RESEÑA BIBLIOGRÁFICA / POR ALFONSO PÉREZ RANCHAL
La filosofía de la religión de Jean Grondin. Editorial Herder, 2010.
La religión propone las respuestas más fuertes, antiguas y vivas a la cuestión del sentido de la vida. Por ese motivo, no puede no interesar a la filosofía en la búsqueda de saber que ésta lleva a cabo. El objeto supremo de la mayoría de las religiones, Dios, representa, por su parte, una de las mejores respuestas a la pregunta filosófica sobre por qué existe el ser y no la nada, mientras que la otra respuesta posible consiste en decir que el ser surgió del azar. Jean Grondin.
Jean Grondin
(Alfonso Pérez R., 15/11/2019) En un tiempo en el cual la filosofía le importa a muy pocas personas y la religión todavía a menos, el que ambas aparezcan mencionadas en una misma frase debe resultar de lo más escandalosamente indiferente.
Si la filosofía nació como una respuesta a un acto de asombro (siguiendo la maravillosa explicación de Aristóteles), y en la religión se suelen dar una serie de creencias y un culto mirando más allá de todo cuanto nos rodea, en nuestro descreído mundo occidental lo que mayoritariamente provoca asombro es aquello relacionado con la imagen, con tener una multitud de seguidores en cualquier red social, con los deportistas de élite o con ser protagonista de cualquier programa de telebasura.
En relación al culto, el mismo se les otorga precisamente a todas aquellas personas que sobresalen en lo anteriormente mencionado. Por tanto, no es que al presente no exista el asombro ni se rinda culto a nada, sencillamente las vidas se han orientado en otras direcciones y es allí en donde pretenden haber encontrado algo que merezca la pena.
Esto da razón del elevado número de suicidios que se dan anualmente, la plaga que supone las llamadas enfermedades emocionales y mentales, la falta de una moral que pueda ser aceptada por todos, aunque fuera en sus enunciados más básicos y, en fin, la enorme desorientación que existe y en donde lo mejor que se puede decir es eso de vive y deja vivir. Y no es que el hombre y la mujer actuales no se pregunten por el sentido de la vida, sino que ya han tomado una decisión al respecto y es que la misma no lo tiene. Tal vez ni siquiera se han planteado seriamente esta respuesta, pero actúan como si así lo hubieran hecho, siguen la corriente principal de descreimiento.
La cita inicial con la que abría esta reseña contiene precisamente las palabras con las que el autor Jean Grondin comienza su libro. Las mismas ponen en evidencia que tanto la religión como la filosofía buscan responder, cada una a su manera, a la más elemental pregunta que tiene la persona: ¿Tiene razón de ser esta vida? O también: ¿por qué existe el ser y no la nada? Planteado así lo que parecería realmente absurdo es que hubiera alguien a quien no le interesara estas cuestiones existenciales, hecho que pone de manifiesto la irracionalidad y la incongruencia en la que está anclada el hombre y la mujer actuales.
La filosofía de la religión se dedica a pensar, a meditar sobre la respuesta que se le da al sentido de la vida y, en concreto, es una reflexión sobre la religión, especialmente cuál es su esencia, sin dejar atrás las razones y sus contradicciones internas.
La filosofía no puede no tener en cuenta el hecho religioso; los teólogos no deben ignorar los caminos y las propuestas filosóficas. La filosofía debe plantearse si dentro de la religión existe una filosofía propia, una sabiduría que debe ser considerada, y si finalmente determinada sabiduría religiosa pudiera sobrepasar incluso la propia sabiduría procedente de la filosofía.
Por lo ya expresado, se entiende que el tema de la filosofía de la religión es precisamente la religión. Pero de aquí también se deriva otro hecho importante, y es que no existe la tan tristemente famosa supuesta oposición o incompatibilidad entre filosofía y religión.
Esencialmente, la filosofía de la religión es un intento de síntesis que personalmente creo muy fecundo, y es a su comprensión y desarrollo histórico a lo que nos invita su autor.
El libro se estructura en una introducción seguida de siete capítulos y una conclusión. De esta forma tenemos:
Introducción
1. Religión y ciencia moderna
2. El vasto campo de la filosofía de la religión
III. La esencia de la religión: un culto creyente
1. El mundo griego
2. El mundo latino
3. El mundo medieval
VII. El mundo moderno
Conclusión
La introducción comienza con la cita que coloqué al principio de esta reseña. El autor seguidamente manifiesta que, ante el sentido de la vida, esto es la pregunta por él, solamente hay tres posibles respuestas: las religiosas o espirituales; las laicas; y la que sostiene que la vida está desprovista de significado.
