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Razones para no leer
(ABIGAIL F. AGUIRRE, 17/03/2011) Hay una sencilla palabra de cuatro letras que provoca en más de uno los siete males: empieza por “l” y acaba por “eer”. Y no es de extrañarse: el mero hecho de que una sola persona quiera echarse a perder con semejante pasatiempo justifica artículos como éste. En él se expone una serie de argumentos para advertir a todo el mundo de las desventajas y problemas que acarrea esa actividad tan potencialmente peligrosa que es la lectura.
A lo largo de la historia de la humanidad, pocos inventos han sido tan problemáticos como los libros. Hoy en día, afortunadamente, se está produciendo un cambio de mentalidad en las nuevas generaciones, que poco a poco van tomando conciencia, no sólo de los peligros, sino también del nulo atractivo de la lectura. Para que este creciente desarrollo no se detenga, a continuación damos cinco advertencias acerca de las desventajas que conlleva dicha actividad.
1. Leer es un hábito peligrosamente sano, lo que acarrea un alto riesgo de que el lector, distraído por el mismo, descuide costumbres mucho más interesantes como emborracharse o pasar horas pegado a alguna pantalla.
2. La lectura tiene un efecto pernicioso sobre la mentalidad humana, e influye en diversas áreas del modo de vida y comportamiento de quien se deja llevar por ella. Lleva la actividad cerebral hasta niveles insospechados, y lo peor es que afecta incluso a la forma de ver las cosas del lector. Le hace conocer otros puntos de vista (llevándole incluso al punto de sospechar, en casos muy graves, que el suyo no es el único que importa), abre su mente, la llena de conocimientos absurdos e incluso tiene efectos secundarios como la mejora de su ortografía o la riqueza de su vocabulario. Y la sola idea de esto es inaceptable. Podrán quitarnos la vida, pero jamás la ignorancia.
3. Tenemos en nuestras manos horas y horas que perder y que, sin embargo, con la lectura se aprovechan. No nos damos cuenta del peligro que esto supone: cuando una persona lee, está haciendo algo útil y productivo con un tiempo precioso que podría emplear en mirarse las uñas de los pies u otras actividades que ayuden al desarrollo de su inutilidad.
4. Posiblemente el colmo de los efectos psicológicos que tienen los libros sobre la personalidad de un lector es el aumento de su egocentrismo: cuanto más lee, más ideas inadmisibles empiezan a llenar su cabeza, entre ellas la creencia de que él mismo, un mero conjunto de células, tiene capacidad creativa. ¡Hace falta imaginación para creer que tenemos imaginación!
5. La desventaja más evidente de la lectura es sin duda su escaso atractivo. No tiene ningún valor como entretenimiento. Al fin y al cabo, redescubrir el mundo desde todas sus ventanas, aprender cómo era antes de que nuestra generación pusiera los pies en él, ver con la mente realidades que no existen, identificarse con personajes inventados, aprender las mil y una formas en que se mueve nuestra lengua, pintar imágenes con el pensamiento, pasar páginas a velocidad frenética, descubrir y coleccionar obras maestras que sólo ocupan unos cuantos trozos de papel, experimentar la complicidad entre el lector y el escritor… nada de eso es algo que una persona en sus cabales podría disfrutar. En resumidas cuentas, leer es aburrido, tedioso y no aporta nada.
Una mirada al futuro debe advertirnos que el mundo no depende de los lectores, sino de los que optan por actuar antes de pensar y por juzgar antes de valorar; de los que escriben poco y de mala manera (y cuanto más despacio, mejor), y de aquellos cuya diversión consiste exclusivamente en ampollarse los dedos jugando a un videojuego durante horas. Es decir, de los inteligentes que saben lo que es bueno.
Autor: Abigail Fernández Aguirre
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