MIENTRAS ESPERAS
Dibujando la esperanza
Nelson Mandela |
(MIENTRAS ESPERAS, 19/07/2012) Hace unos años, una galería londinense expuso una peculiar muestra. Eran cinco dibujos de colores suaves y trazos infantiles. Eran cinco paisajes, llenos de luz y de serenidad; entre ellos, la iglesia a la que el pintor iba en su pueblo.
No eran obras de arte, pero las circunstancias en que fueron realizadas y su autoría, convertían estos dibujos en obras muy especiales. El pintor era Nelson Mandela. Dibujó estas láminas estando recluido en la cárcel. Algunos de los paisajes no se podían ver desde su celda, pero sí desde la ventana de su corazón.
Algunos de los dibujos realizados por Mandela en la cárcel |
La historia de este hombre es impresionante. Renunció a su derecho hereditario de ser jefe de su tribu, y se hizo abogado. Peleó denodadamente por la igualdad racial en Sudáfrica en la década de los 50 y 60, teniendo como premio una condena a cadena perpetua, de la cual cumplió veintisiete años de cautiverio.
Todos estos larguísimos años no fueron capaces de quebrar su espíritu y en 1990 salió libre, aunque siempre había sido un hombre libre. Tres años mas tarde, recibió el premio Nóbel de la Paz, y un año después fue proclamado Presidente de Sudáfrica.
A pesar de su avanzada edad, no está jubilado. Se ha propuesto seguir trabajando para los muchos niños abandonados y martirizados por las continuas guerras del continente negro.
Dijo, a una rendida multitud, en el escenario de Trafalgar Square, en Londres, que “la pobreza inmensa y la desigualdad obscena, son un azote terrible para nuestra época”. Ha dicho, con la autoridad que posee, que “millones de personas continúan esclavizados y encadenados a la pobreza”, y ha retado a los líderes del G-
Aunque recientemente se retiró de la política, dijo que “mientras la desigualdad y la pobreza y la injusticia permanezcan, nadie puede descansar verdaderamente”.
En la vida hay situaciones que te pueden hundir por completo. Circunstancias que te pueden arruinar de por vida. Pero nosotros podemos decidir si ponemos la otra mejilla, o nos liamos a golpes. Si perdonamos, o pasamos toda una eternidad recordando y rememorando la ofensa.
Autor: José Luis Esteban (Málaga) – Tomado con permiso de “Mientras Esperas” nº 11
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