LA HISTORIA DE LA IGLESIA A TRAVÉS DE LOS AVIVAMIENTOS - POR JUAN MANUEL QUERO
Entre la Historia Moderna y la Contemporánea: Avivamientos generales y singulares (I)
"En este contexto de renovación, entre los protestantes surgiría el Pietismo Alemán y de los Países Bajos, así como el Puritanismo inglés que se extendería por buena parte del mundo."
«El primer día de Acción de Gracias en Plymouth» (1914), de Jennie A. Brownscombe. («Nacional Geografic en Español», 9 de agosto 2018).
(JUAN MANUEL QUERO, 06/06/2022) | La realidad constatada después del hito de la Reforma Protestante es que la iglesia tenía que seguir siendo reformada por el mismo Espíritu de Dios. «Semper Reformanda» son palabras atribuidas al teólogo del pietismo holandés, Van Lodenstein: «iglesia reformada siempre reformándose, según la Palabra de Dios».
Estas palabras serían escritas en un devocional que realizó en 1674. Este es un principio bíblico bien arraigado en el mismo desarrollo de la Iglesia Primitiva. La iglesia siempre ha sido llamada a estar en renovación, como algo inherente a la misma vida cristiana, pues, la imperfección ante la santidad de Dios produce una simbiosis en la que se ha de dar crecimiento, es decir, santificación, restauración, renovación y reforma, como un «continuum vital», acorde a la Palabra Dios y las necesidades existentes:
No os conforméis a este mundo; más bien,
transformaos por la renovación de vuestro entendimiento,
de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios,
buena, agradable y perfecta.
(Romanos 12:2)
En este sentido, y sin quitar el valor que tiene la Reforma del XVI, habría que entender que la verdadera reforma es la que tiene lugar en la vida de la iglesia y de sus miembros, como un elemento de equilibrio que se centra en la Palabra de Dios. Esta evitará edificarse sobre intereses personales o partidistas, buscando la soberanía de Dios. En este sentido surgirían otras reformas, y actualmente la iglesia ha de seguir en ello.
Entre el pueblo protestante, y debido a las traducciones bíblicas, el «evangelicalismo» podría entenderse como lo que muchos creyentes experimentaban al encontrarse con la Palabra de Dios, que les desafiaba a cambiar. Marcados por un avivamiento de renovación y reformismo posteriores a esta Reforma del XVI, pero en este caso no dirigido por una iglesia en concreto, ya que éste sería un movimiento «transconfesional». Su propósito sería un énfasis de relación personal con Dios, la lectura de la Biblia y la oración, permitiendo la obra del Espíritu Santo.
En este contexto de renovación, entre los protestantes surgiría el Pietismo Alemán y de los Países Bajos, así como el Puritanismo inglés que se extendería por buena parte del mundo. Con respecto al Pietismo, hay que indicar que se inició una lucha por volver a los principios bíblicos y teológicos. Estos deberían permear a todo el conjunto de los creyentes. El destacado sacerdocio universal tendría que llevar a los creyentes a cultivarse por iniciativa propia en el desarrollo de las enseñanzas bíblicas, orando, sirviendo y buscando la dirección de Dios[1].
Uno de los personajes más destacados del Pietismo Alemán, que encabezarían esta búsqueda, sería Felipe Jacobo Spener (1635-1705). Éste, que era un pastor luterano, organizaría un grupo de oración que denominaría, «Comunidad de Piedad». Escribió un libro que titularía «Deseo Piadoso», según la traducción. En este se sentaban las bases para la formación de distintas congregaciones con el propósito de tener una relación genuina con Dios, para vivir las enseñanzas de «Las Escrituras». Además, se fue desarrollando un énfasis de cuidado integral de las personas, abriendo escuelas y orfanatos. Se daría un vigor espiritual que llevaría a compartir lo que Dios había revelado en sus vidas a los lugares más recónditos, en India y por supuesto en el Nuevo Mundo.
Los Moravos[2] encabezados inicialmente por el Conde Nicolaus Ludwig von Zinzendorf (1700-1760), discípulo de Spener, tendrían un ámbito internacional con un enorme celo misionero. Formaría parte de los hermanos moravos, motivándolos en la importancia de compartir el Evangelio en países que no conocían nada de Cristo. Este impulso evangelizador se daría por la forma en la que Las Escrituras se vivieron por aquellos protestantes que deseaban una relación con Dios de forma genuina y con la acción necesaria. Recordemos que la traducción de la Biblia a las lenguas vernáculas sería fundamental; pero, también lo fue ese enfoque renovado y potenciado de la educación y de la pedagogía que formaría parte de todo ello. Hay que tener en cuenta, que Juan Amós Comenius (1592-1570) es reconocido como el «padre de la pedagogía moderna», y que este era un pietista moravo.
Estos movimientos comenzarán a conocerse y a llamarse evangélicos, nombre que trascenderá hasta nuestro tiempo, usándose junto al de protestantismo con los matices diferenciadores que podríamos mencionar. No obstante, ante esta realidad que hemos sintetizado cabría una reflexión: En este tiempo se enfatizó la importancia de cambiar, renovándonos acorde a Las Escrituras. ¿En nuestros días, cuál es la disposición para cambiar? ¿Esto debería de comenzar por las grandes denominaciones evangélicas o será necesario que se dé individualmente?
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Notas:
[1] «Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia» (2ª Pedro 2:9-10).
[2] Moravia es una de las tres regiones históricas que, junto con Bohemia y Sileca, pertenecen a la República Checa; pero, aquí aparece en mayúscula porque os referimos al movimiento evangélico que surge allí, y que se conoce como «los hermanos moravos». Esta comunidad se iría formando en tiempo de Pedro Valdo y posteriormente por Juan Huss, teniendo otras influencias importantes.
Autor: Juan Manuel Quero Moreno
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