OPINIÓN / LA HISTORIA DE LA IGLESIA A TRAVÉS DE LOS AVIVAMIENTOS
Continuamos con una nueva entrega de esta interesante serie titulada "La historia de la Iglesia a través de los avivamientos", a cargo de Juan Manuel Quero Moreno.
El juicio de Juan Wycliffe en 1377. Mural en el Manchester Town Hall. Terminado en 1886 por Ford Madox Brown. En la escena se muestra una gran expectación, con la representación de cinco órdenes mendicantes que se muestran como consejeros, a los pies de Wycliffe. El conde mariscal Juan Gaunt que ofrece un taburete para que Wycliffe se tome su tiempo para explicar el tema de sus libros. La esposa de Gaunt, Constanza de Castilla, una princesa de España que retiene a su marido, antes de emprenderla con el prelado, Simon Sdubury, arzobispo de Canterbury.
(JUAN MANUEL QUERO, 18/01/2022) | Somos dados a poner fechas para señalar eventos especiales, como el «Día de la Reforma Protestante», y levantar los bustos de los protagonistas como hitos históricos. Pero, en la historia del cristianismo podemos ver que los sucesos están intrincados con muchas acciones de diferentes personas en momentos y lugares muy diferentes, pero que, en conjunto, todo ello marca una narración de la realidad histórica de lo que Dios está haciendo en nuestro mundo. Por ello también tenemos que conocer que antes de La Reforma Protestante, hay otra u otras reformas que irán preparando en un «continuum» el avance del reino de Dios.
Si bien, en momentos muy complicados, surgieron hombres como Pedro Valdo, en este tiempo destacarían otros, como Juan Wycliffe, Juan Hus y Girolamo Savonarola, quienes también serían considerados como precursores del protestantismo del siglo XVI. Destacarán en su empeño de dar respuesta a las necesidades existentes con la Palabra de Dios, que, usada por el Espíritu Santo, dejaría huella en el terreno de la confusión existente para traer orden y luz que revelara la voluntad de Dios.
Juan Wycliffe (1329-1384)[1] fue un profesor inglés de origen judío que estudió teología en Oxford, lugar donde luego continuaría como profesor. Su labor destacaría, especialmente, por su traducción de la Vulgata a la lengua vernácula. La Biblia sería fundamental en este tiempo para preparar el camino de la Reforma Protestante. Los seguidores de Wycliffe, los lolardos, se considerarían como el movimiento precursor más importante de la Reforma del XVI. Hicieron que la Biblia se reconociera como respuesta de Dios a los tiempos que ese estaban viviendo.
Se señalaron, como harían otros anteriormente, los males del estado y de la Iglesia, que sería un tema de fondo en su predicación y enseñanza. Todo ello, estaría enfocado con su discurso sobre el «dominio de la gracia». La gracia no tenía dueños terrenales, ni necesitaba clérigos para aplicarla, sino que Dios era el único dueño. Así también, manifestó la corrupción existente en la Iglesia y rechazó, no solamente la lucha interna que existía por los cargos y las posesiones, sino que tachó la lucha existente, durante el cisma de la iglesia, con la existencia de varios papas, como “la lucha de unos perros por un hueso”. Haría ver que la autoridad y poder está en las Escrituras, y que la Iglesia tendría que someterse a esta autoridad, y no al revés.
Gracias a sus poderosos amigos ingleses no fue condenado, pero cuando murió fue declarado hereje por el Concilio de Constanza de 1414 y su cuerpo fue exhumado para ser quemado. Los lolardos serían perseguidos y sus libros quemados. Pero, la Biblia siguió en lengua vernácula por las calles. No pudieron detener la Palabra de Dios. Wycliffe fue muy influido por las enseñanzas de Agustín de Hipona, y otro agustino, como sería Martín Lutero, admitiría la influencia de Wycliffe en su vida, y por lo tanto en la Reforma Protestante.
Su obra, antes de influir en destacados personajes como Lutero, tuvo su efecto en su tiempo y fue determinante para otro de los hombres que Dios usó en aquella época, como fue el checo Juan Huss y el movimiento husita; así como el mismo movimiento de los anabautistas, que serían parte de la conocida como Reforma Radical del siglo XVI. En realidad, estamos viendo como la historia se sigue estableciendo con el impulso de la Palabra de Dios, siendo instrumento para ello, en los diferentes tiempos de forma muy concatenada, los llamados padres apostólicos de la Iglesia o la misma escolástica, que «cogiéndose de la mano» se imbricarán hasta el estrado de la Reforma Protestante, llegando su influjo hasta nuestro tiempo.
Escultura de Juan Huss. Autor Ladislav Šaloun 1903-1915. Inauguración 6 de julio de 1915. Estilo: Monumentalismo realista. Plaza Praga, República Checa. |
Juan Huss (1373-1415) era checo, de Bohemia. Sacerdote, que tuvo una formación muy amplia y que sería impactado por la obra de Wycliffe, o mejor dicho por la misma Palabra de Dios que los lolardos difundirían. Se identificó con la importancia de regresar a las enseñanzas de la Biblia y rechazar todo aquello que era contrario, como sería: la idolatría, el purgatorio, la transustanciación, la oración por los difuntos, etc.
Su aportación se dio en un contexto de avivamiento nacional. El rey inglés, que se casó con una princesa de Bohemia, favorecería la relación académica de la universidad de Oxford y de Praga donde Huss tenía su cátedra, llegando a ser rector de la universidad de Praga, centro neurálgico del este del Sacro Imperio Germánico.
