EL PERSONAL DE FEREDE DA LA BIENVENIDA A 'MIKEL'

a / A

Mikel, el 'primogénito' de nuestra compañera Eva y su esposo, José.

(Ferede/Conchi González, 20/07/2012) Si hay milagro que no deja de sorprendernos, aún repitiéndose con cierta regularidad, es el nacimiento de un niño. Llegan con sus pequeños gestos, sus manitas vírgenes, pendientes de un sin fin de tactos, sus ojos ansiosos, sobre todo, de familia, su corazón raudo, dispuesto a cabalgar cualquier porvenir. Un pequeño milagro para el que se nos concede un plazo de adaptación, el que tarda en formarse en nuestro cuerpo y en nuestra mente, en nuestro futuro. Que nos renueva ilusiones, convoca nuevas promesas y nos afianza en la fe de un Dios Creador, Generoso y Amante, que nos concede la posibilidad de participar de su propia facultad creadora, poniendo en nuestras manos la fragilidad de un ser vivo, la responsabilidad de educarlo, la capacidad de amar a semejanza de su Amor para con nosotros.

Los hijos conllevan para sus padres, el mismo reto que somos nosotros para nuestro Dios. Se extiende la mano para acompañar en el camino, se instruye y se aconseja, se corrige, y se desea para ellos –para nosotros- el camino recto, la vida dulcificada, el bienestar, sin olvidar que no podemos anular ni impedir la libertad con la que se desenvolverán –nos desenvolvemos-, libertad que incluso se reclamará, aún sabiendo que, en sobredosis mal digeridas, puede ser ausencia más que proximidad.  

En FEREDE, hoy somos partícipes de uno de estos milagros: el nacimiento de Mikel, el hijo de nuestra compañera Eva (trabajadora social de Diaconía) y su esposo José. Un nuevo reto para ellos y para todos aquellos que en distintas cercanías formamos parte de sus vidas. Una nueva ocasión de ser partícipes del Amor de Dios.

Que el Señor os guíe y os guarde en este fruto del amor, que bendecidos, según su Palabra, ya estáis siendo.

“Los hijos que nos nacen son ricas bendiciones del Señor.” Salmo 127:3

Autor: Ferede/Conchi González