SIN ÁNIMO DE OFENDER

Navidad en bermudas

( 2 Votos )
a / A
Larger Font Smaller Font

jorgito-gris(JORGE FERNÁNDEZ, 24/12/2011) Escribo estas líneas desde “mi Buenos Aires querido” –al que cantara Carlos Gardel- donde me encuentro disfrutando de unos días de vacaciones con la familia, y con la ilusión de pasar otra Navidad junto a padres, hermanas, cuñados y sobrinos… ¡Un verdadero regalo de Dios, que nos cuesta mucho dinero, pero que no tiene precio!

Miro el reloj y me imagino que a estas horas, mientras nosotros, en este lado del mundo, ultimamos los preparativos para la cena de Nochebuena, los regalitos para el arbolito y las compras de última hora, nuestra familia y amigos de España estarán ya por sentarse a la mesa, elevando una oración de gratitud a Dios por la salvación en Jesucristo, al calor de una estufa o chimenea, pero también, del calor de la fe y el amor compartidos.

A nosotros aquí, al calor de los “buenos aires” (¿en qué estaría pensando Don Pedro de Mendoza cuando bautizó la ciudad con ese nombre?), no necesitamos estufa ni chimenea -más bien ventiladores y aire acondicionado-, pero estaremos al “abrigo del Altísimo” (Salmo 91), compartiendo el mismo amor y la misma fe, e igualmente agradecidos por “el” regalo de la Salvación y la Vida Eterna en Cristo.

¡También compartiremos muchas tradiciones decorativas y gastronómicas! Sí, porque aunque a mis amigos y conciudadanos españoles les cueste comprenderlo, en este rincón del mundo Papá Noel también lleva un grueso abrigo rojo y barba blanca de algodón, igual que en Europa. ¡Y también nos regalamos postales con paisajes nevados, con renos y trineos!! Por supuesto, tampoco faltarán en nuestras celebraciones navideñas las nueces, las avellanas, los turrones, las castañas, el pan dulce… y toda suerte de alimentos ricos en calorías, más propios de los países nórdicos. Los comeremos con alegría… ¡y con 35º C de calor!!

Es que las tradiciones son así. Se imponen por la fuerza de la costumbre y de la cultura, sin que a nadie se le ocurra pensar en lo pertinente de tal o cual celebración.

Tradiciones al margen, a los cristianos nos gusta recordar en estas fechas que “la Navidad es Jesús”. No solamente los regalos, la familia, la comida o el turismo. La Navidad, sin Jesús, carece de sentido.

Por el contrario, es el Jesús de la Navidad, “vivo” y encarnado en nuestra realidad cotidiana – con abrigo en Europa, o en bermudas en Buenos Aires- quien le da sentido y propósito a nuestras vidas.

Por tanto y por todo ello, ¡celebremos! Feliz Navidad.

Autor: Jorge Fernández

© 2011. Este artículo puede reproducirse siempre que se haga de forma gratuita y citando expresamente al autor y a ACTUALIDAD EVANGÉLICA como fuente.

Otros Artículos de Jorge Fernández