por JAUME TORRADO, desde LESBOS (GRECIA)

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(JAUME TORRADO*, 23/02/2016) |

(Una reflexión desde la isla de Lesbos –no apta para los amigos de los pensamientos breves-)

(JAUME TORRADO, 23/02/2016) La pasada semana, la UE decidió postergar unas semanas los asuntos URGENTES relacionados con la crisis de los refugiados, para tratar la amenaza de la salida del Reino Unido de la Unión.

Occidente se ha vendido a los intereses de las grandes potencias, ha dado su espalda al grito desesperado de socorro de una población que agoniza en medio de la sinrazón de la guerra;

¿Qué dirían si alguno de los que tomaron esa decisión, tuviera que pasar por la sala de un quirófano para ser operado de urgencia y, de repente, el equipo de cirujanos, listos para operar, decidieran postergar la operación porque uno de los miembros “amenaza” que se va a marchar de la sala porque no está de acuerdo con el lugar que ocupa en el equipo? Mientras estos días ellos deciden como contentar al Reino Unido para que no se vaya, miles de personas arriesgan sus vidas para tratar de huir de la barbarie de la guerra, del hambre y de la desesperación y que, por cierto, gran parte de la culpa de ese conflicto debería ser asumida por Occidente.

Decepción, ira, rabia, vergüenza.... por enumerar algunas de las emociones que me recorren a diario. Asistimos impasibles a la peor gestión humanitaria de la historia reciente por parte de Occidente. Seis meses sin tomar medidas significativas; cerca de cuatro mil refugiados, de los que se tiene registro, han perdido su vida en el intento de huir de la barbarie de la guerra y la desesperación; más de un millón de personas que han pensado que la Europa moderna, solidaria y democrática tendría la capacidad de gestionar una respuesta a la desesperada situación que viven, han transitado por nuestro continente en condiciones que, en muchas ocasiones, parecen más recreaciones de la segunda guerra mundial que de la Europa del siglo XXI.

...pero ¿qué le pasa a la sociedad civil?, ¿dónde están los herederos de aquella generación que cambio el curso de los derechos sociales en Europa, aquellos que arriesgaron sus vidas para forjar una Europa más justa, más social y más solidaria?

Occidente se ha vendido a los intereses de las grandes potencias, ha dado su espalda al grito desesperado de socorro de una población que agoniza en medio de la sinrazón de la guerra; y Europa, nuestra amada y elegante Europa, la cuna de las democracias, la defensora de los grandes derechos humanos, la Europa inspirada en la “liberté égalité fraternité”, hoy, ve y vive el drama en su propia casa casi como un ente inerte. A Europa, a la Unión Europea, no le faltan recursos para enfrentar esta crisis, no le faltan técnicos que sepan cómo afrontarla, no le faltan políticos que sepan cómo negociarla, a Europa lo que le falta es CORAZÓN, y es el peor mal que puede aquejarnos.

Y no es que no tengamos pesar de conciencia, porque, a nivel individual, todavía hay algunas tímidas acciones, o algunos voceros que siguen denunciando la infame situación que vive esta marea humana. No, no es que nos falte capacidad de acción, que es lo normal para un continente tan moderno, sino mucho peor, nos falta la capacidad de reacción, aquella que surge cuando la conciencia es golpeada por los más puros afectos del corazón. Los grandes movimientos de justicia social, los de las libertades, nacieron y surgieron del corazón. Europa languidece en medio de la peor crisis humanitaria que ha visto en sus entrañas desde 1945, cuando terminó la segunda guerra mundial.

Los políticos postergan decisiones urgentes y trascendentes, juegan al gato y al ratón con la vida de los más desfavorecidos, de los que sufren, de los que arriesgan sus vidas, de los que exponen sus hijos a la muerte porque creen que cualquier cosa es mejor que aquello de lo que huyen, pero ¿qué le pasa a la sociedad civil?, ¿dónde están los herederos de aquella generación que cambio el curso de los derechos sociales en Europa, aquellos que arriesgaron sus vidas para forjar una Europa más justa, más social y más solidaria?

Mucho me temo que lo que hemos perdido ha sido el CORAZÓN, un corazón que puedan sentir el dolor de la injusticia y es capaz de golpear la conciencia de toda una generación que esté dispuesta a traer un nuevo cambio a nuestro continente.

Autor: Jaume Torrado, pastor evangélico y colaborador de Samaritan’s Purse para la asistencia a los refugiados, desde Lesbos (Grecia) / Publicado con permiso.

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