SIN ÁNIMO DE OFENDER
Las matemáticas del sectarismo
(JORGE FERNÁNDEZ, 29/05/2012) Las matemáticas pueden resultar realmente fascinantes. Descubrí esta realidad en tercero de la ESO, cuando -¡por fin!- un (buen) profesor de esta asignatura me ayudó a descubrir, casi jugando, los misterios que se encontraban detrás de aquellas interminables fórmulas algebraicas, que dibujaban los caminos del pensamiento abstracto para llegar a descubrir el valor de ‘equis’.
Hoy, bastante alejado de las matemáticas, ellas vuelven en mi auxilio, aunque sólo sea como metáfora, para ayudarme a comprender y a expresar algunos misterios del comportamiento humano que, en ocasiones, se me antojan tan evidentes como incomprensibles.
Recordaba hoy, por ejemplo, el misterioso e infinito poder del ‘-
Esta propiedad, de por si, concede a ‘-
SECTARISMO Y VALORES
Lo mismo sucede –y aquí viene la metáfora- con las actitudes humanas sectarias, en una cultura de valores relativos donde ‘equis’ puede tener un valor negativo o positivo según mis propios criterios, sentimientos o ideología.
Así, por poner un par de ejemplos de actualidad, mientras que para algunos, que la Justicia condene a un artista por herir los sentimientos religiosos es algo negativo y censurable, porque entienden que es una forma de coartar la libertad de expresión; para otros, resulta algo positivo, porque entienden que la libertad de expresión es un derecho subordinado a otros, que están siendo deliberadamente vulnerados y ofendidos.
A su vez, y en sentido inverso, mientras que para unos, las palabras de un obispo católico en una homilía deben ser consideradas como un delito contra la dignidad de las personas homosexuales y deben ser censuradas; para los otros, esa censura supone un ataque contra la libertad de expresión de dicho clérigo y de los que piensan como él.
¿Cuándo, pues, está en juego la libertad de expresión, y cuándo no? ¿Cuándo un valor es negativo o positivo?
Eso depende de cuál sea el valor ‘equis’ (subjetivo), que multipliquemos por ‘-
Recuerdo una frase que escuché a un político español, no hace mucho tiempo atrás, en época de elecciones: “¡Seré intolerante con los intolerantes!...”. Con tal declaración, desde luego, consiguió una ovación de sus incondicionales, pero a mí me pareció un peligroso contrasentido. ¿Acaso se puede apagar el fuego con fuego?
¡Qué lejos está esa actitud de la de Aquel que nos enseñó a poner la otra mejilla! A amar a nuestros enemigos y ¡bendecir a quienes nos maldicen! De aplacar la ira con la respuesta blanda... De combatir el mal con el bien...
EL PODER DEL ‘CERO’ ES MAYOR
"el AMOR que “todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta” es el poder más fuerte que existe contra todas las fobias, los odios y los prejuicios de nuestra humana naturaleza" |
Aquí cabe recordar, volviendo a la metáfora, que contra el fuerte poder negativo del ‘-
Del mismo modo, el AMOR que “todo lo cree, todo lo espera y todo lo soporta” [1] es el poder más fuerte que existe contra todas las fobias, los odios y los prejuicios de nuestra humana naturaleza. Capaz de absorber las agresiones más duras y las ofensas más agrias, rompiendo la espiral de odio que se retroalimenta con cada respuesta sectaria.
¡Eso sí que es poder! Porque consigue algo mucho más difícil que, simplemente, cambiar el signo de un valor. Consigue cambiar el valor... nuestros valores humanos, contaminados por nuestros sentimientos e ideologías, por OTROS valores... Los valores del reino de Dios.
Los conversos a cualquier ideología –secular o religiosa- son como aquel valor numérico que se encuentra con un ‘-1’: sólo reciben un adoctrinamiento destinado a redirigir los odios y prejuicios bajo un signo diferente. Antes odiaban a unos, y ahora odian a otros.
¡Qué diferente es encontrarse con el "CERO" del Amor de Cristo, en el que se ahogan todas nuestras viejas pasiones y enemistades como un río se funde en el mar, para ser absorbidos por una nueva naturaleza!
¡Qué diferente!
Autor: Jorge Fernández
[1] La Biblia – 1 Corintios 13
© 2012. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.
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