RESEÑA BIBLIOGRÁFICA / por ALFONSO PÉREZ RANCHAL
"Las fuentes que dieron origen al Nuevo Testamento". (Raúl Zadívar, CLIE, 2020, 206 páginas)
"El doctor Raúl Zaldívar ha realizado una estupenda investigación, que además es una obra original en nuestra lengua que se sostiene en una muy amplia bibliografía, esto es en una sólida documentación"
Fragmento del libro de Isaías / Museo de Israel
(Alfonso Pérez, 08/06/2023) La inspiración bíblica. ¿Qué es la inspiración bíblica? ¿En qué consiste? Este tema es uno de los más debatidos entre los cristianos. Curiosamente, en las Escrituras se dice muy poco sobre el mismo, de hecho, no se explica ni se pasa a exponer cómo se lleva a efecto y qué consecuencias tiene.
Por supuesto, todo lo anterior se suele argumentar, definir e incluso puntualizar hasta en sus más pequeños detalles… pero ello no es a partir de datos bíblicos, sino de presuposiciones del autor de turno.
La inspiración bíblica es considerada de tal importancia que, sobre la base de qué teoría sostenga un determinado creyente, es que se le considera genuino o terriblemente equivocado. Es como una línea que no se puede rebasar, ya que de lo contrario se dejaría indefensa la verdad bíblica.
De ahí que la confrontación está servida; y esta se suele dar en términos de definiciones. Con ello me refiero a que cada cual presenta la definición concreta que mantiene, pero no suele ir más allá en el sentido de demostrarla. Esta discusión se queda en el terreno de lo teórico sin estructura o investigación que sostenga lo que se cree.
Para no pocos esto es más que suficiente y es a lo más cercano que llegan en el "estudio" de la misma. No faltan tampoco aquellos "más aventajados" que tras exponer lo que es la inspiración escritural añaden que se dio en los originales. Pero estos originales están perdidos, por lo que no hay forma de comprobar lo que tan gratuitamente han afirmado… Además, ya conocemos que, en el caso de los evangelios, por ejemplo, toman el testimonio de una tradición oral existente (con sus singularidades), de otras fuentes y, en el caso de los sinópticos, se ha de dar una explicación de la dependencia literaria entre ellos.
En este sentido el doctor Alfonso Ropero apunta en el libro que "No hace tanto se nos enseñaba que la inspiración divina de la Biblia era semejante al dictado de un directivo a su secretaria. Con esta teoría se quería garantizar la autoría de Dios y la inspiración verbal de cada palabra. Es decir, que Dios, aparte de inspirar a los escritores bíblicos las ideas, pensamientos o temas a escribir, también los guió en su elección de las palabras a utilizar, un proceso complejo y milagroso, casi imposible de explicar, que llevó a cabo el Espíritu Santo no solo dando las ideas del escritor bíblico, sino también supervisándolo en cada palabra escrita, guardándole así de error hasta en el detalle más pequeño. Pero hasta lo más conservadores comprendieron que esta imagen del 'dictado' no hace justicia al concepto de inspiración, pues si bien destaca el papel y la autoridad divina de la inspiración, no hace justicia al hecho fenomenológico de la Escritura, con sus géneros y estilos literarios tan diferentes: si Dios hubiera dictado a cada escritor bíblico lo que tenía que escribir, cada escrito producido tendría un único estilo: el de Dios como autor. Pero al analizar el texto bíblico es evidente que cada autor tiene su propio estilo de escritura y responde a un momento histórico concreto".
El mismo autor del libro nos dice: "Tenemos un compromiso histórico con una generación a la que no le podemos hablar de la misma manera que nos hablaron a nosotros los que nos antecedieron; y no podemos hacerlo porque ellos no consentirían que les tratemos de la misma manera. En nuestra época no se nos dio ningún tipo de explicaciones, simplemente teníamos que creer porque había que creer así. Una desafortunada tautología que nos castró una de las grandes facultades que Dios ha dado al hombre fue la de pensar. Esto nos sometió a la tiranía del miedo, puesto que si alguien osaba pensar diferente al dogma que racionalmente se nos había impuesto, simplemente era excluido”.
“Otro de los factores que obraba en contra era la falta de información que nos obligaba -por no decir que nos condenaba- a creer cada cosa que nos dijeran".
Pues bien, el presente volumen lo que busca es "quitar ese ropaje de misticismo e irracionalidad con que se envolvió la Biblia y explicar a esta generación cómo se formaron las fuentes que utilizaron los redactores de los libros que componen el canon del Nuevo Testamento para que quede claro la humanidad y la racionalidad de lo que conocemos como el Nuevo Testamento" (Raúl Zadívar, p. 13). O en palabras del anteriormente citado Alfonso Ropero: "A semejante cuestión responde la investigación del autor de este libro, con un extenso recorrido por la literatura judía del periodo intertestamentario, una de carácter apócrifo, reservada para los iniciados; otra, pseudoepígrafe, revestida de la autoridad de los patriarcas o personajes más célebres de la historia de Israel; todas preocupadas en dar una respuesta a los problemas, retos y desafíos del pueblo judío que vivió periodos de sometimiento al poder político persa primero, al griego después, y al romano finalmente con la memorable rebelión de los Macabeos contra el atropello de la religión judía del monarca sirio-helénico Antioco Epífanes y que fue inspiración de revueltas y guerras contra el nuevo poder romano, e inspiración también cristianos" (p. 18).
Seis capítulos y tres anexos son los que va a utilizar el autor para presentar su investigación. El primero de los capítulos va a tocar la literatura propia de tres de las principales sectas judías, como eran la de los fariseos, la de los saduceos y la de los esenios. El segundo abordará la literatura judía deuterocanónica como una de las fuentes principales para la teología que se desarrollará en el Nuevo Testamento. El tercero hará lo propio con la literatura llamada pseudepígrafe entre la que verá la luz el género apocalíptico, también clave para comprender no poco de lo que aparece en el Nuevo Testamento. El cuarto, de las fuentes literarias del Nuevo Testamento en relación a los sinópticos y el evangelio de Juan, también de las epístolas y del patrón apocalíptico de la escatología. El quinto se centrará en la literatura apócrifa y gnóstica que fue el resultado directo de los escritos neotestamentarios ya que usaron a estos como fuentes. El capítulo sexto es especialmente destacado por los temas que trata, ya que considera tanto la inspiración como el proceso de canonización y cómo ambos se relacionan.
Lo primero que tengo que apuntar sobre la lectura del presente volumen es que me ha parecido de lo más provechosa. Creo que es un texto imprescindible para todos aquellos estudiantes y profesores de las asignaturas de Bibliología y de Introducción al Nuevo Testamento, sin olvidar a cualquier predicador e interesado. Es imprescindible que cuando estos temas sean tocados se haga con la rigurosidad y seriedad que se merecen. Si el cristiano dice estar en la verdad, esta verdad debe estar sostenida en argumentos coherentes, en datos adecuados. Ya está bien de creer por creer, de cerrar los ojos a los hechos y de hacer de la ignorancia bandera.
El doctor Raúl Zaldívar ha realizado una estupenda investigación, que además es una obra original en nuestra lengua que se sostiene en una muy amplia bibliografía, esto es en una sólida documentación.
Como se suele decir en estos casos, un libro de lectura obligada.
Autor: Alfonso Pérez Ranchal
© 2023- Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
Alfonso Pérez Ranchal es Diplomado en Teología por el CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas), Licenciado en Teología y Biblia por la Global University y Profesor del CEIBI. Vive en Cádiz.
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