ENTREVISTA EN EL DIARIO MONTAÑÉS / ASOCIACIÓN NUEVA VIDA
“Los proxenetas cada vez utilizan más pisos”
Reproducimos en este espacio esta entrevista realizada a Elisabet Justamante, publicada ayer en el Diario Montañés. Elisabet está casada con el pastor evangélico, Julio García Celorio, con quien comparte responsabilidades en la iglesia y en la Asociación Nueva Vida.
Elisabet Justamante, voluntaria fundadora de la Asociación Nueva Vida / Foto: CELEDONIO
Elisabet Justamante, voluntaria / Empezó a acoger niñas víctimas de la trata hace más de veinte años. Hubo momentos muy malos, pero con “amor y paciencia se supera”
(CANTABRIA, 14/01/2020) Elisabet Justamante Belda (Elche, 1958) está acostumbrada a ver a la gente sufrir. Es enfermera de Oncología y, además, lleva atendiendo a niñas víctimas de la trata sexual desde hace más de veinte años, cuando formó una familia con un pastor evangélico y después fue una de las fundadoras de la Asociación Nueva Vida, dedicada a proteger a los más vulnerables.
Cuando todo era diferente, “acogí a varias de estas niñas en mi casa, porque el sistema oficial aún no estaba en marcha. Contemplar su sufrimiento es terrorífico”. A pesar de todo, su rostro se ilumina cuando habla de los logros de estas chicas: “Muchas consiguen salir adelante, con trabajos dignos”.
-¿En qué consiste el programa de Atención Integral a Menores Víctimas de Trata?
-Nueva vida trabaja desde 1998 con mujeres víctimas de trata. Hace tres años, el entonces Ministerio de Igualdad hizo una llamada a las ONG para atender esta creciente necesidad. Debido a que no existían recursos específicos para su atención, estas niñas eran llevadas a centros de menores. Allí, las medidas de seguridad son exiguas, con lo que los proxenetas hacen presión desde fuera y, en ocasiones, logran cruzar la verja y algunas menores se escapan. Además, tampoco cuentan con profesionales especializados en este terreno. Nuestro centro es el único del norte y estamos especializados en salud psicológica y mental. Lo principal es darles amor y que recuperen la confianza y la sonrisa que les robaron en su niñez. Que vuelvan a retomar sus sueños y facilitar que sigan con sus estudios y, en su caso, que vuelvan junto a su familia, siempre que la Unidad de Infancia y Familia así lo valore.
-¿Por qué eligió esta organización para su colaboración?
-Quizás te parezca extraña mi respuesta, pero fue la entidad la que me escogió a mí... Las necesidades se presentaron en mi Iglesia, la que decidió dar legalidad a la acción social. Me vi de repente involucrada y acabé siendo voluntaria y fundadora de la Asociación Nueva Vida.
-¿En qué consiste su colaboración?
-Llevo los programas de sensibilización, detección, acogimiento y emancipación, aunque dedico más tiempo a acogimiento y emancipación. En estas áreas es indispensable, antes que nada, tener mucho amor que dar y paciencia.
-¿Cómo detectan la existencia de estos menores?
-Por una parte, a través de la investigación de la Policía Nacional en clubes, pisos o en la calle. Pero también por los programas de detección que tenemos con diferentes entidades sociales, con unidades móviles en la calle, pisos, polígonos y clubes. Nosotros tenemos un programa de VIH que nos permite acercarnos a la mujer prostituida y nos advierte de la posible existencia de menores. Y también está la colaboración con todas las instancias públicas.
-Imagino que la detección en pisos será la más complicada.
-Así es. Y cada vez son más utilizados por los proxenetas, porque saben de la dificultad de dar con ellos. Por ello es importante apelar a la conciencia de los vecinos. Si alguien ve algo extraño, por favor, que denuncie.
-¿Estas menores suelen contar con familiares, o se tiene que encargar Nueva Vida de su tutela?
-Conforme a la legislación vigente, el Gobierno de Cantabria tiene su tutela, y Nueva Vida, la guardia y custodia. La mayoría son chicas que han nacido en otros países.
-Estas chicas llegarán hasta ustedes con miedo y desconfianza. Debe ser duro el camino hasta que llegan a recomponerse. ¿Lo consiguen?
-Nuestro programa está dirigido solo a niñas. Son muchos los sentimientos que tienen, sobre todo de desconfianza, especialmente cuando se ha utilizado la figura del “lover boy” [para captarlas], porque en ese caso ellas quieren volver con el proxeneta. No terminan de asumir que son víctimas de trata, se sienten “enamoradas ciegamente” de su agresor. Pero pueda haber otras muchas variables. Sin embargo, después de un largo camino de atención continuada, se consigue.
-Otra parte importante del programa son las acciones de sensibilización y concienciación. ¿Cree en ello? ¿De verdad funciona?
-¡Desde luego que creemos en ello! Tenemos un grupo de profesionales jóvenes que van a los institutos con el fin de prevenir y advertir del mal uso de las redes sociales y citas con desconocidos. Respecto a la sensibilización, es muy importante que jóvenes que no tengan muchos años más que a los que van dirigidos los mensajes, y que sean del mismo sexo, les den a conocer la terrible realidad que en muchas ocasiones desconocen. Utilizamos diferentes recursos didácticos: cortos, documentales, testimonios reales, etc.
-¿Por qué cuando se habla de trata de personas se relaciona con países a miles de kilómetros de nuestras casas?
-Principalmente, la confusión está en que no tenemos claro el concepto. Confundimos tráfico de personas con la trata. El tráfico es la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un país del que no es nacional o residente permanente, con el fin de obtener un beneficio financiero u otro de orden material. Mientras que la trata es la acción de captar, transportar, trasladar, acoger o recibir personas, haciendo uso de amenazas, de la fuerza o coacción. Todo ello con fines de explotación.
Fuente: El Diaro Montañés / Mariana Cores