NOSÓLOFÚTBOL / por Dani Bores

El quinto cuarto.

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Lamar Odom, ex jugador de la NBA se recupera lentamente de un coma por sobredosis de drogas

(DANIEL BORES, 03/11/2015) | "Lamar está tirado boca abajo, expulsando todo tipo de líquidos", fueron las palabras que una de las trabajadoras del Love Ranch, prostíbulo de etiqueta, escupió por teléfono al Sheriff de Nevada. Dentro del cuerpo de ese tiarrón de 2.08 había cocaína, una colección de opiáceos y más de una pastilla que decía servir como estimulante sexual.

¿Qué hace que uno de los mejores jugadores de la NBA, con dos anillos de campeón, que facturaba más de 10 millones de dólares por año, se permita el "lujo" de juguetear con su vida y ponerla en la cuerda floja?

Me la juego: la desesperanza. Y es que cuando uno mira a la vida de frente, lo que ve en los ojos de esta es a sí mismo desnudo. Y cuanto más quiere que se reflejen sus billetes, sus contratos laborales o sus portadas en la lista Forbes, más se esconden estos, eclipsados por el desnudo más brutal y llano. La esperanza puesta en cualquier cosa que no sea la Vida, no la vida, termina desesperando. Una esperanza desesperante es una desesperanza que desespera. Lamar, como muchos otros, esperó a algo que nunca llegaba. Esperó a estar lleno de una vez, a sentirse pleno, incluso harto. Y nunca llegó a estarlo. Buceó en sí mismo y se miró debajo, para descubrir el tapón destapado que dejaba verter al aire lo que diez minutos antes había creído que le llenaba.

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Agradezco el efecto que tienen las borracheras. No hay padre, madre, profesor y médico que puedan hacer mejor pedagogía que una resaca. Y también agradezco el vacío que se siente cuando uno cree que ser feliz es cuestión de llenarse de cosas. Que la vida enseñe sobre la vida es, al menos, tranquilizante. Qué pena que nos ocurra como con los exámenes esos en los que vomitamos los conceptos y, al hacerlo, los perdemos para siempre.

Odom sintió el vacío que le dejó su padre heroinómano, su madre víctima del cáncer o la abuela que le abandonó antes de tiempo. Trató de llenarlo con canastas, rebotes y asistencias, ¡y vaya si hubo de eso! Pero después del último cuarto, los vestuarios. Después de los vestuarios, la calle. Y ahí, donde empieza el quinto cuarto, es donde uno se juega los cuartos.

Autor: Daniel Bores García | Daniel Bores García (1987), natural de Valladolid, es Doctor en Educación, Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y Diplomado en Magisterio de Educación Física. Tiene un Máster en Formación del Profesorado de Educación Secundaria, el Título Profesional de Música y es Experto en Musicoterapia. Es profesor de instituto y profesor asociado en la Universidad Rey Juan Carlos. [Leer más...]

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