APRENDER A DESAPRENDER / por JUAN MANUEL QUERO
Reliquias y religiosidad vs superstición e idolatría
"En las iglesias evangélicas no existen ni relicarios ni reliquias que inviten a los peregrinos o creyentes a la veneración o al culto de los santos."
«Brazos relicarios». Se trata de relicarios anatómicos en madera dorada que se guardan en la iglesia parroquial de San Pedro de Ayerbe (Huesca) España. Conservan huesos de manos o brazos de diferentes santos. / Foto: Wikipedia
(JUAN MANUEL QUERO, 08/09/2025) | Otra cuestión significativa por la trascendencia que tiene en el devenir histórico de la Iglesia católica romana es toda la recolección y creación de reliquias y relicarios en los que se guardaban elementos de santos o cosas relacionadas con ellos. Estas han recibido una gran importancia, incluso en la misma cultura de los cristianos no evangélicos; ya que, parece constatarse que estas reliquias otorgaban o garantizaban una protección especial a la congregación y a los creyentes que la conformaban.
Tan arraigado estaba todo ello, que incluso los mismos imperios se apoyaban en estos elementos, que estaban tan llenos de signos supersticiosos. Tiremos un poco de la historia del cristianismo, para entender algo de esto.
La sede del Imperio Carolingio se encontraba en Aquisgrán, uniéndose Iglesia y palacio en todo el desarrollo de lo que sería Europa. La capilla palatina que se levantó allí sería monumental y destacaba en todo el territorio Europeo por su esplendor y manifestación del arte carolingio. La institución palaciega sería el lugar de la coronación de todos los emperadores sucesores de Carlomagno. El mismo origen de la palabra «capilla» para referirse a un lugar religioso, tendría que ver con esta construcción; aunque sea algo anecdótico, tiene su relevancia para entender lo que tratamos. El término «capilla» se debe a que allí se custodiaría una reliquia, que consistía en un trozo de la capa del mártir San Martín. Capa en latín es «capella» de donde como sinécdoque comenzaría a usarse para referirse a este lugar, quedando finalmente el nombre de «capilla»[1].
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«Relicario de la Abadía de Sainte- Foy en Conques» (Aveyron, Francia) Escultura románica de orfebrería religiosa, que durante los siglos ha admitido diferentes reliquias en su interior, así como aportaciones decorativas en diferentes metales y joyas preciosas. / Imagen: Wikipedia |
El tema de las reliquias está muy unido al de la idolatría, que ya se ha tratado en otro momento, ya que frecuentemente están muy relacionados. En las iglesias evangélicas no existen ni relicarios ni reliquias que inviten a los peregrinos o creyentes a la veneración o al culto de los santos que muchas veces pueden estar representados. Es importante aclarar esto, ya que muchos se pueden preguntar sobre lo que los evangélicos piensan al respecto, ya que es algo muy común en el ámbito de otras iglesias. Es muy difícil encontrar iglesias católicas u ortodoxas y las que se derivan de estas, que no tengan un sinfín de dichos elementos, casi mágicos o milagrosos para muchos devotos. Por ello, las reliquias fueron y son consideradas una protección contra el mal. Además, muchos ven en ello un medio para hacer peticiones, y que el santo que representa la reliquia interceda ante Dios.
Otra descripción que se destaca, incluso en la historia del arte, y que representa una contradicción en este aspecto es la imagen Sainte Foy, conservada en la iglesia de Conques (Aveyron, Francia). Una imagen que pertenecía, según se cree, a una niña que murió en el siglo III. Se explica que perdió la vida por estar en contra de las imágenes. Algo totalmente paradójico y curioso. En realidad, se trata de un relicario con alma de madera donde pusieron restos de aquella adolescente y de un gran número de personajes, que posteriormente se fueron incluyendo. Su incremento preciosista de metales y de joyas se dio a lo largos de los siglos, aumentando estas incorporaciones con añadidos de diferentes capas y motivos simbólicos de orfebrería. Todo ello se promovió por el gran flujo de peregrinos que se dirigían allí, en el Camino de Santiago Francés. Así se difundiría más el culto a la imagen, pero además se desarrolló un tipo de imaginería con rasgos similares a los de la Virgen María[2].
