OPINIÓN / LA HISTORIA DE LA IGLESIA A TRAVÉS DE LOS AVIVAMIENTOS
«Definición de Avivamiento» (I)
Hoy iniciamos una nueva e interesante serie titulada "La historia de la Iglesia a través de los avivamientos", a cargo de Juan Manuel Quero Moreno. Estamos seguros de que será de interés para muchos de nuestros lectores.
(JUAN MANUEL QUERO, 11/09/2020) | ¿Vivimos en este tiempo una oportunidad de nuevo avivamiento en la iglesia? La Historia de la Iglesia comprende muchos elementos promovidos por la realidad de grupos sociales donde existen protagonistas y antagonistas, y en todo ello una ideología, que en este caso se circunscribe al hecho teológico, como una realidad pragmática que depende de la Biblia.
Los hitos históricos relacionan la realidad histórica, siendo estos los que dan desarrollo al devenir de los ciclos sociológicos que dejan su impronta en el devenir de los siglos, vertebrando la narración histórica. Si Dios es real; si el Espíritu Santo existe, podemos constatar sus huellas, su acción en la humanidad a lo largo de la historia. No sería esto espiritualizar la realidad, sino entender la realidad como algo espiritual, donde Dios también se mueve; donde lo que para muchos es intangible, se hace tangible, aunque en muchas ocasiones a ello se le llame milagro.
Cuando nos adentramos en la definición de avivamiento, nos encontramos con que existe una confusión de términos y de definición. Algunos de los conceptos que se relacionan, y que a veces se utilizan como sinónimos del tema sin serlo, son los siguientes: Restauración, renovación, avivamiento, proclamación y extensión del Reino de Dios. Todo ello se puede diseccionar para el estudio, pero no para la experiencia de lo que acontece. El pastor y predicador bautista del siglo XIX, Charles Spurgeon, que fue llamado por su elocuencia en la disertación el «príncipe de los predicadores», fue instrumento muy activo en un tiempo de avivamiento; pero él solía aclarar que: «Muchas bendiciones pueden venir a los no convertidos a consecuencia de un avivamiento entre los cristianos, pero el avivamiento mismo tiene que ver sólo con aquellos que ya poseen la vida espiritual.[1] El avivamiento se relaciona con un despertar del que ya tiene a Cristo en su vida; pero, ¿qué es este «despertar»? En este aspecto las definiciones más conocidas nos han llegado con mucha terminología anglosajona y de contexto americano. Por ello es muy fácil encontrar también términos como «revival» o «revivalism».
A nivel historicista se señalan grandes avivamientos, pero, ¿qué base teológica, en el sentido de conocimiento del hecho espiritual, de la obra de Dios y de la acción obediente del hombre, existe en todo ello? No existen fórmulas mágicas; ni intermediarios ungidos que contagien el avivamiento por ciencia infusa, o por ósmosis, es una realidad que produce el Espíritu de Dios y que se plasma con un cambio en la moral, que se somete a una ética bíblica, no de las normas de la letra, sino de la voluntad de Dios expresada en el Evangelio. Esto conlleva una entidad más estable y no simplemente algo esporádico.
Cuando hablamos de avivamientos, estamos hablando de realidades del cielo que se plasman en la tierra. La conocida «oración modelo»: «Hágase tu voluntad, así en la tierra como en el cielo», tiene que ver con esa realidad que marca la historia del cristianismo. En ello se conjuga, el pecado, el perdón, la restauración y la conversión de otros, debido a la obra poderosa del Espíritu Santo en medio de contexto humano. Estamos hablando de una cuestión muy coherente, en cuanto a la fe y a la gracia, trascendiendo todo ello a la realidad científica o historicista. Es necesario que «lo que está en el cielo», toque también este mundo contaminado.
La Biblia nos indica aquellos principios generales que se han de dar en un avivamiento. Habacuc 3:2 nos dice: «Oh Señor, aviva tu obra en medio de los tiempos, en medio de los tiempos hazla conocer». Habacuc nos lleva a considerar la importancia de que se revitalice lo que está muy apagado. Pero, es interesante lo que dice, «en medio de los tiempos hazla conocer», lo que nos habla también de una trascendencia social, presente y futura, que marcará generaciones futuras.
