OBITUARIO
Rufino Navarro partió a la presencia del Señor
Pastor evangélico, director de la Asociación Reto a la Esperanza en Madrid, falleció el pasado viernes a los 60 años de edad
(JORGE FERNÁNDEZ, 03/12/2023) El pasado viernes 1 de diciembre, tras varias semanas hospitalizado, falleció Rufino Navarro Rodríguez (Madrid, 1963-2023), pastor evangélico y director de la Asociación Reto a la Esperanza en Madrid. Acababa de cumplir 60 años en el mes de septiembre. Deja esposa, dos hijas mujeres, un hijo varón adoptivo y cuatro nietos.
Al día siguiente de su fallecimiento, el sábado 2, en la sede de la Iglesia Bíblica Reto a la Esperanza en Vallecas (Madrid), más de 500 personas, muchas de ellas llegadas desde distintas regiones de España y del extranjero, despidieron sus restos mortales con una “celebración de su vida” en un emotivo y concurrido acto en el que intervinieron su esposa Dolores y sus hijas Alba y Ana, entre otros familiares y allegados.
Entre lágrimas contenidas (y vertidas) y sentidas expresiones de agradecimiento a Dios por la vida del “esposo, padre, amigo, pastor…”, familiares y amigos trazaron el perfil de un hombre que amó y sirvió a Dios durante casi 40 años desde su conversión a Cristo y hasta el último día de su vida de forma sensible, amorosa y ejemplar.
“Hasta el último momento, estando en la UCI muy débil ya, alababa a Dios con entusiasmo… ¡Aleluya!, decía, me voy con el Señor”, explicaba emocionado el pastor y director de RETO en Cataluña, Jose Manuel Monjero, uno de sus amigos y compañeros más cercanos hasta el final.
Después de servir en centros de la Asociación Reto a la Esperanza en Santander, Córdoba y Sevilla, a finales del año 2000 Rufino Navarro se hizo cargo del centro en Madrid.
Junto a su esposa, enfermera de profesión, en los últimos 20 años han desarrollado una intensa y fructífera labor social y espiritual en la capital de España. Entre sus principales logros, destacan la apertura de una Clínica de Salud (en Puente Vallecas), que ofrece atención sanitaria primaria, enfermería, odontología, piscología y fisioterapia (a precios asequibles y con facilidades para las personas necesitadas); una Residencia para Mayores (en Valdemoro, Madrid); y un nuevo y espacioso lugar de cultos en propiedad (en la zona de la Villa de Vallecas).
Todos estos servicios son atendidos por profesionales y voluntarios que reflejan la vocación cristiana evangélica de la Asociación y de sus directores: ofrecer al prójimo, especialmente a los más necesitados, una ayuda práctica, eficaz y digna, con una calidad (y calidez) que glorifique a Dios y testifique al mundo de Su amor manifestado en Jesucristo.
Con su partida, Rufino Navarro deja un vacío grande, difícil de cubrir, pero su ejemplo ha dejado huella en sus hijas y en sus hijos espirituales. “Esto no termina aquí, seguimos luchando juntos por el reino”, dice Alba, con una entereza y una determinación que conmueve.
***
Una nota muy personal...
Las líneas de arriba podrían ser suficientes para un obituario común, de los que de vez en cuando publicamos en Actualidad Evangélica. Pero sin ánimo de cometer ningún agravio comparativo y confiando en que contaré con la comprensión de nuestros lectores habituales y amigos, me permitiré en esta ocasión añadir una nota personal más amplia. Porque Rufo, que es como los más cercanos llamábamos al pastor Rufino Navarro, ha sido para quien escribe estas líneas un amigo, compañero de aventuras y hermano en Cristo por muchos años.
Con Loli y Rufino el pasado 23 de septiembre, en una reunión en el Centro Betel, en Madrid / Foto: MGala
Conocí a Rufo y a su esposa Dolores (Loli) en 1989. Visitábamos con mi esposa Miriam la obra de RETO en Santander, Cantabria, invitados por su presidente por aquel entonces, Adrián Casas, a quien habíamos conocido en Barcelona. Nos hospedaron en “el hostal”, una casa en la que convivían varios matrimonios, todos jóvenes veinteañeros. Entre ellos Rufo y Loli. Desde el principio nos parecieron una pareja especial. Se les veía doblemente enamorados: enamorados entre ellos -muy enamorados- y enamorados de Dios, con un amor apasionado y contagioso.
Conocer aquella gente de RETO y ver lo que Dios estaba haciendo con esos chicos y chicas fue un auténtico shock para nosotros. Un año después Miriam y yo entrábamos a formar parte de la comunidad, recibidos como un matrimonio más, donde servimos juntos al Señor por más de una década, acogiendo y asistiendo a muchos chicos y chicas desahuciados por la sociedad, pero preciosos para Dios.
