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OBITUARIO / por MANUEL SARRIAS

Roberto Velert, in memoriam.

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Roberto Velert / Foto: MGala 

“¿…No sabéis que un príncipe y grande ha caído hoy en Israel?” (2 Samuel 3:38)

(MANUEL SARRIAS, 11/02/2019) Conocí a Roberto a finales de la década de los sesenta, hace algo más de 50 años. Se celebraba una reunión de la Juventud Evangélica Valenciana Unida-JEVU y un joven pastor valenciano llegado de Canadá nos sorprendió por su creatividad y capacidad de comunicación.

Era el pastor de la Iglesia Bautista “la Buena Nueva”, entonces en calle Ramiro de Maeztu de Valencia, iniciando años más tarde el proyecto de campamentos de Monteluz. Durante la década siguiente, años setenta, fue pieza esencial del movimiento evangélico de la ciudad, con la primera campaña evangelizadora unida celebrada en una carpa instalada en una zona céntrica. En ese tiempo fue de mucha ayuda para iglesias y jóvenes de la ciudad. A principios de los ochenta aceptó el llamamiento de la Primera Iglesia Bautista de Barcelona, la Bona Nova, y al poco de llegar promovió la Convención de la UEBE de 1985 con el lema “Dios responde hoy”. Desde los primeros años del nuevo milenio, tras su regreso de Estados Unidos, continuó con el pastorado, en la iglesia “Piedra de Ayuda”, de calle San Eusebio de Barcelona. Y en esta vocación básica permaneció hasta el final.

Roberto Velert Chisbert había nacido el 17 de abril de 1945 en el marítimo barrio valenciano de Nazaret (supo combinar ser ciudadano del mundo y del Reino de los cielos con el cariño hacia su tierra natal). Su abuelo quiso inscribirlo en su nacimiento con el nombre de Israel (así lo conocíamos muchos), pero el funcionario no aceptó ese nombre y se quedó con el de Roberto. Muy jovencito recibió el bautismo de fe y también la llamada al ministerio pastoral fue muy temprana. El 6 de enero (¡como un hermoso regalo de Reyes!) de 1969 contrajo matrimonio con la joven francesa Elisabeth (el pasado mes se cumplieron las bodas de oro). De esa Unión nacerían Dámaris y Miriam y en el amor familiar experimentaría la especial bendición de ser amoroso abuelo, como lo había sido como esposo y padre. El Señor le llamó a hora temprana del jueves 7 de febrero de 2019. Con 73 años, todavía acostado, su corazón dio sus últimos latidos. Y aunque su salud había dado algunos avisos, se adelantó inesperadamente en el viaje a la eternidad, en una partida rápida y dulce. Tu muerte, Roberto, es estimada a los ojos de Dios (Salmo 116:15), porque estimada para Él ha sido también tu vida.

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Manuel Sarrias (i), autor de esta semblanza, junto a Roberto Velert (d), en una Convención de la UEBE

Licenciado en Teología por el Toronto Baptist Seminary, donde fue reconocido en 2017 como Doctor en Divinidades, Profesor de Consejería Pastoral en Seminario-Facultad UEBE de Alcobendas, Presidente de la UEBE en dos etapas (1990-93 y 2005-09), Director de Misiones Internacionales (tu gran pasión por las misiones), Representante de la UEBE en la Directiva de la Casa Bautista de Publicaciones-Editorial Mundo Hispano (Junta que presidiste), Profesor invitado en el Seminario Southwestern de Dallas-Fort Worth, conferenciante, periodista, escritor, predicador, políglota, ameno comunicador, viajero, maestro, escritor (confío que lo mucho que plasmaste en cartas, boletines, en El Eco, en otras publicaciones y a diversos niveles, además de tus libros y grabaciones, puedan recopilarse como parte de tu legado), con otros títulos y reconocimientos que podríamos añadir a tu historial; pero, sobre todo, eras PASTOR. Pastor según el corazón de Dios. Un creyente comprometido con Jesucristo, tu Señor y Salvador, a quien servías y amabas profundamente y anunciabas su Evangelio.