La filosofía se da como consecuencia del enigma de la existencia y tomará sus temas esenciales del ámbito religioso. Lo central de la labor de la filosofía de la religión es meditar precisamente sobre las respuestas que se presentan al sentido de la vida. Así, "La filosofía de la religión quiere ser por ello una reflexión sobre la religión, sobre su esencia y sus razones, o hasta su sinrazón" (p. 16).
El capítulo primero lo dedica nuestro autor a la relación entre la religión y la ciencia moderna. Para esta última, parece que no hay lugar para lo religioso considerándolo una especie de superstición que sobrevive desde la antigüedad. En todo caso, se respeta lo religioso como algo privado y subjetivo y que no debe salir de ahí, ya que lo objetivo vendría por el saber experimental. El nominalismo es la mentalidad que reina y en donde el ser y la existencia es puro fisicalismo.
Pero a pesar de lo que se profetizó en un pasado no tan lejano, las religiones persisten y parecen estar muy lejos de desaparecer, aunque preocupa y mucho la expansión de los fundamentalismos. Además, a lo largo de la historia de la ciencia no pocos científicos fueron creyentes y otros tantos estaban abiertos a la posibilidad de la existencia de una Inteligencia o Razón divina.
En el segundo capítulo se especifica el campo de estudio que tiene la filosofía de la religión. En una consideración amplia, trataría sobre el hecho religioso que incluiría las grandes cuestiones genéricas, en tanto que en un sentido más estricto y concreto se enfocaría en temas específicos como pueden ser, la esencia de la religión, un análisis de las bases filosóficas de una religión en concreto o encauza su atención a sus manifestaciones cultuales.
El capítulo tercero lo dedica Jean Grondin a la cuestión central de la filosofía de la religión, que no es otra que acercarse o meditar sobre qué o cuál es la esencia misma del fenómeno religioso. Esto hace que de inmediato nos encontremos con grandes dificultades para definir qué es exactamente una religión, ya que podemos encontrar un elemento concreto o su ausencia si comparamos diferentes religiones. Se trata, por tanto, de buscar lo común, tarea que, como apunta el autor, es de gran dificultad. Pero debe existir, ya que de lo contrario no se podría hablar de religión en absoluto.
Para los funcionalistas y los esencialistas la religión nació al cumplir una función básica en el ser humano. Las más relevantes serían para proveer una explicación de las fuerzas de la naturaleza, y así se llenó la misma de poderes y espíritus; para dar razón de determinadas obligaciones morales que se atribuyeron consecuentemente a la divinidad; para sancionar o justificar un determinado orden social y político; o más modernamente y siguiendo las lecturas psicoanaliticas, la religión sería un fenómeno de transferencia, de neurosis colectiva con un punto narcisista tal y como Freud pensaba. También este último sostuvo que la religión nacía ante la incertidumbre y la angustia que produce la certeza de la muerte.
La filosofía de la religión considera todas estas posibles explicaciones pero, según el autor, los individuos no inventan sin más y en el vacío, sino que estos ya nacen en una cultura con un culto y creencias recibidas, transmitidas a lo largo de generaciones. La respuesta, por tanto, puede provenir de otro lado. En cuanto a lo común en las religiones, dos parecen que son los elementos que se dan: el culto y la creencia.
El capítulo cuarto está dedicado al mundo griego y nos sumerge de lleno en el tema de la filosofía de la religión, ya que aquí nace precisamente el fenómeno filosófico. Los griegos consideran al mundo como divino, también a la inversa, lo divino como mundo. Pero esta concepción no equivale a que se trate de una religión de la naturaleza, diferenciaban perfectamente entre lo que era una tempestad y lo que era Zeus.
Los dioses se encargaban del orden de la naturaleza, del alma y de la ciudad. Toda esta “racionalidad” del cosmos será tomada por la filosofía. No desechan en absoluto su herencia mítica, sino que comienzan un proceso de desmitologización.
A continuación, el autor trata de Platón, de Aristóteles y de las escuelas helénicas posteriores tales como el escepticismo, el epicureismo y el estoicismo.
El capítulo quinto nos lleva al mundo latino, presentando Grondin las diferentes etimologías que se le daban al vocablo religión siguiendo a los autores que se dedican a ello en sus obras. Además, se explica la filosofía de la religión en autores latinos como Cicerón, Lactancio y san Agustín.
El capítulo sexto se dedica al mundo medieval marcado por la síntesis de Agustín, pero que descubrirá los escritos de Aristóteles. Autores musulmanes como Al-Farabi, Avicena, Averroes y el judío Maimónides serán aquí considerados.
