TERESA CAVERO / OXFAM INTERMÓN
La desigualdad no es inevitable (#Bad2014)
Teresa Cavero (Responsable de Investigación de Oxfam Intermón) |
(MADRID, 16/10/2014) Hablar de igualdad es hablar de las oportunidades que debe tener toda persona de vivir una vida digna, de escoger su futuro, de ser dueña de su destino, independientemente de dónde haya nacido, sin que el paÃs, el barrio, el hogar, la raza, la religión o el sexo sean un freno a su libertad. La desigualdad restringe esas oportunidades, y hace que las personas que viven en situaciones de pobreza y vulnerabilidad necesiten ayuda para vivir. En ausencia de polÃticas de educación, salud y protección social que actúen como palanca para garantizar la igualdad de oportunidades, la sociedad no sólo abandona a las personas que viven en pobreza hoy, sino que además condena a los niños y las niñas que nacen en hogares pobres a crecer en la misma situación.
Esta desigualdad económica, de ingresos y de riqueza, entre personas muy ricas y personas con pocos recursos, ha aumentado de manera exponencial en las últimas décadas. |
Detrás de casi todas las desigualdades – de género, de etnia, etc.-, suele haber una componente de desigualdad económica que es determinante. Esta desigualdad económica, de ingresos y de riqueza, entre personas muy ricas y personas con pocos recursos, ha aumentado de manera exponencial en las últimas décadas. Ya antes de la crisis, el grueso de los beneficios del crecimiento económico, fueron a parar a manos de las personas más ricas de planeta, mientras que las personas con menos recursos se llevaban una porción cada vez menor de la riqueza generada. Hoy en dÃa, 7 de cada 10 personas en el mundo viven en un paÃs donde la desigualdad económica es mayor ahora que hace 30 años. La mitad de la riqueza mundial está en manos de tan sólo el 1% de la población o, dicho de otra manera, las 85 personas más ricas del planeta (según la lista Forbes) tienen tanta riqueza como la que se reparte la mitad más pobre de la población, esto es, 3.500 millones de personas. Estos niveles de desigualdad no son sólo éticamente cuestionables, sino que también suponen un lastre para el crecimiento económico, para la capacidad que tiene dicho crecimiento de servir para reducir la pobreza y para el buen funcionamiento de los sistemas democráticos. Es imposible seguir avanzando en la lucha contra la pobreza si no se aborda el problema de la desigualdad. Por su parte, es muy difÃcil que los sistemas democráticos sean verdaderamente representativos y defiendan los intereses de la mayorÃa de la población, cuando los niveles de desigualdad son tan elevados; cuando unas pocas personas acumulan tanta riqueza y poder.
La buena noticia es que la desigualdad extrema no es inevitable. Una ciudadanÃa activa y unos Estados eficaces, con Gobiernos que respondan a las necesidades de sus ciudadanos, pueden y deben actuar para revertir la desigualdad actual. Es posible hacerlo si los Gobiernos ponen en marcha sistemas fiscales justos, donde todas las personas y empresas contribuyan en función de su capacidad y riqueza real, y que recauden de manera sostenible lo suficiente para financiar las polÃticas públicas que garantizan los derechos sociales y la igualdad de oportunidades: la educación y la asistencia sanitaria universales, gratuitas y de calidad para todas las personas, y la protección social para aquellas personas que no pueden valerse por sà mismas en plenitud. La ciudadanÃa debe implicarse en los procesos polÃticos, que nos afectan a todos, cumplir con sus obligaciones para hacer valer sus derechos, y exigir a las instituciones públicas y privadas una gestión y una rendición de cuentas transparente. Son necesarias polÃticas urgentes que equilibren la situación, a través de la aplicación de polÃticas que redistribuyan el dinero y el poder de manos de las élites a las de la mayorÃa de la población.
La buena noticia es que la desigualdad extrema no es inevitable. |
La extrema desigualdad actual perjudica a todos. Es hora de adoptar medidas para crear un sistema económico y polÃtico más justo. La ciudadanÃa debe exigir a sus Gobiernos que adopten polÃticas que favorezcan la redistribución de riqueza y el poder, que sienten las bases de una nueva sociedad más justa.
Fuente: POBREZA CERO | Autor: Teresa Cavero (Responsable de Investigación de Oxfam Intermón)
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