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GUILLEM CORREA, 08/03/2016 |  Barcelona, 08/11/2016) Tal y como tratamos a los refugiados que se han acercado a Europa, la patria de los Derechos Humanos -según los mismos europeos-, es vergonzoso.

Seguramente por paliar, en la medida de nuestras posibilidades, esta situación el GTER (Grupo de Trabajo Estable de Religiones) centró la celebración del Día Internacional de la Armonía, celebrado en el Parlamento de Cataluña, en la defensa de los Refugiados en Europa.

Las intervenciones de todos los participantes fueron más que acertadas pero si tuviera que destacar una por encima de todas las demás no serían unas palabras, sino unas imágenes que, de la mano del pastor Jaume Torrado, nos ilustraron cual es el trabajo de solidaridad que está realizando la Iglesia -en este caso de la Iglesia protestante- en los lugares más candentes de la que yo denominaría ruta de la vergüenza: los pasos fronterizos desde Grecia hasta Alemania.

La fuerza de las imágenes, y de estas imágenes en particular en sede parlamentaria, nos recuerdan que la casa del pueblo, que es el Parlamento, es testigo querido de lo que se está viviendo en Europa.

Aquella fue una jornada en defensa de los Derechos de los Refugiados en Europa organizada por las confesiones religiosas de Cataluña.

¿Una voz en el desierto?

¿Un clamor en medio de la noche?

¿Una pregunta sin respuesta?

Seguramente, pero también la voluntad declarada de dejar constancia de la injusticia social que se está permitiendo y de la tarea que, en este contexto, se está tratando de desarrollar desde las diferentes organizaciones de acción solidaria.

El drama de los refugiados, los que ya tenemos entre nosotros, los que sufren el frío de las cerradas fronteras europeas y los que se encuentran desplazados en muchos otros países, no debe caer en el olvido.

No olvidarlo, y contribuir a que los demás tampoco lo olviden, es uno de los compromisos de nuestra fe que debemos mantener vivo.