SIN ÁNIMO DE OFENDER / POR JORGE FERNÁNDEZ
“¡Relájate, que estamos en Semana Santa!”
"Aquella fue una semana de confusión para los Doce, que aún no acababan de entender muy bien qué significaba aquello de 'mi reino no es de este mundo'…"
Foto de Timothy Eberly en Unsplash
(JORGE FERNÁNDEZ, 05/04/2023) “¡Relájate, Jorge, que estamos en Semana Santa!”. Esas fueron las palabras textuales de un buen amigo con el que habíamos estado conversando esta mañana a través de Wasap, comentando algunos de los efectos de la participación de una pastora evangélica en un mitin político y todo el desproporcionado ruido mediático que eso desencadenó en medio del clima preelectoral en el que nos encontramos.
Cierto, estamos en Semana Santa. ¿Y qué significa eso?, pensé. Para muchos, Semana Santa es un tiempo de vacaciones, de hacer turismo, de juntarse con la familia y de descansar. Para otros, como es el caso de los trabajadores de la hostelería, es una de las fechas señaladas en rojo en el calendario laboral.
Para los cristianos, además, la Semana Santa es un tiempo especial de reflexión, de recogimiento y de celebración.
Así que reflexiono, y siguiendo el consejo de mi amigo intento abstraerme un poco de la actualidad informativa y tratar de ponerme en la piel de aquellos discípulos que acompañaron a Jesús en su entrada triunfal a Jerusalén, que es lo que celebramos el pasado “Domingo de Ramos”. De intentar entender la agonía de Jesús en el huerto del Getsemaní; de sentir el impacto del arresto del Maestro, traicionado por uno de los suyos…
Y de pronto me doy cuenta de que todo lo que pasó allí, en esa semana, no hace más que devolverme a la actualidad y llevarme a observar cómo, dos mil años después, la humanidad sigue repitiendo los mismos escenarios y manifestando las mismas actitudes que llevaron a Jesús a la cruz.
Aquella fue una semana de confusión para los Doce, que aún no acababan de entender muy bien qué significaba eso de “mi reino no es de este mundo”…[1] O el significado que tenía, también para ellos, aquella respuesta con la que cerró la boca a los fariseos y a los herodianos cuando dijo, “al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios…”[2]. Tampoco habían comprendido bien aquella regañina del Maestro tras el intento fallido de Jacobo y Juan de asegurarse dos vicepresidencias en el futuro gabinete político del Mesías, merced a los buenos oficios de su madre Salomé (probablemente la primera lobista de nuestra era). “Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. Mas entre vosotros no será así…”[3], les advirtió.
Pensaba en que, precisamente, “evitar la confusión” respecto a la separación Iglesia-Estado, entre lo confesional y lo político -como se ha recordado en estos días-, es la razón por la que FEREDE aprobó hace algún tiempo un Código Ético en el que prohíbe a sus cargos orgánicos ejercer cargos políticos o hacer propaganda partidaria, criterio que también recomienda a sus ministros de culto e iglesias federadas.
Pero, ¿que exista un documento suscrito con un consenso tan mayoritario entre nuestras instituciones e iglesias, será suficiente para aclarar toda confusión a este respecto en algunos sectores de nuestra diversa comunidad evangélica? A juzgar por lo que pasó en la semana de la pasión con los Doce, creo que hay razones para la preocupación y la reflexión. Las palabras, ni siquiera las de Jesús, fueron suficientes para disolver sentimientos o ideas preconcebidas que estaban muy arraigadas en la cultura judía y en los corazones de sus discípulos. Pedro se había dormido durante la reunión de oración en el huerto pero se levantó como un resorte, espada en mano, cuando creyó que el Mesías necesitaba una ayudita para acceder al trono de Jerusalén. Y la confusión se apoderó totalmente de él mismo y del resto del equipo cuando Jesús se entregó mansamente, sin abrir su boca, sin luchar ni defenderse, totalmente rendido ante la trama conspiratoria político-religiosa que se había construido en su contra.
Llegados a este punto conviene recordar que así funciona siempre el integrismo político-religioso cuando se alía para compartir el poder… No importa su color ni sus argumentos, al final siempre está en el bando contrario a Jesús. Siempre se vuelve en contra de la Justicia, del Camino, la Verdad y la Vida de Dios; en contra del reino de Dios y de su Iglesia. Eso es lo que tuvieron claro y combatieron los líderes de la Reforma radical del siglo XVI y, como nos enseña la fábula del escorpión y la rana[4], eso nunca cambiará porque “está en su naturaleza” (en la naturaleza del integrismo político-religioso).
La semana de la pasión, que comienza con la entrada triunfal de Jesús a lomos de un pollino y que, apenas cuatro días después culmina con Jesús en la cruz, está enmarcada por el grito de dos multitudes: una que clama “¡Hosanna al que viene en el nombre del Señor!”, y la otra que grita, “¡Crucifícale!”. Y una duda que carcome… ¿Cuántos de los que asistieron al primer mitin estaban también en el segundo? ¿Cómo es posible que en tan pocos días una importante mayoría de la opinión pública se haya vuelto contra Jesús de tal manera? ¿Tan fácil resulta soliviantar a las multitudes?
Al leer los evangelios encontramos algunas respuestas a estas preguntas. Vemos antiguas técnicas de manipulación de masas, que hoy llamamos de otra manera, pero que son lo mismo.
Solo se necesita una buena base de ignorancia acerca de Jesús y su mensaje, un puñado de prejuicios o ideas preconcebidas, una pizca de rumores bien diseñados (fake nwes, les llamamos hoy), alguna teoría conspiratoria, algún soborno o prebenda, una medida de hipocresía, otra de cobardía, un par de hábiles agitadores mediáticos… y ya tenemos todos los ingredientes necesarios para llevar a la opinión pública a donde se quiera.
¿Algún parecido con la actualidad?
A mí se me ocurren varios. Pero va siendo hora de que le haga caso a mi amigo y que me relaje un poco, me recoja… y celebre.
Al fin y al cabo, la Semana culmina con la Resurrección. Es decir, que esta película y su remake actual se nos presenta en la Biblia con spoiler[5]. Y eso… eso es, por encima de todo, motivo de esperanza y de gozosa celebración.
*** Notas:
[4] Fábula atribuida a Esopo en la que un escorpión pide a la rana que le ayude a cruzar el río sobre su lomo garantizándole que no le clavará su agujón razonando que eso a él tampoco le convenía. Cuando por fin lo hace, causando el ahogamiento de ambos en medio del río, el escorpión se justifica, “lo siento, está en mi naturaleza”.
[5] La voz spoiler es un anglicismo que se usa con el sentido de 'revelación de detalles de la trama" de un libro o película.
Jorge Fernández – Madrid, miércoles 5 de abril de 2023.-
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