A partir del siglo XIII, una serie de relevantes lectores cristianos redescubren a los anteriores autores árabes y tienen acceso a los textos de Aristóteles que son traducidos. Destacan nombres tales como Alberto Magno, Tomás de Aquino, Guillermo de Ockham, Duns Escoto y el Maestro Eckhart. En la misma línea que los autores árabes, desean probar que la revelación encaja con la razón.
El último de los capítulos está destinado al mundo moderno en donde parece que el conflicto entre la razón y la religión es lo que lo define. De hecho, algunos consideran que la modernidad es el momento en el que la carga de la religión es dejada de lado y en su lugar se coloca la ciencia. Ahora toda religión será vista como superstición y la desmitologización será radical.
No hay consenso para ubicar en una fecha exacta el comienzo de la modernidad, aunque varios autores y sus obras suelen ser mencionados (Bacon, Copérnico, Galileo o Descartes).
Llama la atención que la gran mayoría de los autores que se reconocen como con los que aparece la modernidad no realizan una crítica radical de la religión, todo lo contrario. En realidad, esta crítica proviene de una tradición racionalista, en concreto del empirismo.
Un espacio se les dedica a los autores Spinoza, Kant, Friedrich Schleiermacher, Hegel, Kierkegaard, Marx y Heidegger.
En la conclusión Grondin realiza un breve repaso de lo ya dicho a lo largo de las páginas de su libro. La doble cita que coloco a continuación sirve a modo de colofón.
"La religión puede recordarle a la filosofía que este mundo no es el único, ni posiblemente el primero. Para ella, la evidencia primera es más bien la de un mundo lleno de sentido" (p. 160). Este sentido puede comprenderse y ello puede suscitar en nosotros una admiración que halla su expresión en una gran variedad de religiones. “Pero, aunque la religión es capaz de despertar en nosotros la comprensión de este sentido, respeta también al mismo tiempo todo cuanto en él hay de incomprensible" (p. 161).
El presente libro puede desorientar por sus poco más de 160 páginas y hacer creer que toca de forma somera o superficial el tema de la filosofía de la religión. Pero el autor, sobradamente conocido, tiene la capacidad de registrar lo más relevante en tan aparentemente poco espacio. Además, su escritura es clara, acercando así al lector al pensamiento de autores de gran trascendencia. No es, por tanto, un libro para leer en dos tardes tomando un café, sino que recomiendo que el lector no iniciado tenga a mano una libreta para ir tomando notas a medida que la historia de la filosofía de la religión va apareciendo ante él.
Preguntar por el sentido de la vida o por la esencia del ser, tristemente, parecen cuestiones que solo preocupan a mentes excesivamente estrechas y ancladas en el pasado. Al presente se vive como si lo único relevante fuera el aquí y el ahora. Pero el hombre y la mujer del presente suelen olvidar que, si miran atrás, a la historia del ser humano que es la suya propia, estos temas se han planteado de forma continuada. La búsqueda de respuestas es por lo que el fenómeno religioso siempre estuvo presente, también lo que provocó la aparición de la filosofía, que a su vez fue como un enorme cañonazo que ha marcado a todo el mundo posterior, especialmente el occidental. Es este mismo mundo el que parece renegar de su legado filosófico y cristiano y que a consecuencia de ello, se halla sumergido en una profunda desorientación por decisión propia.
Es una auténtica desgracia que al presente no encuentre un lugar autónomo y respetado la filosofía, el cristianismo y, por extensión, la filosofía de la religión. Pretender que con una visión cientificista del mundo todo está resuelto y todo lo que es explicable está explicado o lo estará, es un tipo de reduccionismo que nos aboca a ser considerados como un tipo más de animal que ha tenido la gran fortuna, en este azar cósmico, de llegar a la autoconciencia. Pero si somos capaces de dejar de lado este orgullo irracional del hombre actual y nos dedicamos a la lectura de un libro como el presente en donde se aborda la ya mencionada historia de la filosofía de la religión, nos percataremos que es enormemente provechoso preguntarse y seguir buscando tal y como lo hicieron tantos otros en el pasado. Esto redundará en nuestra propia madurez personal y significará un frenazo en nuestra acelerada vida diaria. Jean Grondin logra que se produzca todo esto en el lector mientras va recorriendo su libro. No es poco.
Autor: Alfonso Pérez Ranchal. Diciembre 2019 / Edición: Actualidad Evangélica
© 2019 - Nota de Redacción: Las opiniones de los autores son estríctamente personales y no representan necesariamente la opinión o la línea editorial de Actualidad Evangélica.
Alfonso Pérez Ranchal es Diplomado en Teología por el CEIBI (Centro de Investigaciones Bíblicas), Licenciado en Teología y Biblia por la Global University y Profesor del CEIBI. Vive en Cádiz.
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