Podrían mencionarse miles o millones de estas reliquias. En España son incontables, tales como las del Relicario con costillas de Santa María Magdalena, en la Catedral de Ourense (Galicia, España). No solamente en las iglesias, sino que se celebran exposiciones y se crean museos, como los del Vaticano, donde pueden contemplarse gran número, como las reliquias de Juan el Bautista. Son muy comunes los cabellos de santos o santas, hilos o fragmentos de tejidos, o incluso cuerpos enteros.
También son muy conocidas las astillas o fragmentos de la cruz de Cristo, los llamados «Lignum Crucis». Algunos de estos fragmentos también se encuentran en España, como es el caso del monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria) y en Caravaca de la Cruz (Murcia).
El Concilio de Trento reafirmó y promocionó el culto a las reliquias e imágenes de los santos, explicando que esto ayudaría a los hombres, de manera que aquellos que afirmaran que esto es idolatría se consideraran impíos, al igual que los que no crean que los santos interceden por los hombres en la tierra. En nuestro tiempo todavía se comercia con reliquias de todo tipo, teniendo más valor aquellas que son bendecidas por algún prelado importante[3].
El destacado Federico III de Sajonia, conocido también como Federico el Sabio, quien fue protector de Martín Lutero, era uno de tantos personajes que promovían la difusión de las reliquias, siendo un gran coleccionista de estas, muchas de las cuales procedían de Tierra Santa. No obstante, esto cambiaría cuando se expuso lo que la Biblia enseñaba al respecto, en el contexto de la Reforma Protestante del siglo XVI.
Estos elementos se contaban por miles y se exponían en días especiales en la iglesia del castillo de Wittenberg, motivo por el que esta iglesia fue muy conocida en todo el mundo. Esta exposición era destacada el día de Todos los Santos, cuando llegaban peregrinos de distintos lugares con donativos muy sustanciales para obtener indulgencias, suponiendo una gran fuente de ingresos para mantener la iglesia y la universidad [4].
«Las 95 Tesis» de Lutero no solamente criticaban aspectos doctrinales de estas indulgencias, sino que evidentemente ponían sobre relieve la corrupción de las mismas. Además, hay que notar también que como la Iglesia de Wittenberg era una de las iglesias que más destacaban por la cantidad de reliquias que contenía en su interior, fue muy apropiado que «Las 95 Tesis» del reformador, Martín Lutero, fuesen expuestas en la puerta de esta iglesia el mismo día de Todos Los Santos, condenando también la idolatría y todo este montaje de reliquias e indulgencias.
Concluyendo, se hace patente que los evangélicos o protestantes no aceptan este entramado de reliquias que, más bien, parecen presentarse como amuletos envueltos en supersticiones que son rechazadas por la Biblia. En las iglesias evangélicas no existen ni reliquias, ni elementos que tengan en sí mismos un valor cúltico que se presten a la veneración o a cierta gracia milagrosa. Los protestantes expresan que los mismos principios bíblicos que condenan la idolatría son los mismos que se aplican a esta práctica.
Para los creyentes evangélicos no pueden existir elementos que se presten a la mediación o la norma que obligue a una conducta, que supla o intente complementar la sola mediación de Cristo. Los evangélicos entienden que esto se puede prestar a una cierta religiosidad, compuesta de un sistema de elementos que inviten a arrodillarse ante ellos o a darle la adoración, la cual solamente pertenece a Dios, por lo que es rechazado por el Evangelio.
(Este es uno de los 22 temas que se encuentran en el libro publicado recientemente, por Juan Manuel Quero: «Aprender a Desaprender: una cultura diferente»).
*** Notas:
[1] Juan Manuel Quero Moreno. Historia de la Iglesia a través de los avivamientos. Editado en Málaga e impreso en Quares, mayo 2022, pp. 283-284.
[2] Cf. I. Bango Torviso, G. M. Borrás Gualis, y otros. Dirigida por Juan Antonio Ramírez. Historia del Arte, 2. La Edad Media. Madrid: Editorial Alianza, 1996, pp. 137-138.
[3] Cf. Ibidem, pp. 308-310.
[4] Cf. Nicoletta De Matthaeis. «La gran colección de reliquias de Federico III de Sajonia y Lutero» (7 enero 2013). En «Reliquiosamente». Disponible en: https://reliquiosamente.com/2013/07/07/la-gran-coleccion-de-reliquias-de-federico-iii-de-sajonia-y-lutero/ [Consultada el 08 de febrero de 2025].
Autor: Juan Manuel Quero Moreno
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