VIII Congreso Evangélico / por Lola Calvo*
(Lola Calvo, 16/07/2017) Lo primero, gracias a todos los que han participado durante muchos meses en esa trastienda que luego no vemos pero que de no existir nada hubiera podido ser. Y también mi reconocimiento a quienes nos ofrecieron su trabajo en primera fila. Gracias a todos ellos, este VIII Congreso Evangélico ha sido serio, intenso y provechoso.
Me he sentido bien —no solo por el encuentro con caras amigas y otras que he conocido—, sino porque desde el primer momento hemos sido llamados a participar, a trabajar pensando. Hubo cuatro ponencias, fruto de la labor previa de personas significativas en cada materia, cada una fue defendida por un ponente y luego nos tocó a los componentes de cada una de las mesas, debatir contenidos para sacar al menos tres conclusiones a cada una de ellas. Conclusiones que serían después tenidas en cuenta y formarían parte del documento de Conclusiones del VIII Congreso Evangélico.
En mi mesa —adjudicada de antemano— convivimos distintas denominaciones. Ese fue el primer encanto. Salir de la zona de comodidad para poder dirigirnos los unos a los otros, desde nuestras perspectivas; nuestras opiniones tuvieron que desdoblarse y hacer hueco a los demás. Lo interesante fue entender que nuestra diversidad, lejos de ser vista como una debilidad, debe transformarse en nuestra fortaleza. Ahí estuvimos todos de acuerdo.
Después de nuestros debates, sinceros y prácticos, fuimos capaces de vislumbrar que el camino recorrido adolece aún de esa fuerza que transmite una unión profunda. Y decir esto no significa que debemos simplemente tolerarnos como compañeros forzados de un camino inevitable. A lo que estamos llamados, por amor a Jesucristo —pilar y nexo obligado para que sea verdad—, es a apreciarnos con respeto, a aceptar la idiosincrasia del otro; a amarnos sin cortapisas. Solo así nuestra diversidad nos habrá convertido en una iglesia fuerte, capaz de transmitir la Buena Noticia de la Salvación.
Solo seremos fuertes si, unidos, entendemos nuestra pluralidad como una riqueza que refuerza el mensaje de salvación en Cristo. No más combates internos, no más círculos cerrados en los que los acentos de los otros nos son indiferentes. No es tiempo de tolerarnos sino de amarnos. Y de manifestarlo a quienes no creen y buscan nuestras fisuras como excusa para catalogar nuestro discurso de falso o de hipócrita.
¡Solo a nuestro Dios sea la gloria! Que Él nos ayude.
*Lola Calvo es responsable de la Diaconía de Educación de la Primera Iglesia Evangélica Bautista de Madrid
