LA HISTORIA DE LA IGLESIA A TRAVÉS DE LOS AVIVAMIENTOS - POR JUAN MANUEL QUERO
Continuamos con una nueva entrega de esta interesante serie titulada "La historia de la Iglesia a través de los avivamientos", a cargo de Juan Manuel Quero Moreno.
Pico della Mirandola (1463-1494), retrato del pintor flamenco Cristofano dell'Altissimo. Galería de los Uffizi, Florencia.
(JUAN MANUEL QUERO, 01/04/2022) | Pico della Mirandola (1463-1494), sería un filósofo tremendamente destacado e influyente en el Renacimiento. Su publicación «oratio de homini dignitate» recoge sus 900 tesis en diferentes disciplinas, entre las que están las de la religión. Esta obra se ha considerado importante manifiesto del legado del Renacimiento.
Su sobrino fue discípulo del precursor de la Reforma Protestante, el jerónimo Savonarola (1452-1498), quien sería condenado a la hoguera por sus críticas a la Iglesia Católica. La relación que tendría el destacado filósofo del Renacimiento con Savonarola sería directa, personal y de profunda amistad[1]. Estos amigos florentinos, tendrían distintas ideologías, pero en un contexto que les era común, y con principios que se relacionaban.
Si Mirandola desplaza el teocentrismo por el antropocentrismo, Savonarola desplazaría a la Iglesia como centro del cristianismo, o mejor dicho, Roma como el centro del mundo. Este sería un ejemplo más de cómo el Renacimiento y la Reforma Protestante estarían muy entrelazados por el Espíritu Santo, que iría bordando la imagen clara de un avivamiento que dejaría un nombre especial en el devenir histórico.
Otro de los personajes muy destacados en este Renacimiento sería Erasmo de Róterdam (1466-1536). Erasmo, se podría decir, que sería quien representaría a esos teólogos cristianos que, sin someter sus ideas a los criterios de la iglesia, serían muy usados para producir cambios relevantes y profundos en su tiempo. Erasmo era neerlandés, uno de los eruditos más relevantes del norte de Europa. Fue hijo de sacerdote y estuvo ordenado en la orden regular de los agustinos, aunque se liberó de sus obligaciones sacerdotales para dedicarse a su mayor vocación, como humanista, filólogo, filósofo y teólogo. Aunque fuese católico ordenado, no se identificaría con la iglesia de su tiempo, aunque tampoco se alinearía con el protestantismo; sin embargo, sus escritos e ideas fueron muy comunes a las de los reformadores protestantes. En el año 1511 publicaría uno de sus libros más importantes: «Elogio de una locura». Este libro sería como un catalizador de la Reforma Protestante. Con un estilo satírico su temática sería la locura de las supersticiones que se desarrollan desde la necedad, así como la gran corrupción de la curia romana. Entre sus líneas llegaría a constatar que la Iglesia católica estaba tan cerca de la vanidad como lejos estaba de Jesucristo. Además de otras publicaciones, la que fue fundamental para el «renacimiento de la Biblia» sería la del Nuevo Testamento en griego (1516), conocido como «Textus Receptus». Martín Lutero destacaría la enorme importancia que tendría, y se basaría en este Nuevo Testamento para su traducción de la Biblia al Alemán.
Con el invento de la imprenta por Gutenberg en torno al 1440 se haría posible la divulgación de la Biblia, así como de otros muchos libros relacionados. Entre las primeras obras incunables que se imprimirían estaría la Biblia Vulgata, conocida como la «Biblia de Gutenberg» (1453-1455). Sería el primer libro impreso de forma masiva. Un ejemplar tendría 1282 páginas, en dos columnas de 42 líneas. Este será el incunable[2] más destacado en todos los tiempos. En realidad, la imprenta se consideraría como uno de los motores importantes de la Modernidad. Ello haría posible que la Biblia pudiera traducirse y circular con más facilidad, a pesar de la oposición de la Inquisición. Pero, poner la Biblia en manos del pueblo supondría todo un reto educativo, para que, en medio de tanta analfabetización, se pudiera leer y entender lo que allí se expresaba.