Como dice el escritor bíblico, tiempo nos faltaría para constatar únicamente un poco de los recuerdos que nos evoca tu persona. Las experiencias y anécdotas compartidas. Tu sentido del humor. Tu sonrisa. Tu lealtad como amigo y compañero. Tu espíritu quijotesco; nunca te importaron los aspectos materiales que tanto influyen en este mundo. Tu amor por la iglesia, por el movimiento evangélico, por la UEBE (tu artículo “por qué amo a la UEBE” como evidencia de tu sentir), por los hombres y mujeres de las tierras de España, por las personas en general. Con tu sentido de unidad en lo fundamental, de sacar a relucir lo mejor de cada cual. El profundo y emotivo escrito a la muerte de tu madre. Ampliamente generoso, aunque nunca se es en exceso. A las muchas personas e iglesias que ayudaste en tu incansable tarea pastoral. Tus personales notas manuscritas acompañadas de alguna imagen que inspiraba: un paisaje, una flor, la sonrisa de un niño…”. Siempre con una palabra de ánimo, de paz y sana alegría, de contagioso gozo, siempre cercano. Nuestra última conversación por teléfono fue hace un par de semanas; mostraste tu preocupación por una muy amada persona cercana, y quedamos emplazados en tomar una paella y un buen vino junto al mar, en Nazaret. Con la debida licencia, que tú aprobarías, la tomaremos en el cielo, ya que allí, aun con cuerpos resucitados y glorificados, no habrá una dieta única de pan y pescado, como tomó Jesús resucitado según el final del Evangelio de Juan.

“Desde el Corazón”, cada semana y por muchos años, escribiste páginas inolvidables: “En criticar todos maestros”; “Recuerda que cuando mueras tu agenda de cuestiones pendientes no estará vacía” (ahí decías “nada en el mundo es más importante que tu paz y felicidad interior, y la de tus seres amados…. disfrutando cada paso del camino de la vida y llenar una existencia de afecto”); “Nunca sin corbata” (siempre ibas vestido con elegante sencillez y con zapatos oscuros y brillantes, que tuviste que cambiar en Alemania cuando una fría nevada nos sorprendió una gélida mañana de enero). Fue un privilegio contar con tu sabiduría pastoral, trabajar estrechamente contigo, tus expresiones de estímulo en todo momento, especialmente en situaciones complicadas, siempre con una actitud positiva de fe y esperanza. Siempre estarán en mi memoria tus generosas palabras en mi despedida como Secretario General, hace algo más de 4 años.

Capítulo aparte y extenso merecería tu fructífero ministerio en la radio. A finales de los años setenta, Jorge Pastor compartió contigo su experiencia en este campo de testimonio y te invitó a un retiro de pastores bautistas, conectándote con la UEBE, a la que te unirías pocos años después. La radio fue un elemento importante durante muchos años en tu ministerio hasta el último momento en tu amada Radio Bona Nova, con tu excelente y entregado equipo de colaboradores.

El culto de tu despedida fue una expresión de lo mucho que la gente te quería. Predicó tu compañero pastor en los últimos años, Rubén Sánchez. La UEBE tuvo una amplia representación y también amplia presencia de otras iglesias hermanas. Tu familia lo hizo, y ahora reitera expresar su profundo agradecimiento por tantas muestras de amor, cariño, respeto y firme esperanza en Cristo. Tu muerte deja un vacío y ha representado una gran pérdida para tu familia, para los hermanos y amigos, para la iglesia, para la UEBE, para el mundo protestante…. Pero a través de tu vida también ha representado una gran ganancia para tantísima gente que ha sido bendecida por ti.

Tenemos la tendencia a exagerar algo en los panegíricos. No es éste el caso. Necesitaríamos muchas páginas, tal vez un libro, para plasmar resumidamente parte de lo que ha sido tu intensa vida. Podrías decir, con el Nobel Pablo Neruda, “confieso que he vivido”. Una profunda vida de calidad. Por donde has pasado has dejado un olor fragante de Cristo: “He aquí ahora hay en esta ciudad un varón de Dios” (1 Samuel 9:6). Has sido un punto de referencia. Dejas y te llevas mucho amor. Has sido un regalo de Dios. Quedamos un poco huérfanos. En este mundo el tiempo transcurre muy rápidamente. Decimos como Job, “mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor”- 7:6). Todavía impactados por tu partida, decimos “hasta pronto, Roberto”. Ya estás en otra dimensión del tiempo y del espacio: en la eternidad. En ti se cumplen lo que afirma la Escritura: “He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe”. “…he acabado la obra que me diste que hiciese”. “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen”.

Manuel Sarrias.- Valencia, febrero de 2019.

Autor: Manuel Sarrias, pastor, vicepresidente de FEREDE y Secretario General Emérito de la Unión Evangélica Bautista de España (UEBE)

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