EL RINCÓN DE WALTER / por WALTER WASERCIER
“No es un estilo, es una actitud”. Tel Aviv y la Bauhaus.
Los nazis no dudaron en calificar como arte degenerado todo lo que tenía que ver con la Bauhaus. Tel Aviv (Colina de la Primavera) comenzó sus primeros pasos en las dunas de arena de las afueras de la antigua Jaffa (Jope).
A Tel Aviv se la conoce como "La Ciudad Blanca" por el color de sus edificios estilo "Bauhaus"
(Walter Wasercier, 02/06/2021) A la hora de planificar una visita a Israel muchas veces debemos dilucidar qué dejar de lado. Hablamos de zonas geográficas a las que nos autoconvencemos de que volveremos en otra ocasión. También hablamos de ciudades en las que decidimos qué partes visitar y cuáles dejar para la próxima.
Me permitiréis, pues, que haga vuestra decisión más difícil e incida esta vez sobre un hecho poco conocido de una ciudad en particular, y del título que la UNESCO en el año 2003 le concedió declarándola “patrimonio de la Humanidad”.
Nos referimos a Tel Aviv en su faceta de “La Ciudad Blanca”.
El término de Ciudad Blanca se refiere a un conjunto de más de 4000 edificios que fueron construidos durante el período mandatario (1917-1947) en esta ciudad y que mantienen el estilo arquitectónico Bauhaus, constituyendo Tel Aviv en la ciudad del mundo que alberga más edificios de este estilo.
¿Cuál es el origen de todo ello?
Tel Aviv fue construida en los años 30, por arquitectos judíos que huían del réginen Nazi
Cuando el arquitecto, urbanista y diseñador alemán Walter Gropius, nacido en Berlín en el año 1883 en el seno de una familia burguesa, fundó la escuela de arquitectura, diseño y artes gráficas llamada Bauhaus en el año 1919, nunca soñó que la definición de su obra se aplicaría de manera tan notable no solo a su estilo arquitectónico si no también al espíritu de una ciudad como fue y es Tel Aviv.
Agreguemos primero, que la Bahaus no fue solo una escuela de arquitectura. En buena medida estableció los fundamentos de una nueva arquitectura a la que incorporó una estética que abarcó todos los ámbitos de la vida cotidiana. Por ello, también creó talleres de alfarería, ebanistería, pintura, escultura, vidrio, tejido, teatro, metal, encuadernación e impresión, por los que tenían que pasar todos los alumnos durante su formación y gracias a ello consiguió una gran capacidad práctica de los que en ella se formaron. Sirva solo como ejemplo que artistas de la talla de Josef Albers, Wassily Kandinsky o Paul Klee, ofrecieron su experiencia como instructores en dicha escuela.
Los nazis no dudaron en calificar como arte degenerado todo lo que tenía que ver con la Bauhaus, pese a que los diseños de líneas blancas e interiores diáfanos era lo más peligroso que se veía en ella. Cuando cerraron la escuela en 1933 y sus principales exponentes salieron del país, muchos de ellos judíos (para nuestra suerte) llegaron a la Palestina del Mandato Británico y en particular a la recién creada ciudad de Tel Aviv, para así seguir poniendo en práctica su forma de pensar y sobre todo de construir.
Recordamos en este punto que Tel Aviv (Colina de la Primavera) comenzó sus primeros pasos en las dunas de arena de las afueras de la antigua Jaffa. Sabemos también que el urbanista británico [Patrick] Geddes recibió el encargo del alcalde de Tel Aviv, Meir Dizengoff, de diseñar los planos de una nueva ciudad, cosa que realizó entre los años 1925 y 1927, pero no definió ni prescribió el estilo arquitectónico de la ciudad.
Fue en este entorno que los arquitectos judeoalemanes de la Bauhaus encontraron el preciado hueco para poner en práctica su forma de pensar, aunque adaptándose eso si al clima mediterráneo semidesértico de nuestra zona, muy diferente al clima frio y húmedo de Alemania.
De cómo se compaginaron las ideas originales con las limitaciones del clima son ejemplo la utilización del color blanco de los edificios. Bastante notable también fue el prescindir de amplias zonas de cristal que permiten la entrada de la luz (elemento clave de la Bauhaus) y que fueron reemplazadas por pequeñas ventanas retranqueadas que limitan el calor. Asimismo los tejados inclinados fueron reemplazados por tejados planos para así obtener zonas comunes donde los residentes puedan socializar.
Los edificios se alzaron sobre pilares para así permitir área de juego para los niños y los balcones sombreados por los de encima permitían a los residentes captar la brisa del mar.
En resumidas cuentas, al ser los edificios de hormigón el verano se hacia insoportable a pesar de estos rasgos innovadores, por lo que los habitantes de Tel Aviv solían frecuentar mucho los parques, las avenidas y las terrazas, lo que hasta hoy en día es tradicional en Tel Aviv.
Por ello, como dijo en su momento el citado Walter Gropius, el Bauhaus no es un estilo; es una actitud, como también lo es Tel Aviv y sus habitantes, muy conscientes de sus inicios, sus limitaciones, la creatividad de sus antepasados y la capacidad de adaptación al entorno.
Para finalizar y en particular para aquellos que decidan seguir mis sugerencias en este particular caso, les recomiendo una visita guiada a los edificios más notables de esta arquitectura justamente galardonada como patrimonio de la Humanidad y así comprender mejor el alma de una ciudad.
Hasta la próxima.
Autor: Walter Wasercier
*Walter Wasercier exdirector para España y Portugal de la compañía de aviación EL AL, Israel Airlines. Ha sido profesor en la escuela de Turismo de Jerusalén y guía-acompañante de grupos evangélicos en sus visitas a Israel. Nacido en Uruguay, hijo de una familia judía, emigró a Israel en los 70 donde estudió y se formó, para luego trabajar en varios países del mundo. Desde el mes de Julio de 2018, Wasercier, a través de un artículo mensual, nos revelará anécdotas y conocimientos culturales, históricos, bíblicos o arqueológicos relacionados con Tierra Santa.
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