Esta reforma sería también política y patriótica, buscando una mayor independencia de Alemania, que controlaba Bohemia. Cuando Huss fue requerido por el Concilio de Constanza en 1415 con salvoconducto de protección, fue engañado y condenado a morir en la hoguera, por este mismo concilio. Otros seguidores de Huss correrían la misma suerte, como Jerónimo de Praga. Durante su encarcelamiento se crearon dos tipos de seguidores de hussitas, los más aristócratas, conocidos como utraquistas[2], que estaban más cercanos a la Iglesia Católica; y los taboritas, estos más democráticos, radicales y alejados de la Iglesia Romana. La muerte de Huss, generó una revuelta entre los hussitas taboritas y los utraquistas, surgiendo posteriormente el movimiento de los Hermanos Bohemios o Moravos, que en el tiempo de la Reforma Protestante se unirían a las filas luteranas.
En 1415 murió como si fuera un hereje en las llamas de la hoguera, pero antes de morir se han dejado escritas las que se cree que fueron sus últimas palabras: «Vas a asar a un ganso, pero dentro de un siglo te encontrarás con un cisne que no podrás asar». Estas palabras se citan como vaticinio, en el que el cisne sería Lutero. En este sentido hay una mirada a las nuevas generaciones, entendiendo que la obra de Dios tiene un recorrido histórico y que lo realizado por nosotros, acorde a la voluntad de Dios, puede tener una continuidad por las nuevas generaciones, a las que también hay que tener en cuenta.
Fragmento del monumento de Savonarola. En el Castillo del Este, en Ferrara, Italia (2010). |
Girolamo o Jerónimo Savonarola, natural de Ferrara (1452-1498), es otro de los referentes de esta Baja Edad Media, que va llegando a su fin para entrar en el Renacimiento. Fue muy influido por su abuelo, que era un conocido médico, que tenía un sentir cristiano profundo, y que inculcó en su nieto los principios importantes de la fe frente a la corrupción que se estaba desarrollando en la Iglesia. Se trata de un fraile dominico de Florencia. Uno de los conocidos como los cuatro destacados precursores de la Reforma Protestante, teniendo en cuenta a Pedro Valdo, del que se habló anteriormente, por formar parte de otra época. Su mensaje fue muy radical, contra los lujos de la iglesia y de los proyectos apoyados por los Médicis.
Aunque Lorenzo de Médicis le presionó para que abandonara ese discurso contra la corrupción y la opulencia de la iglesia y de algunos poderosos, Savonarola afirmaría: «que no podía callar la Palabra de Dios». A Lorenzo le sustituyó Piero de Médici, quien sería bastante más agresivo que el anterior. Pero, el mensaje de Savonarola, al modo de profeta del Antiguo Testamento seguiría con firmeza; tal como recoge el historiador Justo González: «Estos señorones, como si no supieran que son tan humanos como los demás, quieren que todos los honren y bendigan. Pero el verdadero predicador no puede adularlos, sino que tiene que atacar sus vicios. Luego, no pueden soportarlo, porque no se comporta con ellos como lo hacen los demás»[3].
A pesar del mucho apoyo que halló, fue excomulgado y condenado a ser quemado. Como dice Jesse Lyman: «Su martirio fue en 1498, solo diecinueve años antes de que Lutero clavara sus tesis en la puerta de la catedral de Wittenberg»[4]. El fraile sería ahorcado y quemado, para posteriormente arrojar sus cenizas al río Arno. Quizás se pensaría que con esta muerte se finalizaría un avance contrario a los intereses de algunos poderosos y a las prestigiosas instituciones políticas y religiosas de su tiempo, pero el Espíritu de Dios tiene una perspectiva mucho amplia, que con perspectiva histórica podemos constatar en el devenir de los tiempos posteriores.
Ser cristiano en un mundo disconforme a los principios que presenta la Palabra de Dios no hace fácil la expresión sincera del cristianismo, pero el Evangelio nos ha sido dado en medio de un contexto de hostilidad, para ser catalizador, transformador y regenerador de vida. Esta expresión de ser cristiano en medio de la apatía y de la corrupción es lo que marca la diferencia, trayendo avivamiento y esperanza. El apóstol Pablo deja claro que el contexto de la cruz y de la redención de Cristo, se da en un tiempo de antagonismo y de oposición, pero la victoria seguirá siendo de Dios. «Más Dios muestra su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros (Romanos 5:8). De la misma forma, el Señor Jesús diría: «Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo» (Juan 16:33).
Los conocidos como precursores de la Reforma Protestante dieron un mensaje contundente de denuncia y de regreso a la Palabra de Dios. ¿Cuál debería ser la forma de regresar a la Palabra de Dios en este tiempo? ¿Qué compromiso tendrían que asumir los cristianos en la actualidad? Los poderes fácticos, ya sean religiosos o políticos, así como los adquiridos por aquellos que tienen una preponderancia social, como serían los nuevos «Médicis», ¿pueden condicionar el avance del reino de Dios? ¿De qué forma los cristianos o las iglesias evangélicas o protestantes deben asumir la responsabilidad para denunciar la corrupción o la obstaculización para vivir libremente el Evangelio? Un avivamiento en nuestro tiempo ¿podría requerir acciones de este tipo?
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Notas:
[1] Su apellido también aparece como Wiclef, Wicliffe, Wycliff.
[2] Utraquismo, viene a significar «de dos especies», haciendo referencia a la eucaristía o cena del Señor. Se enfatizaba que debería de celebrarse con los dos elementos del pan y del vino.
[3] Ob. cit. Latourette. Historia del cristianismo, tomo 1, p. 257.
[4] Ob. cit. Jesse Lyman Hulbut. Historia de la Iglesia cristiana, p. 84.
Autor: Juan Manuel Quero Moreno
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