Un extraño predicador americano en San Blas
Rufo había llegado a RETO cuando todavía no existía RETO, sino la casa de un misionero cristiano americano lo suficientemente “loco” como para meter chicos drogadictos y delincuentes en su casa particular a vivir con su familia: la familia Pollnow. Era 1985, Rufo tenía 21 años y “un descalabro en mi vida, tras 4 años enganchado a las drogas”, según recordaba en una entrevista reciente a Gabino Fernández Campos. Era uno de los miles de jóvenes arrasados por las drogas en la España de los 80 que deambulaban por las calles de los barrios periféricos de las grandes ciudades. En su caso en San Blas, en Madrid. Había nacido en una familia de clase trabajadora, tenía siete hermanos y estudios de formación profesional. Jugaba bien al fútbol y tenía toda la vida por delante. Pero con la droga llegaron también las enfermedades. Muchos de sus colegas del barrio encontraron la muerte sin llegar a las 25 ó los 30. Sin embargo. Dios tenía sus ojos puestos en él.
Según su propio testimonio, “cuando peor estaba”, tropezó un día con un hombre que andaba por el barrio predicando el evangelio, con su hijo adolescente: Raimundo y Bruce. Aquel hombre extraño le ofreció ayuda que no sabe ni cómo aceptó: irse a vivir con ellos a Santander. Era una época en que no había centros de rehabilitación gratuitos. “Me hablaron del evangelio con hechos, con una ayuda desinteresada y un amor que hizo que mis reservas y dudas del principio se desvanecieran… Mi idea era estar cuatro meses y después volver a mi casa, que teníamos imprenta y había trabajo…”. Pero los 4 meses se convirtieron en 40 años. Allí en Santander conoció a Cristo, y poco más tarde a Loli. “Ella era una chica que ni siquiera sabía lo que eran las drogas; trabajaba en una tienda en Santander, estudiaba informática… no fue fácil para sus padres entender la decisión de su hija de casarse con un exadicto”, explicaba.
Rufo perteneció al reducido grupo de la primera generación de chicos y chicas que salieron adelante con la ayuda, la fe y el ministerio de la familia Pollnow. “Al principio éramos solo ocho chicos, en una casa alquilada que estaba en obras, frente a la ría de Liencres”. Desde entonces han sido cientos de miles, los hombres y mujeres que han pasado por las casas de acogida de la Asociación Reto a la Esperanza en España y en más de 30 países del mundo.
Una impronta y un sello personal
Con los años, Rufo y Loli se convirtieron en referentes para muchos de los que llegarían después, dejando una impronta personal en su forma de hacer obra. Loli estudió enfermería y se convirtió en una pieza clave en el desarrollo de la Clínica y de la Residencia de Mayores. Rufo, además de las muchas cualidades personales, espirituales y ministeriales que se recordaron en su despedida, demostró ser un administrador eficiente y exhibió un rasgo en su liderazgo que, a mí particularmente, me parece un sello personal suyo, muy destacable y ejemplar: un sentido de la excelencia y de la estética en el servicio a Dios, poco frecuente.
“Se nota la mano de Rufino en los detalles de esta Iglesia”, me dijo alguien muy próximo el sábado. “No hace falta más que ver los baños, impecables, y la decoración”.
“Tienes razón”, pensé, mientras miraba las fotografías del vídeo conmemorativo que proyectaban al final del culto. No recuerdo haber visto nunca a Rufo mal vestido, siempre elegante, aunque fuera con un simple polo y unos vaqueros; pocos los lucían como él. Una elegancia natural y un sentido de la estética presente también en la Clínica, en la Residencia de Mayores, y en las casas de la asociación en Madrid. Y me parece algo destacable porque es en los detalles donde se expresan ciertas convicciones íntimas. He visto a organizaciones con muchos recursos que parecen confundir sencillez con dejadez u ordinariez; belleza y buen gusto, con ostentación; cuidado en los detalles, con lujos. Como si trabajar con los pobres justificara el abandono y el descuido en el servicio y en las infraestructuras. Rufo esto parecía tenerlo claro: para Dios lo excelente, y para las personas, lo mejor que podamos ofrecer. Ese brillo puede apreciarse en sus proyectos. Y me parece un buen ejemplo a seguir.
La historia les recordará
Por último, soy de los que piensan que dentro de 50 o 100 años (si el Señor no viene antes), los investigadores, doctorandos en teología o de otras ciencias sociales que se dediquen a investigar las causas que habrán llevado a una mayoría evangélica en España (¿hay algo difícil para Dios?), pondrán los nombres de hombres y mujeres que hoy son prácticamente anónimos en el lugar de la historia que se merecen. Y entre ellos, junto a otros muchos igualmente desconocidos e ignorados, estará el nombre de Rufino Navarro Rodríguez.
Pero si no fuera así y el mundo les olvidara por completo, de una cosa podemos estar seguros: “La memoria del justo será bendita” (Proverbios 10:7). Y eso es lo que para cualquier hijo de Dios cuenta de verdad.
Hasta siempre, Rufo. Doy gracias a Dios por tu vida, tu testimonio y ministerio. Nos vemos...
Jorge Fernández – Madrid, domingo 3 de diciembre de 2023.-
Entrevista a Rufino Navarro para Actualidad Evangélica (06/04/2017)
© 2023. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA. Las opiniones de los autores son estrictamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
| Otros Artículos de Jorge Fernández |
|---|
