BUEN FIN DE SEMANA

Valiente

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CRISTIAN FRANCO, 03/06/2013 |

“Más vale ser paciente que valiente; más vale vencerse uno mismo que conquistar ciudades”

(Libro de los Proverbios, La Biblia)

Josele pensaba que no era valiente. ¡Qué sé yo! Nadie sabe por qué consideraba eso. Tal vez de pequeño le habían dicho lo contrario. A lo mejor su aspecto no ayudaba mucho. O quizás una extraña mezcla sincrética de pensares y decires había logrado filtrarse por los anaqueles misteriosos de su mente. ¡Yo qué sé! Él pensaba que no era valiente.

–“¡Qué coraje ni que ocho cuartos!”, se lo escuchaba decir cuando se le daba por hacer recuerdo de sus memorias. Y entonces hacía número, según su excluyente opinión personal, de sus cobardías y temores. Y como no tenía ausencia de temperamento acalorado, voceaba algunas frases como quien levanta el peso de las palabras: –“¡Mil veces me escapé! ¡Mil veces me callé! ¡De qué audacia me están hablando!”

Y así transitó sus días finales, sumido en la frustración de no haber sido valiente. Así cerró sus ojos a la vida, convencido de no haber enfrentado los retos y desafíos con gallardía.

Pobre desdichado. No vivió para ver ni escuchar la opinión tan distinta que los demás tenían de él. Como suele ocurrir en un mundo de vértigo donde pareciera no haber tiempo disponible para manifestar elogios, alientos y aprecios, los amigos, parientes y conocidos llenaron la pompa fúnebre de expresiones contrarias a lo que Josele pensaba de sí mismo. Anécdota tras historia, descripción tras relato daban cuenta de actos cotidianos cargados de un callado heroísmo que había caracterizado sus pasos.

Como la ocasión en la que refrenó el impulso natural de vengarse, optando por ignorar la ofensa y perdonar. Como el momento en el que rechazó la posibilidad de acceder a determinados privilegios mediante atajos de dudosa moral, prefiriendo preservar su honradez. Como la circunstancia en la que abandonó un ámbito en donde se sabía vulnerable a lo que resultaría perjudicial para su integridad, recibiendo burlas y críticas como retribución. Como el instante en el que rehusó competir con sus compañeros en carreras absurdas que se proponen medir a las personas mediante parámetros reduccionistas, quedando relegado como consecuencia a un sitial en el que se acumula el “montón”.

Narración tras comentario, crónica tras testimonio contrariaban lo que Josele había pensado sobre su manera de vivir. ¡En realidad había sido valiente y nunca se percató de ello!

No sorprende, pues, leer las siguientes palabras en su epitafio:

Aunque la intrepidez parezca estupidez
Y la valentía se presente como cobardía
Se necesitan audaces que sepan cuándo callar
Bravos que resistan cuando los demás cedan
Y personas heroicas que se atrevan a escapar

Es llamativo, pero muchos que se consideran cobardes en realidad son más valientes de lo que se imaginan.

Autor: Cristian Franco

© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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