AL MARGEN DE LA LEY

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Simone Gbagbo, rodeada por soldados de Outtara | EFE, 13/04/2011 | + ampliar

(JORGE FERNÁNDEZ, 12/04/2011) Hace poco más de 10 días, exactamente el 31 de marzo pasado, Esteban Lozano publicaba en este mismo medio un artículo que resultaría profético. Se quejaba, nuestro compañero y colaborador, de la poca atención que los medios españoles estaban prestando a la dramática situación en Costa de Marfil, país que él había visitado en un par de ocasiones en misiones humanitarias. La descripción que él hacía en ese artículo de la situación política y social que, de modo cruel afectaba a la población civil, resulta conmovedora.

Apenas unas horas después, el conflicto armado entre las tropas rebeldes que apoyaban al presidente electo Alassane Ouattara y las fuerzas leales a Laurent Gbagbo -el presidente saliente que se negaba a entregar el poder a su legítimo sucesor-, se recrudeció con la intervención de las tropas francesas y tuvo su desenlace en el día de ayer, con la detención de Gbagbo.

Hoy Costa de Marfil es portada en los principales medios internacionales, y la fotografía de Gbagbo y de su esposa Simone, detenidos en la habitación del hotel donde se refugiaban, ha dado la vuelta al mundo.

Entre esas fotografías, hay una que me punzó el corazón. Es la que encabeza estas líneas. En ella aparece la ex primera dama de Costa de Marfil, Simone Ehivet Gbagbo, vejada y humillada por soldados de las fuerzas de Ouattara (¿no dice algo la Convención de Ginebra acerca de este tipo de fotografías humillantes?).

Con tal mezcla de vergüenza y desesperación en el rostro, me resultaba difícil reconocer en la imagen a la Simone Gbagbo que visitó España en octubre de 2009, invitada por la Asociación Remar, para presentar la edición castellana de su libro “Palabras de Honor”, un texto autobiográfico en el que declaraba su fe evangélica, a la vez que denunciaba los fundamentalismos y el mal uso del nombre de Dios para fines políticos y militares: "Dios no tiene ninguna bandera salvo la de la vida, la vida de todos y la del amor", decía, defendiendo la tolerancia religiosa y la convivencia, actitudes que consideraba de especial obligación en el caso de 'las religiones del Libro'.

Cofundadora, junto a su esposo Laurent Gbagbo, del socialdemócrata Frente Popular (miembro de la Internacional Socialista), ‘Madame Simone’ enarbolaba un discurso progresista y contaba con el apoyo de las izquierdas europeas, incluidas las de España. Sus admiradores la calificaban de 'paradigma de la mujer líder africana representada en toda su dimensión'.

Su discurso vehemente contra lo que ella calificaba de política "neocolonial" de Francia, impulsada por Chirac, Dominique Villepin, y Sarkozy  -política a la que describía con el epíteto de “Francáfrica” y consideraba una amenaza para los recursos de Costa de Marfil- despertaba simpatías entre los socialdemócratas del mundo y le valía el apoyo de la principal potencia en el continente: Sudáfrica.

Simone Gbagbo durante su visita a Madrid, en octubre de 2009 | FOTO: ActuEvan

Sin embargo, la crisis provocada por su marido al negarse a entregar el poder al legítimo ganador de las elecciones presidenciales, Alassane Ouattara, ha cambiado radicalmente la situación y, en apenas cuatro meses, los Gbagbo han pasado de ser héroes a villanos. Hoy la imagen de Simone se asemeja a la de una especie de Eva Braun (la mujer de Hitler), uniéndose lealmente en un búnker al destino suicida –en su caso, suicidio político- de su amado tirano. Triste final para un ‘paradigma de la mujer líder africana’.

La ONU se ha apresurado a pedir a Ouattara que garantice un juicio justo para el ex mandatario y para su esposa. Fotografías como la que aquí comentamos hacen pensar que hay razones para temer que esas garantías no sean tales y para poner en duda la capacidad del nuevo Gobierno para controlar a las fuerzas rebeldes que le llevaron a la victoria. Unas fuerzas, sobre las que pesan graves denuncias de violaciones y crímenes de lesa humanidad. Sin duda, también el Gobierno francés tiene una gran responsabilidad en garantizar una transición pacífica y democrática en ese país.

J. Fernández

En cuanto a Simone, ahora que la suerte le ha dado las espaldas y el miedo y la vergüenza han desfigurado su expresión -otrora segura y valiente-, sólo cabe  desearle un juicio justo y que, en todo caso, sea cual sea la responsabilidad política o penal que determine la Justicia para ella, recuerde el proverbio africano que nos dedicó en aquella ocasión de su visita a España: “Cuando no sabes a dónde vas, mira de dónde vienes”.

Oro a Dios por Simone, para que desde la difícil situación en la que se halla, encuentre dirección y fortaleza espiritual en las raíces de su fe cristiana. Y oro también por Ouattara y por todos los marfileños, para que con la ayuda de Dios sepan encontrar el necesario camino para la reconciliación nacional, la justicia y la paz.

Autor: Jorge Fernández