En la esfera de este espectacular avivamiento, Dios llamaría a muchos hombres y mujeres para realizar esta gran empresa. Por ello, Lutero también se emplearía en la promoción de escuelas, creando junto a otros, toda una nueva «Pedagogía de la Reforma», sobresaliendo personajes muy destacados. Cabe la mención del que se considera padre de la pedagogía moderna, Juan Amós Comenio (1592-1670). La Biblia, como mensaje revelado por Dios al hombre tenía que ser asequible a todos, y para ello habría que dar los recursos básicos, una hermenéutica sencilla y suficiente para que cualquiera, sin más mediación, pudiera entender el mensaje de Dios para su vida. Esta pedagogía estaría también permeada, como método educativo, de los principios bíblicos, para que la lectura no fuera una simple acción mecánica sino que pudiera capacitar para razonar y asumir decisiones ante la Palabra de Dios; tal como en un contexto muy diferente y reciente dijera el pedagogo Paulo Freire: «Enseñar no es transferir conocimiento, es crear la posibilidad de producirlo»[3].
Serían muchos los predicadores y teólogos que, movidos por el Espíritu de Dios, no escatimarían esfuerzos para presentar la Palabra de Dios, explicando su significado y animando a la reflexión individual a la luz hermenéutica que la misma Biblia señala. Las Escrituras tenían que ser de libre examen, pero no de interpretación privada ya que el mensaje es uno, aunque su aplicación en medio de las necesidades existentes pueda promover acciones poderosas de cambio y de transformación. «[...] entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo (2ª Pedro 1:20-21).
Este poder del Evangelio, en tanto y en cuanto aporta luz y salvación, sería un revulsivo para ajustar y denunciar las injusticias sociales, tanto en el área de los poderosos gobernadores o influyentes nobles y políticos de la época, así como también denunciaría los males de una Iglesia que no operaba acorde a la voluntad de Dios expresada en la Biblia. El avivamiento llevaría a esta manera de arriesgar las vidas en el propósito de dar a conocer la Biblia. Así nos encontraremos con predicadores itinerantes y colportores como Julianillo, nombre con el que se haría popular, aunque se llamaba Julián Hernández. Dios ya lo estaba preparando para esta tarea, pues en tierra germana ya trabajó en una imprenta como cajista. Recomiendo sobre este tema la lectura de mi libro «Vigencias y Valores de la Reforma Protestante», donde explico lo que es un colportor y la importancia que estos tendrían. De estas páginas del libro citado entresaco lo siguiente:
En Ginebra tuvo la valiosa ayuda del protestante español Juan Pérez de Pineda. Sería los Nuevos Testamento publicados por Juan Pérez los que Julianillo pasaría a España. Se cuenta que lo hizo creando un doble fondo en barriles de vino de borgoña. Sería en 1557 cuando sería interceptado por la «Santa Inquisición», y encarcelado durante 3 años, durante los cuales sufrió diferentes torturas, sin conseguir ni que adjurara, ni que delatara a otros. En el segundo auto de fe de 22 de diciembre de 1560, junto a otros hermanos en Cristo de la congregación de Sevilla, sería mártir de Jesucristo, como «misionero de la Biblia», siendo quemado vivo.[4]
Existe una «supracoordinación» o dirección divina en todos los mecanismos sociales del inicio de esta Modernidad. Esto ocasionará un gran avivamiento que eclosionará en todo el mundo, aunque éste sería necesario que se diera según los contextos de cada lugar y en los tiempos oportunos que se derivarían de lo que se llamará en historiografía «la Reforma Protestante». Aunque también es cierto que algunos de estos «revivals» se dieran de forma bastante independiente de los personajes más destacados de la Reforma, pues la Biblia, la Palabra de Dios, llegando con el impulso del Espíritu Santo, tendría el protagonismo más significativo de estos tiempos.
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Notas:
[1] Jorge Velázquez Delgado. «Pico della Mirandola & Savonarola». En: Prometeica - Revista de Filosofía y Ciencias – Año I, Núm. 2. Edita: Universidad Autónoma de México, México, 2 – SEPT.-DIC. de 2010.
[2] Se consideran libres incunables todos los que fueron impresos entre los años 1453-1500. Estos formarían parte de la cuna de los libros impresos.
[3] Cf. Juan Manuel Quero Moreno. Enseñar para la Vida: El protestantismo en Pestalozzi y en el krausismo español. Málaga: Impresión por Publidisa, 2015, pp 71-73.
[4] Ob. Ci. Juan Manuel Quero Moreno. Vigencias y valores de la Reforma Protestante, p. 228.
Autor: Juan Manuel Quero Moreno
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