En 2ª Timoteo 1:6-7, tenemos otro principio importante: «Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos. Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.» Es importante que exista una disciplina para mantener viva la llama de ese avivamiento de Dios. Esto también supone esfuerzo y dedicación, con una base coherente de llamamiento divino, y de testimonio a otros. De ahí la descripción argumentativa que da Pablo respecto a dejar el espíritu de cobardía, es decir, de aletargamiento, o conformismo para no tener problemas, pues el espíritu de Dios es de poder y de todo aquello que nos ayuda a desempeñar la tarea para la que Dios llama, en la que ha de existir ese «fuego» de avivamiento que también nos llevará a confrontar con amor y arrojo las necesidades existentes.
Lo que nos aporta Romanos 5:20 nos lleva también a una consideración significativa: «Pero la ley se introdujo para que el pecado abundase; mas cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia». El avivamiento viene cuando se busca a Dios, reconociendo la debilidad, y el pecado que nos afecta. El pecado no es obstáculo para el avivamiento, pues cuando hay conciencia de ello es cuando la gracia abunda para experimentar el perdón y la enorme misericordia de Dios, para ponernos en la decisión de abandonar el pecado.
¿Cuánto dura un aviamiento? El tiempo puede ser muy distinto dependiendo de los acontecimientos; pero, lo importante no es el tiempo sino la trascendencia en lo que se refiere a la transformación. Hablamos de una sociedad más justa, donde las decisiones que se toman están permeadas por los principios bíblicos. No dependemos de los avivamientos; dependemos de Dios y nos movemos en esa conjugación de gracia y fe.
En este sentido el avivamiento ha de ser como algo constante. Se han de producir tiempos álgidos dándose una inflexión que produce una nueva forma de vivir, más cercana al evangelio; así como más consolidada en las relaciones interpersonales y en el hecho sociológico. El avivamiento es una realidad que se da en un lugar, con una trascendencia y durante un tiempo. Los avivamientos se dan por decisiones personales, y cabría quizás un tipo de avivamiento pandémico; pero, esto sería desigual en sus expresiones. Los avivamientos en diferentes marchas o ritmos, tiempos y lugares. Esto es, en realidad, el origen de muchas y nuevas denominaciones, que se apartan del aletargamiento religioso para seguir las pautas del Espíritu de Dios, a pesar de la oposición y obstaculización de los que quieren siempre controlar y manipular a Dios.
Los principios para el avivamiento de una familia, de una iglesia, de un pueblo, de una ciudad o de una región determinada, se dan cuando vivimos o ponemos en práctica la voluntad de Dios expresada en la Biblia, de forma que son comunes en todos los hechos históricos, donde la huella de Dios es evidente, aunque existan protagonistas humanos.
Los avivamientos que se señalan por los historiadores, muchas veces se delimitan a algunos que son más conocidos, tales como los que se han dado en llamar «despertares». No obstante, podríamos adentrarnos dentro de los mismos movimientos de la Reforma Protestante del siglo XVI para encontrarnos que también, con una idiosincrasia muy propia, se dan muchos de los principios de lo que es un avivamiento, aunque los historiadores no lo presenten como tal, quizás por falta de una perspectiva más teológica del hecho histórico. Pero, lo cierto es que se puede ver cómo, desencadenante de este proceso reformador, surgirán diferentes movimientos que buscaban un avivamiento y una interiorización mayor y más genuina de lo que significa el evangelio. Se enfatizaría la oración, la lectura bíblica y la relación personal con Dios. Las «cinco solas» que sintetizarían buena parte del programa de la Reforma, tendría que ver con esto: Las Escrituras, la fe, la gracia, el mensaje cristocéntrico, y el propósito de que solo Dios reciba la gloria.
El pietismo del siglo XVII, que tendrá que ver mucho con lo anterior, supondrá un desencadenante liberador de la fe en todo el mundo, así como el puritanismo. Unido a todo esto, y aunque algunos entiendan todo lo contrario, las denominaciones evangélicas o protestantes, surgieron por buscar este sentido de coherencia con las Escrituras. Muchas de estas personas que experimentaban esta nueva vida en Cristo, marcharían, huyendo de problemáticas muy diversas a América. En todo ello también, podemos ver las huellas del Espíritu Santo dirigiendo.
