BUEN FIN DE SEMANA

Sencillez

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CRISTIAN FRANCO, 11/05/2013 | ¿Y si nos animáramos a suscribir un estilo de vida más sencillo?

No hablo de contraponernos a la actitud que ensalza la sofisticación como camino seguro hacia una existencia –tal vez– más interesante que la chatura de espíritu que pareciera estar de moda. Tampoco de abrazar una mezcla de filosofías remozadas, esas que con la excusa de llegar a la simpleza plantean, en realidad, una senda laberíntica que pocos “iluminados” son capaces de alcanzar. No. Nada de aquello. Ni nada de esto.

Ocurre que la vida se nos presenta como algo complicado. Y lo es, quién podría negarlo. Tanto para el labriego que recorre en solitario los campos acariciados por el rocío de la mañana como para la persona que está al frente de un país. Cada circunstancia personal –multiplíquese por siete mil millones de seres humanos– tiene sus bemoles, con el añadido de considerarse única, singular y diferente a las demás. Una complicación, mire por donde se la mire.

Y así y todo me gustaría insistir acerca de la necesidad de practicar una vida más sencilla.

Sencillez en nuestro trato con los demás: hablar con franqueza, echar mano de la amabilidad, considerar el valor del prójimo, aprender a convivir, tomar la iniciativa de ayudar, perdonar, amar.

Sencillez en nuestro consumo de bienes y servicios: volver paulatinamente a lo natural, ser responsables en el cuidado del planeta y en las condiciones de trabajo de quienes producen lo que adquirimos, pujar por leyes que favorezcan el comercio justo.

Sencillez en nuestra forma de ver la vida: reinterpretar nuestra escala de valores a la luz de la finitud y fragilidad de la existencia, reorganizar las prioridades que consumen nuestra atención y nuestro tiempo, darle más lugar a las pequeñas alegrías cotidianas y menos espacio a las tensiones, ansiedades y depresiones creadas por el entorno.

Sencillez en nuestro ser interior: buscar el sentido por el que estamos aquí, tratar de hacer espacio para alimentar nuestro espíritu, desprendernos de los prejuicios de la época para indagar si en verdad existe Dios, aprender a vivir con propósito, vivir como personas integrales.

Algunas cosas, nada más. Cada uno de nosotros conoce su propia realidad y qué necesitaría hacer para lograr una vida más sencilla.

La simpleza y la sencillez de las que hablo no tienen nada que ver con alguna acepción del diccionario que las relaciona con boberías ingenuas de gente incauta, fácil de engañar y manipular. Por el contrario, son características que pueden vigorizar el carácter y afirmar la personalidad de cualquiera que se anime a ponerlas en práctica en su propia experiencia de vida.

Autor: Cristian Franco

© 2013. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

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