El Primer Gran Despertar surgido en las colonias americanas del siglo XVIII, conllevaba un aire prerromántico, pues la fe también conllevaría los códigos sociales de la persona, que busca al Absoluto, a Cristo, a ese Dios que transforma y da nuevas oportunidades, en situaciones como las que a los colonos les tocó vivir en aquel tiempo.
Se analizará más adelante este avivamiento, que buscó una fe más intensa y personal y que, a diferencia del Segundo Gran Despertar que se daría medio siglo después (1800), este se daría entre personas integradas en sus propias iglesias.
A lo largo de los años surgirían otros avivamientos en diferentes lugares del mundo que iremos analizando, buscando cómo Dios se movió en esas situaciones, y viendo así todo aquello que también es aplicable en nuestros días.
[1] Charles Spurgeon: https://es.qwe.wiki/wiki/Charles_Spurgeon
Autor: Juan Manuel Quero Moreno
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Todos los cristianos evangélicos debemos mucho a la Reforma Protestante, estando más unidos a esta de lo que podríamos pensar. Yo no me considero ni luterano, ni calvinista, ni zwingliano, ni seguidor de algunos de los reformadores más o menos destacados de ese tiempo tan significativo; pero, me puedo identificar con una buena parte de sus enseñanzas, pues, hay algo común, y es la base de Las Escrituras.
Muchos evangélicos podríamos decir que nos convertimos en un contexto que nada tiene que ver con la Reforma Protestante, y que Cristo se nos reveló a través de la lectura de la Biblia, o de una predicación o mensaje que tenía esta base, sin más datos, o planteamientos de terceros. Esto que es lo que yo llamo «evangelicalismo», es decir, el surgimiento de creyentes e iglesias por un encuentro con el evangelio, y por tanto con Cristo, no está ajeno de una realidad, que queramos o no, nos une con la Reforma Protestante, --a pesar de que esto no suponga que seamos iglesias reformadas en el sentido histórico a lo que se refiere esta clasificación.
El encuentro con la Palabra de Dios ha sido facilitado, porque muchas personas no escatimaron esfuerzo, --especialmente desde esta Reforma del siglo XVI--, para que la Biblia pudiera ser asequible a todas las personas. Esto significaría traducirla a las lenguas vernáculas, en el idioma de cada pueblo, pues solamente podría encontrarse la traducción en latín, de La Vulgata, realizada por uno de los Padres de la Iglesia, como fue San Jerónimo.
Pocos, sabían leer, pero más distante se haría el conocimiento de la Biblia en latín, que solamente estaba al alcance de muy pocos, además del clero. Por otro lado habría que liberalizarla de la posesión de los que habían hecho de ella un monopolio de su traducción, lectura e interpretación, para que pudiesen adquirirla y leerla todas las personas. Por ello entre las «cinco solas» de Reforma Protestante, que marcan los énfasis de la misma, la primera era «Sola scriptura».
Así podríamos hablar de La Biblia de Lutero, de la que ya he comentado diferentes cuestiones en otras reflexiones. Esta última, en la que trabajó hasta su muerte, sería la base para muchas versiones y biblias en el idioma germano y en otros lugares.
Juan Manuel Quero Moreno. «Un nuevo descubrimiento relacionado con la Biblia de Lutero». En: Actualidad Evangélica. [En línea]. Disponible en: <https://www.actualidadevangelica.es/index.php?option=com_content&view=article&id=8501:un-nuevo-descubrimiento-relacionado-con-la-biblia-de-lutero&catid=37:pensamiento> [Consultada el 10 de junio de 2016];
Nathalie Rabines Rodríguez. «Proceso de la traducción de la Biblia de Martín Lutero». Facultad de Traducción e Interpretación Universitat Autònoma de Barcelona. [En línea]. <https://ddd.uab.cat/pub/tfg/2015/tfg_25863/RABINES_RODRIGUEZ_NATHALIE_1268864_TFGTI1415.pdf>. [Consultada el 10 de junio de 2016].